“No sobran turistas, faltan argumentos para gestionar este aumento de visitas”
Antonio Muñoz | Delegado de Turismo del Ayuntamiento de Sevilla
La política turística tiene gran peso en el balance de gobierno de Espadas
Su responsable desvela las claves de un trabajo conjunto y planificado que se volcará esta semana en Fitur
Los dos mandatos del alcalde Juan Espadas llevan el claro marchamo de Antonio Muñoz y de sus políticas en materia de turismo y también de cultura, dos de las tres áreas que este concejal dirige en el Ayuntamiento de Sevilla. Asegura que el gobierno municipal no deja ni un solo hueco a la improvisación y que tiene las ideas muy claras. Su empeño es seguir resituando en el mapa a Sevilla, una ciudad hoy de moda y que, según él, no corre el peligro de convertirse en un parque temático. “No concibo que el crecimiento turístico pueda restar señas de identidad a la ciudad, si así fuera lo estaríamos haciendo mal”. La entrevista, la primera que concede en este mandato tras un año de grandes eventos, se desarrolla en la previa de Fitur, paseando entre turistas por el Alcázar, monumento que acaba de batir un récord con dos millones de visitas en 2019.
–El turismo se ha consolidado como la gran industria de Sevilla, ¿eso lo saben los sevillanos?
–Creo que de manera mayoritaria el sevillano está sensibilizado pero a veces hay que llamar la atención con alguna campaña, es nuestra obligación. Soy consciente de que el crecimiento en algunas zonas genera impactos negativos para los vecinos y hay que paliarlos, pero eso no puede ser el argumento para oponerse a su crecimiento.
La radiografía que todos hubieran firmado hace cinco años
"Si hace cinco años, cuando el gobierno actual tomó las riendas de la ciudad, hubiéramos puesto en un contrato programa que Sevilla iba a tener más de seis millones de pernoctaciones, más de 3,5 millones de visitas, que el aeropuerto iba a superar los siete millones de usuarios, que la estancia media sería cercana a los tres días, que el 80% de los nuevos hoteles serían de 4 y 5 estrellas o que el Alcázar batiría el récord de los dos millones de visitas... todos habrían firmado ese documento sin pensarlo"
–Hay otro argumento que dice que el turismo sólo beneficia a unos pocos, a los mismos...
–Hay mucho empleo vinculado al turismo y no sólo en la capital. Siempre se dice que si calculásemos el PIB del turismo en la ciudad sería del 12%, pero estoy seguro de que se acerca al 20% si se considera a sectores que indirectamente viven del turismo: agroalimentario, servicios... Lo interesante es que la economía esté diversificada, pero no podemos reñir al niño que saca sobresaliente, no podemos castigar al sector económico que actúa de ariete económico.
–Sevilla es un modelo de éxito. ¿Qué ha pasado en la ciudad?
–Sevilla está creciendo por encima de la media, los indicadores son históricos. Entiendo que parte de ese éxito, no todo, corresponde al gobierno municipal que ha dado un cambio copernicano en sus políticas: partimos del convencimiento de que Sevilla podía jugar en la Champions, ya lo hace en la UEFA. Había una creencia de que se no podía aspirar a grandes eventos y hemos demostrado con los premios MTV, Michelin, los Goya... que cuando Sevilla se pone ambiciosa logra los mejores resultados. Tiene músculo.
–¿Faltaba profesionalidad?
–Más bien faltaba ambición. Sevilla tiene una trayectoria y saber hacer de empresas turísticas muy competitivas, pero estábamos instalados en una posición autocomplaciente. Arrojábamos la toalla en verano y Navidad.
–Y hoy no hay temporada baja...
–La gente nos visita todo el año. Y hemos hecho más: antes venían a comprar y ahora salimos a vender.
–La creencia de que Sevilla se vende sola.
–Un mantra que ha hecho mucho daño. Hoy hay mucha competencia y pensar que Sevilla, por muy atractiva que sea, que lo es, se vende sola es un error. No se puede permanecer con los brazos cruzados y el mejor ejemplo de que eso da resultado es que en 2015 teníamos 42 destinos conectados internacionalmente y hoy tenemos 80, un crecimiento vertiginoso y eso se debe a que nos hemos adelantado. Dinero ni tenemos ni podemos dar a las aerolíneas, pero si podemos seducirlas. En febrero se va a inaugurar el vuelo con Estocolmo, operado por SAS, que tenía a Sevilla en la cabeza, pero hemos logrado que adelanten su decisión.
–¿El vuelo a Nueva York llegará en este mandato?
–Se está convirtiendo en un objeto de deseo, estamos trabajando para hacer las cosas bien, es una decisión empresarial que no es fácil, pero llegará en este mandato.
–¿Con qué otras conexiones se trabaja prioritariamente?
–Con Escandinavia y la Europa del Este, que en este último caso es importante por sus conexiones con los destinos asiáticos.
–¿El aeropuerto ha sido un buen aliado en su estrategia?
–Estamos muy satisfechos con su colaboración y sus inversiones, que mejorarán las instalaciones. Es una parte importante en esa ecuación de éxito. Es verdad que faltan otras infraestructuras y espero que lleguen cuanto antes.
–La alianza público-privada está siendo clave, ¿están respondiendo bien los empresarios?
–Si tuviera que pedirles algo sería que nos acompañaran de una manera mucho más potente a la hora de realizar un márketing de la ciudad. Hay muy buenas empresas, servicios, pero hay que ser más ambiciosos.
–No sólo se trata de traer a turistas, también inversiones.
–El turismo es un buen catalizador. Son muchas las inversiones del sector del comercio, de la industria, de instituciones vinculadas a los idiomas.. que llegan de la mano del turismo. Un dato: muchas de las compañías aéreas con las que negociamos, quieren saber el número de empresas que facturan con el país en cuestión. No sólo son turistas, son hombres de negocio. El vuelo a Nueva York va a facilitar que empresas como las del sector del aceite o la aceituna hagan negocios más fácilmente. De la mano del turismo podemos diversificar la economía sevillana.
–Algunos frivolizaron con la visita de Obama durante la cumbre del turismo. ¿Qué ha supuesto?
–Penetrar en un país es bastante difícil y cada uno requiere estrategias distintas. Nos da buen resultado ir acompañado de un socio local cuando hacemos márketing en el extranjero. Lo hicimos en Alemania, en Reino Unido y ahora en Nueva York. Igual que ocurrió en el caso de la Alhambra con Clinton, una frase lapidaria de un líder mundial sobre un destino turístico, desde el punto de vista del márketing es inigualable. La visita de Obama está en los dossieres que presentamos a las aerolíneas americanas. Nos abre puertas.
–¿Tendrán que imponer un techo al turismo en Sevilla?
–Hoy no sobran turistas, faltan argumentos para gestionar ese aumento de visitantes. Hay que ir cambiando las políticas conforme se crece. Hace unos años gestionábamos un sector de la ciudad y ahora gestionamos una ciudad turística. El transporte, los parques y jardines, los monumentos, la oferta cultural... todo forma ya parte del sistema turístico local. No podemos morir de éxito, tiene que haber una compatibilidad del día a día de los sevillanos con los turistas. Hay medicinas.
–¿Cuáles son?
–Una es la desconcentración, hay que generar flujos hacia otras zonas de la ciudad. Trabajamos ya en un eje hacia la zona norte, una ruta de iglesias y conventos de la calle San Luis que incluye la basílica de la Macarena y el Parlamento. Y hay que articular de manera más efectiva la oferta de Triana, uno de los pocos barrios de España que tiene una marca reconocida. Para diversificar planeamos abrir para 2021-22 un itinerario desconocido hasta ahora: Casa Murillo-Casa Cernuda-Casa Velázquez y Dueñas (Antonio Machado). Es una prueba de que la ciudad tiene capacidad de crecimiento, pero hay que hacerlo de manera ordenada, sostenible, diversificando en el tiempo y en el espacio.
–El Alcázar ha llegado a los dos millones de visitas en 2019. ¿Puede soportar más carga?
–En el mandato anterior y en éste tomamos las decisiones de vender las entrada por internet para evitar las colas, en primavera habrá un sistema de entradas nominativas para, además, evitar la reventa y tenemos en reserva otra medida: guionizar la visita para ir aforando y dirigiendo a los turistas que ahora se pueden mover libremente. Y hay algo más: esperamos poder comprar dos casas del Patio de Banderas para añadirlas a la visita, a modo de centro de interpretación, lo que desahogará también el monumento, que también tendrá fuera las taquillas.
–El patrimonio ha sido hasta ahora el principal argumento de márketing de la ciudad. ¿Qué otras cosas se pueden vender?
–-La promoción de Sevilla desde hace años pivotaba casi exclusivamente en su patrimonio, lo cual es lógico en una ciudad con este legado histórico, pero si queremos atender a otra demanda y que el turista repita la visita hay que poner nuevos argumentos y nos hemos dado cuenta de que el principal aliado de la oferta turística es la programación cultural.
–Programar pensando en el turista puede ser polémico.
–No lo haremos, que no se malinterprete. Pero no hay que inventar nada, hay una programación con una clara vertiente turística. El ejemplo más notorio es la Bienal. Sevilla tiene el mejor festival de flamenco, la tercera mejor temporada lírica de España, el mejor festival de música antigua del Estado español, uno de cine poco ortodoxo, otros como Circada, un festival de teatro…, son argumentaciones culturales que tienen que formar parte del escaparate turístico, despiertan la envidia de muchos.
–¿Qué lugar juega la gastronomía? ¿Qué ha supuesto la gala Michelin?
–Lo primero que se recuerda de un viaje es si has comido bien. Hay una nueva hornada de chefs que anima a pensar que podemos ser un destino gastronómico de primer orden. La gala Michelin ha supuesto un revulsivo en el sector para no intentar ganar estrellas, sino mejorar. Pero ayudará a crecer también la atención a segmentos específicos como el LGTB o los seniors, con alto poder adquisitivo.
–¿Eso ayudaría a dar un salto?
–Todo eso y otra pata más que no podemos olvidar: el turismo de negocios. El sector MICE va a seguir creciendo y eso justifica plenantemente la inversión que se hizo para ampliar Fibes, sin ella no podríamos haber albergado este año pasado muchos eventos.
–Más que la cantidad, entiendo que les interesa la calidad.
–No nos obsesiona el volumen, el turismo que ya llega llena la ciudad y eso permite que seamos mucho más selectivos a la hora de hacer promociones. Pero somos muy conscientes de que esto se debe acompañar de medidas para reducir los impactos negativos en la ciudad, hay que prestar servicios de otra forma.
–¿Ayudaría en esta gestión implantar la tasa turística?
–Sin duda. La tasa es muy necesaria: en 2019, sólo cobrando un euro, los ingresos habrían sido de seis millones de euros para rehabilitar el patrimonio, lo que ayudaría a diversificar la oferta y hacer un márketing más potente.
–¿Cuál es la vía para lograrla?
–Una está cerrada por voluntad política por parte de la Junta de Andalucía, que tendría que aprobar una ley paragüas que permitiera a los ayuntamientos aplicarla, como se hace en Cataluña o Baleares. Y la otra, en la que confiamos, es que el Gobierno modifique la Ley de Haciendas locales y cree un impuesto de aplicación voluntaria. La tasa no es presión fiscal para el vecino, sólo para el turista y nadie deja de viajar por eso.
–¿Sevilla ha dejado de tener un turismo de bajo coste?
–En Sevilla los hoteles han subido los precios por encima de la media nacional, eso supone más ingresos para la ciudad y demuestra que el turismo en aumento no es precisamente de bajo coste. Crecen los hoteles de cuatro y cinco estrellas.
–Y hablando de subida de precios, ¿no es alarmante el aumento de los pisos turísticos?
–Es cierto que pueden estar subiendo el precio del alquiler y cambiando la piel de los barrios y lo vamos a regular. Limitaremos el número por un interés general.
–A pesar de que esta política no es bien entendida por todos los sevillanos, ¿va a seguir apostando por los grandes eventos?
–Sí. Hemos posicionado a la ciudad de manera muy efectiva, el Ayuntamiento no tendría dinero para pagar la publicidad que ha supuesto para la ciudad estos grandes eventos, que son rentables. Tenemos que seguir. Sevilla tiene unas posibilidades extraordinarias para convertirse en la capital del sur de Europa.
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