El final de la renta antigua amenaza la supervivencia del comercio tradicional
Los locales con contratos de arrendamiento anteriores a 1985 deben renegociar sus alquiler a los precios actuales
Decenas de comercios que pagan alquileres de renta antigua, la mayoría diseminados por el centro, Triana, Los Remedios y Nervión, se encuentran entre la espada y la pared. Desde hace semanas se enfrentan ante el difícil proceso de negociación con los propietarios de los locales, quienes, después de décadas, tienen en su mano la posibilidad de exigir que se actualicen las rentas de alquiler o que se compre el establecimiento a precios de mercado, sabiendo que son zonas apetecibles para las franquicias.
La fecha señalada en rojo en el calendario es el 1 de enero de 2015, cuando se levantará la veda que dispuso la Ley de Arrendamientos Urbanos en 1994, impulsada por el entonces ministro Boyer y que permitió que comercios con contratos de arrendamientos anteriores a 1985 pudiera prorrogar hasta 2015 sus rentas de alquiler sin más actualización que la del IPC.
En Sevilla, muchos de estos comercios de renta antigua están pagando entre 300 y 400 euros al mes y los propietarios aspiran a multiplicar dichas cantidades al menos por cuatro o cinco para acomodarlas a los precios del mercado. "La mayoría de los comercios están ya en negociaciones con los arrendatarios", asegura Tomás González, presidente de Aprocom. A algunos se les ofrece la alternativa de comprar el local, pero sólo lo harán si los precios son razonados o ajustados.
En general, las rentas antiguas apenas se han actualizado en este tiempo, lo que posibilita que en las céntricas calles Cuna o Puente y Pellón, entre otras, convivan locales de 50 metros cuadrados que pagan unos 400-500 euros al mes frente a otros del mismo tamaño cuyos alquileres se firmaron con posterioridad a 1985 y que están pagando entre 1.000 y 1.200 euros al mes.
El proceso de negociación tiene aún cuatro meses de recorrido y los comerciantes están calibrando si es posible llegar a un acuerdo. "Los precios del alquiler tienen que ser realistas, asumibles y acompasados a la rentabilidad comercial, porque entre los propietarios hay quienes creen que su local tiene un valor superior a lo que hoy vale en el mercado", asegura un comerciante de la calle Sierpes que prefiere guardar el anonimato.
Otro de los comerciantes afectados, con negocio en Cuna, reconoce que en la misma calle hay otros siete en la misma situación, "aunque, como estamos en proceso de negociaciones, preferimos no airearlo", indica. "Las negociaciones -añade- las estamos abordando de modo individual. Algunos propietarios han ofrecido opción de compra, pero estamos hablando de precios desorbitados por locales de 70 metros". Un compañero unos metros más abajo afirma que "algunos comerciantes se plantean cerrar el negocio porque está cerca su edad de jubilación, otros, quizás decidan cambiar de local y buscar otro en un una zona con mejores precios".
La situación se extiende por otras calles del centro y otros puntos de la ciudad, donde no faltan comercios que afrontan el fin de la renta antigua. Suelen ser fáciles de reconocer, ya que se trata de establecimientos que no han hecho obras de renovación, porque esto hubiera implicado actualizar las rentas de alquiler, y conviven con otros más modernos a su lado. Tomás González recuerda que esta situación era "esperada" y que, como consecuencia de ella, se moverá el mercado: "Algunos locales cambiarán de manos; en otros se podrá pasar del régimen de alquiler al de propiedad", aventura.
Otro comerciante de la calle Puente y Pellón, que prefiere también no dar a conocer su identidad, lamenta que el fin de la renta antigua ha llegado en un mal momento: "Hoy día se están pagando unos precios muy altos, sobre todo en las calles más comerciales. Nuestros márgenes comerciales son ahora menores y no podemos pagar como en 2008", apunta. Desde algunas inmobiliarias se destaca que todavía han coincidido con pocos alquileres de renta antigua, "pero si han llegado los primeros y en algunos casos los propietarios han decidido no renovar los contratos". Por lo general, al otro lado suele haber personas mayores que no tienen relevo generacional para seguir en el negocio.
La otra cara de la moneda son los propietarios, que, después de mucho tiempo, se frotan las manos porque no faltan ofertas de franquicias o marcas de primera línea que quieren instalarse en sus locales, sobre todo en la milla de oro del centro: Sierpes, Tetuán y Plaza Nueva.
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