La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
calle rioja
Sus anónimos van a acabar con el anonimato de Marina Bernal Guerrero. Basta con ver cómo estaba el salón de actos del Ateneo casi a la misma hora que Juan Gómez Jurado firmaba ejemplares de su última novela en la librería Verbo. Marina presentaba una tercera edición de sus Anónimos Infinitos (Sevilla Press Ediciones) y algunos de los personajes de este libro de "microrrelatos de la vida" se habían dado cita en la calle Orfila, como personajes en busca de autora en una performance de la obra de Luigi Pirandello.
Hizo de maestro de ceremonias Luis Rizo, pintor, conocedor de los secretos del Alcázar y miembro de la junta del Ateneo que preside Emilio Boja, que se incorporó a la presentación. El fin de fiesta fue apoteósico. Dos de las protagonistas de sendos relatos, Paz de Alarcón y Graci Rodríguez, las artistas Isabel Fayos y Eva Menjíbar, hija ésta de Naranjito de Triana, y su hija Lola, nieta del cantaor que sorprendió con Narci Díaz a Evita Perón en el Pabellón Mudéjar durante su visita de 1947 a Sevilla, subieron al escenario y adelantaron la Navidad con una antología de villancicos con sabor a Triana, allende el puente sobre el río de ese Jordán de pastorcillos de Cava, almonas y piñonate.
Es el milagro de Marina. Paz de Alarcón y Graci Rodríguez se acababan de conocer y les había dado tiempo a grabar una canción inspirada en uno de los textos de Marina Bernal. A Paz la conoció en un balcón; mujer poliédrica, canta, actúa, crea, ha intervenido en la serie Cuéntame o en la película Intemperie, adaptación de la novela de Jesús Carrasco. Defiende con vehemencia la preposición de su apellido porque es descendiente de Pedro Antonio de Alarcón, nombre que mantuvieron su padre y uno de sus hermanos.
Lo de Graci Rodríguez es un regalo del destino. Marina, lo cuenta en uno de sus relatos, el titulado Cantar para ti, la descubrió en la calle con su guitarra cantando una canción de Los Secretos, A tu lado. Graci es María de Gracia, patrona de su ciudad natal, Puertollano. "Al decirlo, muchos piensan que yo soy de Carmona". Ciudad también protegida por la misma advocación. Una manchega en Sevilla. Acudió al Ateneo con sus dos hijas, viviéndolo todo como un regalo de Reyes por anticipado en la institución que creó la Cabalgata en 1918.
Marina Bernal Guerrero, con apellidos de cronista de Indias, es a su juventud ya un nombre clásico del periodismo de la ciudad. Su especialidad son los famosos, pero ha encontrado un filón inagotable en los anónimos, un homenaje a su propia condición de periodista de agencia. La conocimos hace muchos años en Chipiona entrevistando a Rafael Alberti, uno de los poetas que aparecen en la foto de la generación bautizada en el Ateneo que se reunió en Sevilla en diciembre de 1927 para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora, convocados por el torero Ignacio Sánchez Mejías.
La generación del 27 tiene también su componente de anonimato. Primero, porque en la foto, el soporte mediático y tantas veces reproducido del grupo, no está ninguno de los tres poetas sevillanos (Cernuda, Aleixandre, Nobel en 1977, y Villalón), pero ahí sigue su legado de versos; segundo, porque en las páginas de Ocnos el único nombre propio en los capítulos de la cumbre de la prosa poética española (como dice en el prólogo Jaime Gil de Biedma) es el de José María Izquierdo, sevillano de la calle Castellar, creador de la Cabalgata de cuya primera edición fue el rey Gaspar.
Alberto y Antoñita, los padres de Marina, eran maestros de escuela. Ella siempre enseña aprendiendo. En la vida y en el periodismo. Muchos de los asistentes querían al final una firma de la autora, que aparece en la playa de Chipiona como una musa griega fotografiada por Irene Vélez en la portada. Anónimos Infinitos. El título es un acierto de libro, nunca mejor dicho. El Anónimo le quita densidad al Infinito, cumpliendo la primera de las normas que debe tener la escritura según Italo Calvino: que tenga levedad.
Marco Polo fue el primer veneciano que dejó de ser anónimo para llegar por la ruta de la Seda hasta la corte de Gengis Kan. El anonimato es la virginidad de la autoría. Su principal recipiente es el diccionario, palabras que proceden de múltiples fuentes, anónimos de autor, valga el oxímoron.
Biógrafa de Rocío Jurado, de Raphael y de Lola Flores, en puertas de su centenario (igual que Italo Calvino, hijos de 1923), pregonera del Cerro del Águila y de Chipiona, Marina Bernal Guerrero tiene en sus anónimos su antídoto contra los infinitos. Dios es el Anónimo Infinito perfecto, nadie lo ha visto nunca, dicen los Evangelios, y acuñó la medida del infinito, la eternidad, aunque ya cantó Víctor Jara que la vida es eterna en cinco minutos. Hasta el infinito y más allá. Tenía razón el guionista de Toy Story. En un reciente libro, Historia de los números, el matemático Enrique Gracián argumenta que "hay infinitos más grandes que otros".
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