Un año de la agresión al Gran Poder

Sigue pendiente el juicio por este ataque, cuyo autor permanece en libertad · La Fiscalía pide 11 meses de cárcel · Este suceso provocó que diversas hermandades reforzaran la seguridad de sus titulares.

Foto: Manuel Gómez
Foto: Manuel Gómez
Diego J. Geniz

20 de junio 2011 - 05:03

Aniversario de amargo recuerdo en el Gran Poder. Hoy se cumple un año de la agresión a la imagen que tallara Juan de Mesa, un hecho pendiente de ser juzgado. El autor de la agresión, Luis Carbajo Ordóñez, se encuentra actualmente en libertad y la Fiscalía lo acusa de un delito contra el patrimonio histórico y de otro contra los sentimientos religiosos, por lo que solicita una pena común de 11 meses de prisión y una multa de 10 meses con cuotas diarias de 15 euros. La agresión a uno de los principales referentes devocionales de los sevillanos fue noticia en todos los telediarios nacionales y abrió un debate en las hermandades sobre la seguridad de las sagradas imágenes.

Pasaban las nueve de la noche del domingo 20 de junio de 2010 cuando Luis Carbajo Ordóñez, funcionario de prisiones sin antecedentes penales, accedía al camarín del Señor del Gran Poder tras acabar la última eucaristía del día. Lo hizo por la parte izquierda del altar, al contrario de lo que es habitual. La basílica estaba a esa hora repleta de asistentes a misa. A partir de ahí todo ocurrió muy rápidamente. Carbajo se subió al pedestal de mármol donde se encuentra anclada la sagrada imagen apoyándose en la barandilla de madera que hasta entonces estaba instalada en el camarín y esquivando el cristal que resguardaba la parte inferior de la talla. Una vez situado a la misma altura del Señor empezó a zarandearlo con la intención de derribarlo. Al comprobar que era imposible comenzó a darle patadas. En esos momentos se encontraba en el templo un policía nacional de la comisaría de San Juan de Aznalfarache que, en compañía de dos feligreses (uno de ellos también funcionario de prisiones), se dirigió rápidamente al camarín para reducir al agresor, quien se agarró al brazo de la imagen para evitarlo. Como consecuencia del forcejeo le arrancó dicha extremidad y desgarró la túnica y la camisa interior de la venerada talla. El agresor fue conducido a la sacristía donde empezó a gritar que él era el Mesías y que lo que acababa de hacer tenía su "explicación". El policía sufrió heridas leves y tuvo que ser trasladado a un centro sanitario. A los pocos minutos varios agentes de la Policía Nacional se personaron en la basílica, donde los devotos aún no daban crédito a lo que había sucedido. Carbajo fue arrestado en los calabozos de la Jefatura de Blas Infante.

La imagen fue retirada inmediatamente del culto y trasladada a la sala del Tesoro de la hermandad, donde el imaginero Luis Álvarez Duarte comenzó la reparación de urgencia esa misma noche. Al Señor se le había roto la espiga de madera que une el brazo con el torso. Su camarín estuvo cuatro días presidido por la cruz que porta en la estación de penitencia. Al quinto día -viernes- los sevillanos volvieron a venerar al Gran Poder, que fue repuesto al culto en un besamanos extraordinario para el que, como en Semana Santa, se formaron grandes colas.

Durante esa semana se conocieron muchos datos sobre el autor de la agresión. El que se autoproclamó Mesías la noche del 20 de junio era natural de Guadalcanal, tenía 37 años y había trabajado en varias cárceles españolas. La Policía barajó en un primer momento que Corbajo pretendiera con esta agresión que se le detectara alguna perturbación mental y conseguir con ello una pensión por incapacidad laboral. Esta hipótesis tomó cuerpo tras intervenirle los agentes una mochila que llevaba el día de la agresión en cuyo interior había dos lápices de memoria: uno con un documento con más de 700 páginas en el que explicaba el motivo de dicho ataque y otro con su diario. Las cámaras de seguridad del templo mostraron posteriormente cómo el sábado anterior Corbajo estuvo inspeccionando el camarín para ver la forma de derribar la imagen. Un plan demasiado diseñado para un perturbado.

La junta de gobierno del Gran Poder que dirige Enrique Esquivias convocó un cabildo extraordinario en el que los hermanos decidieron que la corporación no se personarse en las diligencias incoadas en contra de este funcionario, al que la Fiscalía finalmente acusó de un delito contra el patrimonio artístico y de otro contra los sentimientos religiosos, por los que pide una pena común de 11 meses de prisión y una multa de 10 meses con cuotas diarias de 15 euros. El Ministerio Público rebajó la petición de pena al considerar que el agresor sufre un "trastorno de ideas delirantes", por lo que su consciencia de la realidad queda "limitada".

El acusado, además, tendrá que indemnizar a Mapfre con 11.342 euros al ser la compañía que cubrió los gastos de reparación de los daños ocasionados a la imagen (incluidas la túnica y la camisa), merced al seguro por actos vandálicos suscrito con la hermandad, que alcanza los 42.000 euros. Un año después, el agresor sigue en libertad y son varias hermandades las que han reforzado la seguridad de sus sagrados titulares tras lo sucedido aquel 20 de junio en la basílica. La Hermandad del Gran Poder decidió instalar una mampara de mayores dimensiones -sufragada por la Fundación Juan Moya- que cubre casi la totalidad de la talla.

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