Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Nadie en el mundo más afortunado que Víctor Orta
Ana Gómez Martín | Médico de familia y vocal de Atención Primaria del Colegio de Médicos de Sevilla y el Consejo Andaluz de Médicos
Ana Gómez es médico de familia y trabaja en el servicio de urgencias de atención primaria del distrito Sevilla. Vio al primer paciente positivo de Covid-19 el 10 de marzo, cuando aún se banalizaba sobre la epidemia y se desconocía su alcance. Entonces no había medidas de protección, hoy siguen siendo escasas y muy insuficientes. Desde el Colegio de Médicos de Sevilla y del Consejo Andaluz de Médicos, donde es vocal de Atención Primaria, la doctora advierte que hay cosas que se han hecho mal y ya no hay vuelta atrás, “pero cuando la crisis pase habrá que pedir explicaciones y depurar responsabilidades”. De momento, se conforma con recibir órdenes claras y coherentes y con que desde las autoridades se facilite el material y éste se reparta de manera equitativa.
–¿Desde cuándo están llegando a los centros de salud casos?
–Podemos estar viendo posibles casos desde hace más de un mes: pacientes con cuadros febriles, catarrales, que probablemente venían con una infección por Covid-19 y en ese momento no lo sabíamos. Se ha banalizado la infección y la magnitud del problema y se ha perdido un tiempo importante. Y también se nos transmitió la idea de que los pacientes asintomáticos no contagiaban y sí contagian. Durante un mes y pico ha habido un periodo descontrolado de contagio que ahora está dando la cara.
–¿Cuál ha sido el protocolo?
–Inicialmente ninguno porque no se detectó el problema. Luego todo han sido prisas y muchos cambios. Al inicio sólo se insistió en la higiene de manos. No se tuvo conciencia de la amenaza hasta hace tres semanas, entonces se prohibieron los congresos, reuniones y formación para los sanitarios. Pero no se han tomado medidas verdaderas hasta que se decretó la alarma. Antes vimos a muchos pacientes sin protección.
–¿Una mascarilla o algo más?
–Cuando vi a la primera paciente diagnosticada ya de Covid-19 había seis casos en Sevilla. Teníamos equipos de protección pero no sabíamos cómo usarlos, nos fuimos apañando con tutoriales y ayudándonos entre compañeros. Al principio nos decían que nos colocásemos una mascarilla quirúrgica (fina) para ver a los pacientes con patologías respiratorias. Ahora nos recomiendan siempre, hoy cualquier paciente es suceptible de estar infectado y no se hacen test generalizados. Éstos se focalizan para población sanitaria y de servicios sociosanitarios o enfermos ingresados graves.
–¿No se han hecho test a los médicos?
–Nunca, ni en los servicios de urgencias ni en las consultas. Los test sólo se han hecho en los hospitales y en los domicilios por indicación del epidemiólogo. Ahora se están haciendo en los coches de los pacientes que acuden a puntos concretos (en Sevilla, a los aledaños del abandonado Hospital Militar), pero igualmente por indicación del epidemiólogo a sanitarios y sociosanitarios. Que no vaya la gente espontáneamente porque no se lo harán y estarán violando el confinamiento.
–¿Cómo está evitando el médico de familia la exposición?
–Estamos trabajando todo lo que podemos de manera telemática. Las citas se atienden por teléfono (te llama el médico a tu casa), las recetas se cargan en las tarjetas y por teléfono se dan resultados de analíticas. Hay consultas que se han suspendido, tipo las de niño sano. Y los médicos rotan en el centro de salud de manera presencial.
–¿Y en las urgencias?
–En Sevilla el servicio de urgencias de atención primaria cuenta con seis ambulancias. Tres se han dedicado sólo a patologías respiratorias y el resto para otros problemas. Las tres primeras son las que cuentan con equipos completos de protección, las otras no y se ha visto ya que esto no es operativo porque los casos se han disparado y hoy cualquier paciente que visitamos en su domicilio es sospechoso de estar infectado. Te pueden avisar por un mareo pero cuando llegas compruebas que ha tenido fiebre, un poco de tos... Tendríamos todos que ir protegidos de la misma manera. Hay que reorganizar todo esto y ponernos las pilas a marchas forzadas.
–¿Qué casos derivan en estos momentos al hospital?
–Los que tienen una dificultad respiratoria y eso lo valora el médico, presencial o por teléfono o el 061. Y después vigilamos especialmente grupos de edad, pacientes oncológicos y embarazadas. Pero el mayor y principal problema es otro.
–La falta de protección.
–Así es. Es insuficiente. Llevamos protecciones incompletas y con el temor de que son escasas y se pueden terminar. Se está haciendo un reciclaje que tiene una utilidad controvertida. En urgencias se debería ver a los pacientes con un traje integral como los del ébola. En Atención Primaria no hay esos monos. Y los equipos EPI que llegan tampoco son completos: una bata desechable que nos deja el cuello al descubierto, gorros, papis que tampoco recogen el pie entero, doble guante y mascarillas. En los protocolos del Ministerio dice que deben ser al menos ffp2 pero se matiza que, si no hay disponibilidad, usemos las quirúrgicas. Ahora que tenemos el problema encima nos mandan a la guerra con pistolas de plástico y escudos de cartón.
–Faltan materiales y los que hay no siempre son los correctos, me refiero a la fiabilidad de los test.
–Eso genera mucha inseguridad. La protección no es sólo el equipo del sanitario, también el circuito de desinfección y estamos acudiendo a lejía diluida... Las pantallas que tenemos en las ambulancias de urgencias deberían estar en los centros de salud y hospitales. Hay movimientos espontáneos que en Sevilla están fabricando con las impresoras 3D viseras de plástico que distribuyen a los centros que lo solicitan.
–¿Qué nos dice de la cifra de médicos infectados?
–Es una humillación. Si perdemos efectivos médicos no podremos atender a los pacientes... Es un círculo vicioso que hay que romper cuanto antes.
–¿Se ha registrado algún colapso en los servicios?
–Desde que se decretó la alarma la sociedad ha estado bastante concienciada y ha dejado de acudir a los centros. Las urgencias no están demasiado saturadas. La gente lo está haciendo muy bien.
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