Una amistad orientada
García Gutiérrez y Rodríguez Izquierdo se conocieron en Japón y hoy son autoridades en el 'haiku' y en la filosofía zen
Lo primero que va a hacer José María Cabeza Laínez como cónsul general de Japón en Andalucía va a ser solicitar para estos dos buenos amigos la medalla de oro de Andalucía. Fernando García Gutiérrez (Jerez, 1928) y Fernando Rodríguez Izquierdo (Sevilla, 1937) se conocieron en Japón. El primero es jesuita. El segundo no entró en la Compañía, pero fue el actual superior, Adolfo Nicolás, quien le enseñó japonés en Japón. "Me corregía las primeras cartas que escribí en ese idioma".
Los dos Fernandos recordaron ayer sus vivencias orientales en la Biblioteca Infanta Elena. Nombre de la hija de los Reyes que estos días están de visita oficial en Japón. La víspera, García Gutiérrez, con sus juveniles 80 años, que le dan fuerza para coordinar la colección de Arte Oriental de la Academia de Bellas Artes o ejercer de delegado diocesano de Patrimonio Artístico, dijo misa en la iglesia de los jesuitas en la calle Trajano. Se ordenó sacerdote en Japón en 1962. Un año después apareció por allí Fernando Rodríguez Izquierdo, que hizo su tesis doctoral sobre los haikus y ha traducido al Nobel japonés Kenzaburo Oé.
Para ambos no hay distancia entre Andalucía y Japón. Recorren intelectualmente todos los días esa ruta del galeón de Manila que, con escalas en Acapulco y Veracruz, hicieron los samurais que formaban parte de la expedición de Hasekura Tsunenaga y que entrando por Sanlúcar de Barrameda llegaron a Coria del Río.
Las dos patrias de García Gutiérrez son Jerez y Japón, dos territorios propicios para el flamenco. No extraña que Rodríguez Izquierdo compare la precisión del haiku, tres versos y 17 sílabas para condensar un pensamiento, con la fuga de la seguidilla. El jesuita jerezano llegó a contar con 242 alumnos en la asignatura de libre configuración sobre Arte Japonés que impartía en la Universidad. La burocracia impidió que le sustituyera al jubilarse su amigo Fernando Rodríguez Izquierdo, que fue profesor de Filología Española de algunos de quienes después lo tuvieron como alumno -Rocío Carande, por ejemplo- en Filología Clásica. Está en quinto curso con una pendiente de cuarto y pesadillas con el Griego y el Indoeuropeo.
Si Rodríguez Izquierdo es una autoridad en el haiku, García Gutiérrez lo es en la filosofía zen, credo de monjes budistas que impregnó las artes, especialmente pintura, arquitectura y cerámica. Ayer les acompañaron dos hombres que llevan Japón en su apellido, Juan Francisco Japón Carvajal, presidente de la Asociación Hispano-Japonesa, o en su tarjeta, José María Cabeza Laínez, cónsul de Japón en Andalucía.
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