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El ex agente de la Udyco alega en el juicio que actuó por orden de su jefe

Asegura que desconoce quién robó los estupefacientes y alega que "nunca" entró en el calabozo donde se guardaba la cocaína y heroína.

El ex agente de la Udyco alega en el juicio que actuó por orden de su jefe
Jorge Muñoz, Sevilla

21 de enero 2013 - 12:19

El ex agente de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) Lars Sepúlveda, que está siendo juzgado desde este lunes por el robo de los 154 kilos de cocaína y heroína en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, ha culpado en su declaración al que fuera jefe de la unidad, F. T., de haberle ordenado preparar los paquetes con yeso, cacao o sacarosa que fueron utilizados presuntamente para dar el “cambiazo” por los que contenían las sustancias estupefacientes.

Lars Sepúlveda, que se enfrenta a una condena de 18 años y medio de cárcel, se ha declarado inocente al inicio del juicio, al igual que su esposa y el otro matrimonio imputado por su presunta participación en el robo.

El ex agente ha asegurado que fue el jefe de la Udyco quien, en enero de 2008, le encargó que hiciera los paquetes con esas sustancias simuladas, diciéndole que había en marcha una operación de la Udyco Central de Madrid con un agente en cubierto y que si podía hacer esos paquetes falsos porque los necesitaban, a lo que Lars Sepúlveda contestó que no, si bien el acusado ha explicado que cuando estuvo destinado en la Udyco Central sí había llegado a hacer paquetes simulados.

Lars dijo que comentó de manera casual al otro acusado, Manuel A. N., el asunto de los paquetes y éste le aseguró que podría hacerlos "si sacaba algo a cambio", aunque Lars Sepúlveda ha añadido que no vio cómo se hacían.

Para la realización de esos paquetes, el jefe de la Uydco, según la versión del acusado, le facilitó un papel en el que se indicaban el número de paquetes y el peso –de un kilo- que debían tener, que a continuación entregó al otro acusado.

Lars Sepúlveda ha dicho que comunicó esta petición del jefe de la Udyco a su jefe de grupo –ya fallecido-, y ha afirmado que un mes después el superior que le había realizado el encargo comenzó a "hacerle la vida imposible", cambiándole de grupo hasta que consiguió que abandonara, pidiendo la excedencia, algo que él también quería para dedicarse a su negocio de compraventa de vehículos.

El acusado ha confesado que tenía "miedo" al jefe de la Udyco, "por sus contactos en el mundo de la droga", dado que siempre estaba con "confidentes y se le ha investigado en numerosas ocasiones". Lars ha precisado que el jefe le tenía animadversión, porque en una ocasión le comentó a un amigo suyo de Asuntos Internos, en el año 2007, que había recibido una información de que F. T. "estaba colaborando con un clan de traficantes", hechos por los que el jefe de la Udyco fue enjuiciado y absuelto.

El ex agente de la Udyco ha señalado que cuando se destapó el escándalo, les dijo a los investigadores de Asuntos Internos que el jefe de la Udyco estaba detrás de todo, que hablaran con él, y añadió que los investigadores le "amenazaron" con detener a su mujer, que también está imputada por blanqueo de capitales. Los investigadores le dijeron que Manuel A. N. le había delatado y que si no accedía a declarar arrestarían a su esposa.

El ex policía ha dicho que "a ciencia cierta no sabe" quien sustrajo la droga de los calabozos de la Jefatura, recordando que para acceder al depósito había que "pedirle las llaves" al jefe de la Unidad. "Nunca he poseído las llaves ni las he solicitado", ha dicho Lars Sepúlveda, que ha subrayado que en una ocasión bajó a los calabozos –sólo accedió en dos o tres ocasiones- con motivo de una incautación de hachís, pero "nunca" accedió al calabozo número 6, donde se guardaban la cocaína y la heroína sustraídas.

El fiscal le ha preguntado por sus ingresos mensuales para compararlo con las distintas compras de vehículos y una embarcación que realizó, y el agente ha explicado que cobraba 1.800 euros mensuales como policía y otros 1.000 de beneficios de su negocio. El ex agente ha explicado que las distintas operaciones inmobiliarias que realizó pudo hacerlas porque parte de las mismas se hicieron en dinero B y así ha reconocido que obtuvo 74.000 euros en dinero no declarado con la venta de una casa en Espartinas. El imputado ha dicho que el negocio de las motos les dejaba unos beneficios anuales de 20 a 30.000 euros, ya que facturaban entre 700.000 y 800.000 euros.

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