El aeropuerto de Sevilla y el reciclaje de los narcotraficantes, de las mulas a la paquetería
El último decomiso de seis kilos de polen de hachís enviados a Suiza confirma el cambio de modus operandi
El envío de drogas por paquetería es la tendencia más común en la actualidad
San Pablo fue durante años un punto caliente de la entrada de cocaína en Europa
El aeropuerto de San Pablo ha vuelto a aparecer esta semana en las páginas de sucesos, después de que la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera detectaran un envío de seis kilos de polen de hachís desde Sevilla hasta SuizaSevillaSuiza a través de una empresa legal de paquetería.
La droga iba camuflada dentro de una campana extractora que fue empaquetada en Estepona y mandada a Zurich desde el aeropuerto de Sevilla. En Suiza se procedió a la entregada controlada de la mercancía y la Policía cantonal detuvo a dos personas que recibieron el paquete en una empresa de Zurich.
A pesar de que no se trata de una gran cantidad, el caso confirma la tendencia observada desde el fin del estado de alarma entre los narcotraficantes. El envío de drogas mediante paquetería es uno de los nuevos modus operandi de las redes criminales, que aprovechan los servicios de empresas legales de mensajería y correo postal para trasladar estupefacientes.
Durante el año 2021, la Guardia Civil incrementó de forma notable sus incautaciones en el aeropuerto de San Pablo y en el Puerto de Sevilla.
Casi medio centenar de detenidos en 2021
Fruto de este trabajo, se desarticularon varias organizaciones dedicadas al cultivo, elaboración, compraventa y distribución de sustancias estupefacientes a distintos países, lo que se saldó con las detenciones de 42 personas. Otras 25 fueron citadas en calidad de investigados por delitos contra la salud pública, organización criminal, blanqueo de capitales y defraudación de fluido eléctrico. Todos ellos fueron puestos a disposición de diferentes juzgados de la provincia de Sevilla.
Nueve plantaciones de marihuana fueron desmanteladas en operaciones que se iniciaron por las inspecciones de la Guardia Civil en el aeropuerto y el puerto. En estas investigaciones fueron incautados siete vehículos de alta gama, además de numeroso material y 166.613 euros en metálico. En cuanto a la droga, se aprehendieron 9.194 plantas de cannabis, 8.513 kilogramos de sumidades floridas de marihuana, 29 kilos de cocaína (24 de ellos de la denominada cocaína negra), 25 de hachís y 8 de MDMA.
El valor de toda esta mercancía en el mercado ilícito es de 16,8 millones de euros, según el balance que hizo hace unos meses la Subdelegación del Gobierno en Sevilla. La unidad que se encarga de estos controles es la Oficina de Análisis e Investigación Fiscal de la Guardia Civil (Odaifi) de la compañía Puerto-Aeropuerto.
A los servicios contra el envío de distintas drogas a través de empresas de mensajería se le ha denominado Operación Paquetes, desarrollada en el marco del Plan de respuesta policial al cultivo ilegal de marihuana y los beneficios del mismo.
Esta operación se inició tras detectarse un fuerte incremento en la utilización de un modus operandi consistente en la remisión de sustancias estupefacientes, principalmente hachís y marihuana, a través de empresas de mensajería.
El sistema más frecuente era la ocultación de la droga dentro de los paquetes, entre prendas de ropa, juguetes, alimentos, electrodomésticos u otros objetos. A veces se mezcla con otros productos de uso cotidiano, con el objetivo de dificultar su detección.
Después se entrega a empresas de paquetería encargadas de su transporte, y declarando en su contenido mercancías de curso legal. Los envíos de realizaban hacia distintos puntos de la geografía nacional, así como hacia otros países.
Además de los paquetes, también se intentó introducir droga en moldes de dentaduras, en un compresor de aire o en cascos de motoristas. Incluso en un altavoz se detectaron tres kilos de hachís.
El militar brasileño
En el aeródromo sevillano se han sucedido en los últimos veinte años una gran cantidad de intervenciones de droga. Hasta el cambio de modus operandi, los envíos eran casi siempre de cocaína procedente de Iberoamérica. Sevilla formaba parte de una ruta caliente que las autoridades consiguieron desactivar en su día, y que tenía su origen en Brasil, hacía escala en Lisboa y llegaba a la capital andaluza.
La última gran aprehensión de cocaína en San Pablo fue la detención, en 2019, de un militar brasileño que formaba parte de la comitiva oficial del presidente del país, Jair Bolsonaro, que fue arrestado durante una escala técnica en el aeropuerto cuando trataba de introducir en España una maleta cargada con 37 kilos de cocaína. La droga venía en un avión oficial de la Fuerza Aérea brasileña.
El sargento Manoel Silva Rodrigues fue condenado a principios de 2022 a 14 años y seis meses de prisión. El detenido viajaba en un avión de avanzada que acompañaba como reserva al de Bolsonaro, que un día después viajaba hacia Japón para dirigirse a una cumbre del G20 que se celebraba en ese país asiático.
En febrero de 2020 Rodrigues fue condenado a seis años de cárcel por la Justicia de España, donde permanece en prisión hasta ahora y deberá cumplir la totalidad de la pena, antes de ser transferido a una penitenciaría brasileña para que se haga efectiva la sentencia dictada en 2022 por un tribunal militar.
Durante el juicio en España, el sargento confesó el delito, dijo que había intentado "aprovecharse de su condición de militar" y que la cocaína sería entregada en "un centro comercial" de Sevilla, sin precisar más. La investigación y la cooperación policial entre Brasil y España por este caso llevó a descubrir una red de narcotraficantes que se valía de aviones militares brasileños para enviar droga hacia otros países.
En marzo de 2021, en el marco de esa investigación, las autoridades brasileñas detuvieron a tres miembros de la Fuerza Aérea y a una mujer acusados de complicidad con el sargento detenido en Sevilla. Los arrestados, que aún no han sido juzgados, eran un teniente coronel y de dos suboficiales de la Fuerza Aérea, en tanto que la mujer fue identificada como esposa del sargento Rodrigues.
La ruta caliente
La ruta Brasil-Lisboa-Sevilla ha funcionado como una de las principales vías de entrada de cocaína en España en las última dos décadas. Los alijos de droga procedentes de este país se han sucedido con cierta frecuencia desde finales de los dos mil, si bien han atravesado también periodos de depresión de más de un año sin ninguna intervención importante. Hasta la detención del sargento, todos los alijos se habían dado en vuelos comerciales.
La Policía y la Guardia Civil comenzaron a detectar la existencia de esta ruta caliente en el año 2008. A principios de ese año fue detenido el primer correo cargado de droga. Era una mujer de 37 años, de Madrid y sin antecedentes. Le habían prometido más de 3.000 euros a cambio de que introdujera en España casi nueve kilos de cocaína.
Sólo tenía que volar desde Brasil hasta Lisboa y desde allí tomar el vuelo diario de la TAP a Sevilla. La organización se encargaba de los billetes y de prepararle las maletas. Ya en España, alguien contactaría con ella para informarle de dónde y a quién tenía que entregarle la droga. La Policía la esperaba nada más bajar del avión y le encontró la cocaína en las maletas, impregnada en un cartón que separaba un juego de sábanas nuevo.
Casi todos los primeros correos eran españoles. Así levantaban menos sospechas. Elegían a personas sin antecedentes y necesitadas de dinero. El segundo en caer no tenía ni 20 euros para pagar un taxi. Era un joven de Granada que residía en Mallorca. La droga venía oculta en los cilindros de unas máquinas para hacer pizza.
Entre enero y abril de 2008, fueron detenidas seis personas en el aeropuerto de San Pablo por transportar cocaína desde Brasil a Sevilla haciendo transbordo en Lisboa. En esos cuatro meses las Fuerzas de Seguridad intervinieron 45 kilos de droga. La aparición de esta ruta caliente respondía a la búsqueda de vías alternativas a los grandes aeropuertos por parte de los narcotraficantes.
Terminales como las de Madrid y Barcelona están muy controladas y en ellas se intervinieron años atrás importantes cantidades de droga. Así, las mafias dejaron de enviar droga en el vuelo Bogotá-Madrid y comenzaron a utilizar como destino aeropuertos más pequeños y sometidos a menor vigilancia para traer la cocaína a España.
Arrestos en origen
Lo mismo ocurrió con el país de origen. El redoble de la vigilancia de la Policía colombiana obligó a los traficantes a buscar otros puntos de partida de sus correos. Lo encontraron en Brasil, donde aprovechan un resquicio legal para entrar en la Unión Europea pasando menos controles que si lo hicieran a través de otros países. Brasil tiene un acuerdo especial con Portugal en materia de extranjería.
Los controles en Lisboa para los vuelos procedentes de su antigua colonia son menos estrictos que en otros países europeos. De esta forma, los correos entran en el espacio Schengen y en teoría ya son libres para moverse por la Unión Europea. Los aeropuertos de origen no solían ser los de las principales ciudades del país y se escogían terminales como las de Fortaleza, Recife o Natal, menos vigiladas que las de Sao Paulo o Río de Janeiro.
Una vez en Lisboa, las mulas hacen transbordo para dirigirse a su destino final, que suele ser España. Optan por aeropuertos pequeños como el de Sevilla, que les ofrece además la oportunidad de contar con una conexión diaria con Lisboa. Pese a los primeros golpes policiales contra esta ruta, los envíos siguieron llegando y muchos correos fueron interceptados con regularidad.
Entre febrero de 2008 y octubre de 2009, la Policía y la Guardia Civil detuvieron a 20 personas en el aeródromo sevillano por transportar droga desde Brasil vía Lisboa. La cantidad decomisada se elevó a los 65,6 kilos de cocaína y la vigilancia sobre el vuelo Lisboa-Sevilla se redobló enormemente.
Este blindaje frenó temporalmente a las mafias, que espaciaron sus envíos hacia la capital andaluza en los años siguientes. También se reforzó el control en Brasil, donde algunos correos fueron detenidos antes de partir hacia España. Fue el caso de un joven de Torreblanca detenido junto a su novia -que quedó libre de culpa después- en el aeropuerto de Recife cargado con seis kilos de cocaína, en agosto de 2010.
Al igual que en los casos anteriores, una organización de traficantes le pagó unas vacaciones de diez días en Pernambuco y 15.000 euros a cambio de traer la droga a España. El dinero pagado por las mafias iba subiendo en relación con la presión y los alijos de la Policía, pasando de 3.000 euros por traer nueve kilos en 2008 a 15.000 euros por transportar seis kilos en 2010. Pura ley de la oferta y la demanda. A más vigilancia, más dificultad para introducir la cocaína en España, y por tanto más dinero.
La ley de la oferta y demanda
En los dos años siguientes apenas se intervino droga procedente de Lisboa en el aeropuerto de San Pablo. La ruta caliente se enfrió y dejó de ser una prioridad para las Fuerzas de Seguridad. Los traficantes la reactivaron en 2012, aunque introdujeron algunas modificaciones. Los correos utilizados ya no siempre eran jóvenes sin antecedentes y el dinero que percibían bajó. En Brasil también cambiaron algo las cosas, y las mulas empezaron a partir desde aeropuertos más grandes, como el de Sao Paulo.
En diciembre de 2012, la Policía volvió a intervenir cocaína en el vuelo Lisboa-Sevilla. Un hombre de 61 años, natural de Alcalá de Guadaíra, fue sorprendido en San Pablo con 11 kilos de cocaína de gran pureza ocultos en un amplificador de sonido de alta fidelidad. Los alijos, y presumiblemente los envíos, volvieron a pararse durante un año.
En 2014 llegaron más cambios: los paquetes eran más pequeños y se recurría por primera vez a extranjeros. En abril de ese año fue arrestado un paraguayo con 1,2 kilos de cocaína oculta en nueve chaquetones. En agosto la GuardiaCivil detuvo a un colombiano con pasaporte español de 57 años que llevaba dos kilos en una maleta. El último caso fue el del boliviano, que llevaba la droga repartida entre el chaquetón y una maleta. El hombre dijo que le ofrecieron 5.000 euros por traer la mercancía. Su destino final fue la cárcel.
Desde marzo de 2016 no se detenía a ninguna mula procedente de Brasil en el aeropuerto de San Pablo. La última detenida fue una mujer de nacionalidad alemana y de 60 años de edad, que llevaba dos kilos de cocaína en un doble fondo de una maleta.
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