SALUD
Andalucía, entre las regiones con más funcionarios de Muface

Dos hermanos del Calvario en el Lope de Vega

tribuna de opinión

 En el adiós a José Luis Garrido Bustamante, cuya voz tiene patente de inmortalidad

Muere José Luis Garrido Bustamante, un periodista de época

José Luis Garrido Bustamante en la plaza de San Lorenzo, en una imagen de 2017. / josé ángel garcía

UNO de abril de 1990. Dos hermanos del Calvario en el teatro Lope de Vega. El mismo escenario donde dos años y medio antes, 12 de octubre de 1987, Anatoli Kasparov y Gari Karpov disputaban la primera partida del Mundial de Ajedrez que se inició en Sevilla y terminó en Londres. El Casino de la Exposición estaba esos días lleno de analistas rusos. El 1 de abril de 1990 ya no quedaban. Uno de los hermanos del Calvario apuraba sus últimos meses como presidente de la Junta de Andalucía. Se llama José Rodríguez de la Borbolla. El otro subía al atril del teatro para pronunciar el pregón de la Semana Santa. Se llamaba José Luis Garrido Bustamante (1933-2024). Se llamaba y se llama porque voces como la suya tienen una patente de inmortalidad. En ese teatro al que llegó como pregonero había hecho sus pinitos como actor en obras de Alfonso Sastre y Paul Saroyan. En el Casino de la Exposición ya sin analistas rusos fue donde se declaró a su mujer, Yoli (Ignacia de Loyola) Benito, la madre de sus cinco hijos. Cuatro varones (José Luis, Ángel, Javier, Antonio) y Esperanza, con la que tantas veces hemos coincidido en la puerta del colegio de las Mercedarias de San Vicente y en las fiestas del fin de curso en el patio colegial asistiendo a las actuaciones escolares antes de que se pusiera en marcha el ambigú en el que casi nunca faltaban los caracoles de Rafita.

La del pregón de José Luis fue mi primera Semana Santa de casado. El primer pregón después de la caída del muro de Berlín, que se había levantado en 1961, el año de la riada del Tamarguillo. En junio de 1990, coincidiendo con el comienzo del Mundial de Italia, Manuel Chaves iniciaba la campaña electoral para sustituir a Borbolla al frente de la Junta de Andalucía. El Pichichi de ese Mundial, Schillachi, con apellido de motín, ha muerto el mismo año que Garrido Bustamante. El pregonero de abril del 90, que suena a canción de Celtas Cortos, fue quien retransmitió para Televisión Española la constitución en el Salón de Tapices del Alcázar del primer Parlamento Andaluz el 21 de junio de 1982 presidido por el notario Antonio Ojeda después de las elecciones que ganó Rafael Escuredo. Ese año el Mundial lo organizó España, con Sevilla como una de las sedes, y lo ganó Italia con los goles de Paolo Rossi y los saltos de Sandro Pertini. En pleno Mundial llegó desde la diócesis de Tánger un nuevo arzobispo para Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, castellano de Medina de Rioseco, que años después le prologaría a Garrido Bustamante uno de sus libros, el titulado ¿El fin de las cofradías?.

El 26 de enero de 1988 me dedicó cuando vivía cerca de la Gavidia Historias de Telesur, con el subtítulo Recuerdos y anécdotas de la Televisión en Andalucía. Ha muerto como un joven de 91 años, de la cosecha del 33, de la que sobreviven gigantes como Curro Romero y Ramón Tamames. Regó su talento y su humor con la juventud de sus hijos, con la de sus nietos, todos hermanos del Calvario, su hermandad y la de su amigo que presidía la Junta de Andalucía cuando pregonó la Semana Santa de Sevilla un par de meses antes de la primera guerra del Golfo. Con los jóvenes periodistas que en la sede de Cajasol le rendían la pleitesía del afecto y el respeto cuando la Asociación de la Prensa lo nombró socio de honor. En esta Historias de Telesur en las que retrata el pleistoceno de esta hermana pequeña y doméstica del cine empieza hablando de compañeros del oficio como José Luis López Murcia o Roberto Dorado, compara a Martínez Campos con Walter Conkrite e incluye fotografías de jovencísimos colegas que con el tiempo se labrarían importantes carreras: Nani Carvajal, Paco Luis Murillo, Inmaculada Casal, Manuel Ignacio Ferrand. Se ha ido como un nonagenario sin edad. Se forjó con el voto y nos deja la voz. Orgullo de Salteras, donde comparte patria adoptiva con el filósofo y académico Emilio Lledó.

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