Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Solidaridad con Ucrania
Un grupo de 12 amigos españoles, algunos de origen sevillano con amplia tradición en la acogida de niños ucranianos de Chernobyl, han logrado traer a nuestro país a un centenar de ucranianos de la cruenta guerra pocos días después de la invasión de Rusia contra Ucrania el 24 de febrero. Medio centenar de ellos se alojan en Sevilla, Madrid, Valencia y Santander, y el otro medio en Marín (Pontevedra).
Viajaron hasta Polonia para recoger a ucranianos en las primeras semanas de la guerra, cuando la población que huía estaba desasistida de la ayuda de organizaciones no gubernamentales en el territorio y las ONG españolas andaban igualmente desbordadas para ofrecer la atención adecuada.
Esta operación humanitaria promovida por ciudadanos de a pie ha sido posible tras involucrar a 400 contactos en España entre amigos y familiares, en una cadena que no ha parado de traer a más familias ucranianas, salvo a los padres de cada prole, que se han separado de sus familias para luchar en el frente.
"Hemos puesto en marcha esta iniciativa porque queremos que la gente se active, que se apunten para ser familias acogedoras o para ayudar de la forma que puedan", relata Jorge Lobo, sevillano residente en Madrid que es uno de los impulsores de la iniciativa junto con su mujer Raquel y ambos acogen desde hace años en su casa a niños de Ucrania. Se puede contactar con el grupo en la web https://somosucrania.org/ y en redes sociales.
Las personas interesadas en ser familias acogedoras de ucranianos pueden contactar con
Jorge, director general de Quick Expansion Retail & Investment Services, sociedad dedicada a la consultoría, nació en la calle Trajano de Sevilla capital y estudió en el colegio San Francisco de Paula, al que sigue vinculado en la fundación del centro escolar. De Sevilla hay algunas personas más en el grupo de 400, como Jesús Barrio, que reside en la capital andaluza, y Ana Rodríguez que vive en Bruselas.
En Galicia, la propiedad del Colegio San Narciso de Marín (Pontevedra) ha ofrecido sus instalaciones para darle vivienda, comida y clases de formación en lengua ucraniana a 50 ucranianos, madres e hijos, sin fecha límite. Este es el segundo proyecto que ha puesto en marcha este grupo de 400 personas.
A primeros de marzo el grupo inició un viaje de 3.000 kilómetros hasta la frontera polaca con cuatro furgonetas alquiladas, el punto de recogida era un centro comercial de Przemyśl, la segunda ciudad más antigua de Polonia, que funciona como un enorme refugio para 6.000 personas.
Uno de los momentos más tristes, intensos e impactantes para el grupo fue, nada más poner los pies en Polonia, encontrarse en Lesko con un centro de refugiados con 75 madres y niños. Un día que nunca olvidarán.
Las familias que no cabían en las furgonetas se enviaron a España en autobús en un trayecto pagado por este grupo de españoles.
"Nos llevamos cuatro furgonetas de alquiler a la frontera de Polonia, dos desde Madrid y dos desde Valencia. Mi mujer se había movido por las redes sociales, Instagram y Facebook, para contactar con organizaciones que nos abrieran las puertas para acoger a ucranianos que quisieran venir a España. Al final creamos una red que nos garantizaba lo que teníamos que hacer cuando llegáramos a la ciudad de Polonia", cuenta Jorge.
"Nos movimos porque veíamos que las organizaciones y los gobiernos no se movilizaban en los primeros días de la guerra. De hecho cuando llegamos a Przemyśl no había más que pequeñas organizaciones no gubernamentales. Cuando llegamos a la ciudad los refugiados estaban agrupados en función de los países a los que querían ir. Nosotros fuimos al grupo de los que querían ir a España", aclara Jorge.
"Llenamos las furgonetas con 28 personas. Además, allí nos encontramos a otros cinco ucranianos de una familia que querían ir a Parma (Italia) y han podido hacerlo gracias a que uno de los integrantes del grupo le cedió su casa y 500 euros para hacer el viaje. Otro grupo de ucranianos con los que teníamos confianza se han venido en autobús, les pagamos el viaje a Madrid", explica.
Esta historia de solidaridad se ha extendido más allá del grupo de 400 amigos y familiares, una red de apoyo que les ha permitido recaudar los 10.000 euros que ha costado llegar hasta Polonia cargados de artículos de ayuda y volver con las familias de ucranianos. "Ese dinero nos dio para llevar ayuda a los ucranianos y para sufragar los gastos de viaje", relata Jorge.
Un "ángel" que ha prestado una ayuda inestimable en esta operación ha sido Miquel Planells, un ingeniero español (de Barcelona) que vive en Cracovia. Él ha sido pieza básica a la hora de traer a España a las 52 personas que finalmente han sido acogidas en 22 familias y acogió a parte del equipo en su casa de Cracovia porque en la ciudad polaca no había hotel. Jorge elogia la dulzura y sensibilidad que les ha brindado, y también ha prestado una ayuda vital para poner en marcha el proyecto educativo en Marín (Pontevedra).
Otra ayuda vino de la compañía de alquiler de las furgonetas, que les patrocinó parte de los gastos y les dejó los vehículos a 500 euros en lugar de los 2.000 euros que costaba cada uno.
"En total hemos traído a 28 personas en las furgonetas más 24 más por otras vías y las hemos alojado con familias en varias ciudades: 9 en Sevilla, 20 en Madrid, 14 en Valencia y el resto en Santander. Con nosotros tenemos a una familia de cuatro personas: una madre con dos hijos y la abuela. Son personas muy educadas con muchas ganas de aprender y de agradar, con una capacidad de adaptación muy alta al igual que una gran facilidad para los idiomas. La vida con ellos es muy sencilla y agradable y te dan mucho más de lo que les das", señala Jorge.
Las familias que acogen están preparadas para cuidar de estas personas durante los meses que haga falta. Un año si es preciso. "Tenemos prevista una acogida de dos años. Si es antes mejor para ellos, sobre todo porque eso significará que volverán a tener una vida normalizada", explica Jorge.
"No son emigrantes. Son familias que tenían normalizada su vida y se han encontrado con la guerra. Las circunstancias son muy tristes y muy duras. Nuestra familia de cuatro personas, por ejemplo, se ha venido literalmente con dos mochilas dejando en su país su vida, su casa y sus cosas. Y el padre, como todos los padres ucranianos, está en la guerra aunque son civiles no militares. Se está jugando la vida por su país y su familia está aquí con el corazón encogido", recalca Jorge emocionado.
En el grupo de 400 personas que están ayudando hay profesionales de todos los sectores, desde empresarios, profesores, funcionarios, directores de empresa, médicos....que han aportado tanto ayuda económica como material que se ha trasladado hasta Polonia. "El coste total de traernos a las más de 50 personas de Ucrania ha sido de 10.000 euros, pero las donaciones han sido mucho mayores. Gracias a esas donaciones vamos a hacer el proyecto educativo y otros proyectos pequeñitos", expone Jorge.
"La gran ayuda de esta iniciativa que hemos puesto en marcha la prestan las familias que acogen en su casa sine die y gratuitamente a los ucranianos durante un año o dos años", explica Jorge. En su caso, son cinco personas que van a acoger a una familia de cuatro. Admite que las familias acogedoras tienen que tener voluntad de acoger, como primer requisito, porque es una acogida sin fecha y pueden venir curvas. Y como segundo requisito, que tenga una vivienda en la que viva con comodidad la familia ucraniana junto a la suya propia, y eso supone tener una vivienda con suficiente amplitud y una economía holgada para mantener a su familia propia y a la de acogida, sobre todo en la situación actual de inflación española.
Jorge no cree que las familias ucranianas se planteen vivir de alquiler si se alarga la guerra. "Ellos vienen en una situación económica precaria. No están en disposición de pagar un alquiler, alimentos, luz, etcétera, tal como están las cosas en España. Ellos no quieren iniciar una vida autónoma en España, sino volver a su país en cuanto puedan, otra cosa es que sea posible".
Respecto a la posibilidad de que puedan trabajar en nuestro país, Jorge comenta que la administración española está facilitando todos los trámites y que el plan es que puedan trabajar mientras dura la guerra, que todos los niños vayan al colegio y tener una vida lo más cómoda posible en una casa y un país que no es el suyo. "Las familias acogedoras nos comprometemos a dar manutención a estas familias sin fecha de caducidad. Nuestra familia ya está empadronada desde el primer día. Todos tienen su documentación regularizada con el Estado. Los niños han empezado el colegio y la madre quiere ponerse a trabajar, tiene actitud y disposición y vamos a ayudarla a que así sea. A la abuela la cuidaremos como si fuera nuestra".
El viaje hasta Polonia en furgonetas fue la forma más rápida y versátil de traer a personas de la guerra, y si volvieran a repertirlo lo harían en al menos ocho para recoger a más ucranianos. Comenta que, tras un mes de guerra, no es necesario llevar vehículos para traer a personas porque ya están actuando las grandes organizaciones y las pequeñas allí y eso hace que el flujo de ucranianos que están llegando a España y a otros países sea mucho mayor. Destaca que hicieron bien en actuar inmediatamente después de estallar el conflicto. "A la semana de saltar la guerra, sabíamos que nos íbamos y a la semana siguiente teníamos el grupo de 400 personas de apoyo, las furgonetas y el presupuesto para irnos", resume.
"Queda mucho por hacer. Esto no ha terminado. La situación es para que entren de lleno las administraciones y las ONG", señala Jorge y recuerda que el pueblo polaco está haciendo mucho por los ucranianos, al igual que Macedonia, República Checa, Bulgaria, Alemania...son países a los que quieren ir porque están cerca.
España no es un destino prioritario para los ucranianos como primera o segunda opción porque ellos prefieren países limítrofes para poder volver pronto, pero han venido contentos por esta gran ayuda para vivir aquí.
Toda una hazaña solidaria, con mayúsculas, y construida en equipo que seguirá dando frutos.
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