"Vivo con el Trastorno Específico del Lenguaje"
Una madre, M. Dolores Flores Esquivias, explica la 'odisea' para conseguir la atención temprana y reivindica la implicación de la comunidad educativa.
Jimena cumplirá cinco años en noviembre y es la segunda de tres hermanas. "A los dos años, aunque mi hija siempre ha sido muy sociable, noté algo raro. No hablaba", explica M. Dolores Flores Esquivias, su madre.
La respuesta en consulta se repite: "Ya hablará, no te obsesiones". Tras insistir varias veces llegó el diagnóstico: Trastorno Específico del Lenguaje (TEL). "Es una auténtica odisea porque nadie sabe decirte, como madre, qué pasos dar, a dónde acudir, qué necesita tu hija", relata Flores Esquivias, quien lamenta que el TEL es un trastorno muy desconocido, invisible, porque los niños que lo padecen no presentan otras señales más allá de los problemas en el lenguaje. "Su lengua materna les suena como un idioma extranjero y, al no entender, se frustran, se aíslan y sufren rabietas. Una vez que le diagnosticaron TEL comencé a entender sus rabietas; ella trataba de decirme cosas y no lograba comunicarse. Los niños con TEL tratan de expresar lo que les pasa pero, al no lograrlo, se frustran cada vez más", describe. A través de la atención temprana "aprenden a hablar y a expresarse", asevera esta madre.
La psicóloga Yolanda Martínez, coordinadora del Área de Psicología Educativa del Colegio de Psicología, explica que "la irritabilidad, el llanto y la rabieta son los problemas de conducta más habituales en edades tempranas hasta que adquieren mayor grado de habilidad comunicativa", y advierte que "les afecta también a nivel social". La atención temprana "les proporciona las herramientas comunicativas, necesarias para el menor y su familia" añade la psicóloga.
Jimena comenzó a recibir las sesiones de logopedia a los cuatro años en el centro de atención precoz El Buen Fin. "El cambio en ella ha sido radical. De no hablar ahora emite frases y se comunica. Su logopeda en el Buen Fin es nuestro ángel", explica esta madre. Otra de las "odiseas" para las familias es el entorno docente.
"Es necesario que los maestros y las madres de los compañeros estén implicados, conozcan el problema y tengan especial atención con los niños con TEL", asevera. Flores Esquivias se siente afortunada por la implicación de los docentes y de las madres de otros niños en el colegio de su hija, San Cayetano, pero reconoce que otras familias tienen enormes problemas que les llevan incluso a cambiar de centro.
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