"¡Viva el Agustinillo!"
Sorteos
Muchos de los premiados en el extra de la ONCE son pequeños empresarios del polígono industrial El Gordillo, algunos cargados de deudas y órdenes de embargo.
En la venta El Gordillo nadie hablaba este lunes de embargos, de deudas ni de impagos. La crisis es un poco menos crisis en este pequeño polígono industrial situado a un lado de la carretera de Brenes. Detrás de la barra, Tomás Gaete Garzón y María Soria García recuerdan cuándo empezaron con el negocio, hace cuarenta años. Hoy son los protagonistas porque en su establecimiento se vendieron 50 de los 138 cupones del número 67482 del sorteo extraordinario del 11 del 11 de la ONCE, premiados cada uno con 40.000 euros y uno de ellos con 11 millones de euros.
"El número se ha pasado más de dos meses aquí y se ha ido vendiendo poco a poco, tanto a la gente que trabaja en el polígono como a quienes venían de paso y paraban en la venta". María Soria García y Tomás Gaete Garzón regentan la venta desde hace más de cuarenta años. "Más años que la tuna", dice ella, entre risas. Tuvo la suerte de quedarse con uno de los cupones premiados. "Nos hicimos cargo de la venta porque al anterior propietario también le tocó la lotería y la dejó", explica la mujer, cuyo negocio también sufre los efectos de la crisis. "Aquí hemos dado muchísimas comidas siempre, pero ahora todo es más complicado".
En el polígono El Gordillo subsisten a duras penas empresas endeudadas, algunas con órdenes de embargo y otras de desahucio. La mayoría son pequeñas empresas familiares, muchos de cuyos propietarios resultaron agraciados. Es el caso de José Danta, fabricante de máquinas de hacer churros, cuyos clientes son principalmente feriantes y que acaba de montarle a su hija la churrería Los Niños, en San Diego. Vive además una situación familiar delicada, ya que otra de sus hijas, Raquel, de 24 años, sufre varias enfermedades: epilepsia, esquizofrenia, fibromialgia y artritis reumatoide. La familia gasta aproximadamente 600 euros al mes en sus tratamientos. "Esto va a servir para curarme de una vez", dice la chica, a las puertas de la venta. Junto a ella esperan unos señores trajeados.
"Los de los bancos", dice otro de los premiados, Juan Antonio, trabajador de Fundicorte, empresa dedicada al sector del caucho. "Ya tengo preparada la respuesta que les voy a dar, les voy a tratar de la misma forma que ellos me tratan a mí cuando voy a pedirles simplemente que gestionen de otra forma mi dinero", explica. Tomás, el ventero, lleva desde las siete de la mañana recibiendo llamadas de bancos.
El matrimonio que regenta el bar siempre ha vivido en El Gordillo, en una vivienda situada a escasos metros de su restaurante. En aquella casa supo que había vendido más de un tercio de los cupones del sorteo extraordinario de la ONCE. "Nos íbamos a acostar ya y sonó el teléfono. Era el Agustinillo, diciendo que había tocado el cupón. Cuando se lo dije a mi marido, se le soltó hasta la barriga".
Agustín Bermudo, el Agustinillo, vendedor de la ONCE en San José de la Rinconada, se encarga cada día de llevar los cupones a la venta. El resto de la serie lo vendió en el pub Jota Jota, de San José, y en la frutería Antonio Jesús, que regenta su cuñado en Sevilla Este. Este lunes entró en la venta El Gordillo a las once de la mañana, acompañado por los responsables de la ONCE en la provincia y seguido de una decena de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. Lo recibieron con vítores y aplausos, con botellas de champán. Era el hombre que había traído la suerte, el que, por un día, consiguió que no se hablara de la crisis en tres rincones de Sevilla. "¡Viva el Agustinillo!", gritaron los parroquianos.
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