La vida y trayectoria de Carlos Pickman, el primer Marqués de Pickman
Con la ayuda de las investigaciones particulares de Esther Núnez Pariente de León, parte de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, podremos indagar en la historia de uno de los protagonistas del desarrollo industrial de Sevilla
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El título de Marqués de Pickman, inmortalizado en la actualidad como nombre de una calle multicultural y muy transitada entre las estaciones de metro de Gran Plaza y 1º de Mayo de Sevilla, data de inicios del siglo XIX, si bien se mantiene vigente en la actualidad, periodo en el cual lo porta Carlos María da Câmara Pickman Vasconcellos Marques.
Como también ha acontecido con otros títulos hereditarios otorgados a todo tipo de personalidades de importancia en la historia de España, el Marquesado de Pickman ha ido pasando de generación en generación, siendo ostentado por mentes privilegiadas para la industria y excéntricos bon vivants por igual desde el primer nombramiento.
Por ello, quizás sea lo más oportuno establecer un recorrido inicial del que fue el primer Marqués de Pickman, un auténtico titán de la industria cerámica y cristalera: Carlos Pickman.
Carlos Pickman y los orígenes del Marquesado de Pickman
Carlos Pickman, oriundo de Londres y nacido allá por 1808, formaba parte de una familia prestigiosa por su labor empresarial en sectores varios, por lo que desde muy tempranas edades comenzó a mostrar curiosidad por el oficio, empezando a ejercer a sus 14 años aún en su Inglaterra natal.
El Marquesado de Pickman tiene sus orígenes en el reinado de Amadeo I de Saboya, quien otorgó este título a Carlos allá por el 11 de febrero de 1873, aproximadamente diez años antes de su fallecimiento, por su labor crucial en el desarrollo industrial del país, que incluso derivó en el nombramiento de la fábrica de loza de la Cartuja como principal proveedor de la Corona.
Este no fue el único título ostentado por un Pickman, ya que Carlos Serra y Pickman, nieto del primer marqués, recibió el Marquesado Pontificio de San José, título oficialmente otorgado por el papa Pío X en 1904, y que un año después se renombró como Marquesado Pontificio de San José de Serra.
Sus lazos con España, a pesar de los varios negocios que la familia Pickman tenía en la ciudad de Cádiz, concretamente, no comenzaron a estrecharse hasta 1822, año en el cual su medio-hermano, William Pickman, falleció tras 12 años en el sector de la cerámica y cristalería en la capital gaditana, sin haber gozado de éxitos notables.
En este momento, el propio Carlos se trasladó a territorio español para tratar de consolidar el negocio familiar, trasladando la infraestructura a Sevilla y asociándose con la viuda de William (con cuya hija, María Josefa Pickman y Martínez de la Vega, contraería matrimonio posteriormente) para abrir un establecimiento en la calle Gallegos.
Varios años después, asociándose con su cuñado Guillermo Aponte y Martínez de la Vega allá por 1837, comenzó a sopesar el abrir una fábrica de loza y cerámica con la que ampliar la presencia del negocio familiar en el sector, especialmente prolífico en Sevilla a causa de la tradición alfarera de Triana y los bajos costes de la materia prima necesaria para la producción.
La adquisición de la fábrica de loza de La Cartuja y los primeros movimientos de Pickman en el mercado hispalense
El que fue el principal patrimonio de Pickman en la ciudad y le convirtió en una de las personalidades más relevantes en el desarrollo del tejido empresarial hispalense e incluso español, la fábrica de loza ubicada en las que anteriormente fueran las instalaciones del monasterio de La Cartuja, fue adquirida (alquilada, en primer lugar) gracias a una serie de coincidencias que fueron desembocando en la fundación de la mencionada fábrica.
La adquisición en cuestión se debió a dos factores principales:
- En primer lugar, resulta que el recinto monástico se encontraba desocupado tras la gran desamortización de Mendizábal, por lo que estaba enteramente disponible y ya se estaban trazando planes desde el propio Gobierno para darle una nueva función: servir de centro penitenciario
- Por otra parte, y de manera paralela a los mencionados planes, Pickman planteó la adquisición del convento de San Agustín para establecer ahí la fábrica.
La combinación de estos dos hechos resultó en una permuta, es decir, finalmente fue el convento de San Agustín el que se convirtió en cárcel hispalense y el monasterio cartujano se convirtió en una de las fábricas de cerámica y cristalería más famosas y reputadas de la historia.
Tras entrar a la subasta del monasterio allá por 1837, poco después de comenzar a evaluar la expansión de su negocio con una fábrica, Pickman se puso manos a la obra, en primer lugar instalando todo lo necesario para comenzar con la producción aún en un contrato de alquiler. Posteriormente se efectuó la adquisición en firme, cerrándose la cifra de la transacción en 400.000 reales de la época, y no fue hasta 1847 cuando se desarrolló una primera pieza, un palanganero regalado en señal de agradecimiento a un banquero muy relevante en el sector financiero español que había inyectado cantidades considerables de capital para ayudar al propio Pickman a desarrollar su actividad empresarial.
En este contrato de adquisición existían ciertas cláusulas que obligaban al nuevo propietario a conservar, en la medida de lo posible, las dependencias monásticas y otros elementos del recinto considerados como patrimonio digno, valga la redundancia, de su conservación.
No obstante, la pronta expansión de las instalaciones de la fábrica supuso la destrucción de un número considerable de estos elementos, si bien no todos.
En el mismo año que mencionamos previamente, 1847, ya salieron alrededor de 250.000 docenas de productos cerámicos de los hornos de la fábrica, y disponía de alrededor de 22 hornos de gran tamaño de acuerdo con el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, una cuestionada fuente histórica, huelga decir.
La actividad de la fábrica se mantuvo en auge hasta la transformación de la empresa en sociedad anónima, momento en el cual la potencia económica y productiva de la misma fue difuminándose.
En lo que respecta a distinciones ganadas por el trabajo artesano realizado en estas instalaciones, destacan dos medallas de oro en las Exposiciones Universales de 1855 y 1867 de París, además de la gran medalla de oro en la de 1878, galón más prestigioso, si cabe, que los anteriores. Sin embargo, no pudieron presentarse a la que se celebró en 1888.
¿Por qué se ha cuestionado posteriormente la visión empresarial de Carlos Pickman?
Aún teniendo en cuenta el éxito rotundo de las labores del londinense, que bien le valieron su lugar crucial en la industria hispalense y española en general, los expertos han analizado su visión empresarial desde un prisma crítico, especialmente por la negativa de su fábrica a aportar azulejos y decoraciones varias al Metro (actualmente denominado Subte, término derivado de Subterráneo) de Buenos Aires, además de otras oportunidades de expandir su marca a nivel internacional que Pickman decidió dejar pasar.
En definitiva, y a pesar de las críticas mencionadas a la visión empresarial de Carlos Pickman, el legado de su trabajo y astucia en el sector industrial perduran en la capital hispalense en varios elementos, como la calle a su nombre, el mausoleo Pickman, su hogar en el barrio de Santa Cruz y la propia fábrica, que sirve ahora de sede para el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
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