OBITUARIO
Famosos que nos dejaron en 2024

"Viajaba a Moscú con la maleta llena de sostenes para los dirigentes soviéticos"

Los invisibles

Química. Farmacia. Magisterio. Filosofía. Psicología. Historia. Los palos que tocó quien consiguió que Karpov y Kasparov disputaran en el Lope de Vega el Mundial de Ajedrez.

Rafael Cid, ex presidente de la Federación Andaluza de Ajedrez, en el hotel Inglaterra.

01 de mayo 2010 - 05:03

LLENÓ Sevilla de rusos y convirtió el teatro Lope de Vega en escenario del Mundial de Ajedrez de 1987 entre Karpov y Kasparov. Rafael Cid (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1940), vive entre peones y alfiles.

-Es un hijo de la posguerra...

-¡Y tanto! Mis padres se casan un mes después de terminar la guerra. Él era militar, ella enfermera gallega, la conoció en el hospital de Villafranca de los Barros.

-Usted se casa en Extremadura...

-En Arroyomolinos de León. Mis padres pertenecían al bando nacional. A mi suegro lo fusilaron en Segura de León, donde mataron a más de trescientas personas. No lo mataron por política. Era comerciante. Lo denuncian su socio y un sargento de música retirado para quedarse con su comercio.

-¿Eso le marcó?

-Estoy haciendo el doctorado de Historia Contemporánea sobre la represión franquista en la sierra Norte de Huelva. Me he pateado los archivos militares y tengo más de setecientas causas.

-¿Quién le enseña a jugar al ajedrez?

-Me enseñó mi madre. Aprendí viendo jugar a mis padres. Siempre terminaban riñendo.

-¿Qué más aprendió en familia?

-Mi padre, acogiéndose a una ley de 1952, dejó el Ejército y terminó Farmacia. Quería que yo estudiara Farmacia, pero empecé Química, que era lo que me gustaba.

-¿Se sacudió el peso paterno?

-Decidí casarme bastante joven. Mi padre me dijo: "Estudias Farmacia, te casas y yo te mantengo". Eso suponía irse a Madrid, donde nace Rafael, el mayor de mis hijos. Estuve hasta tercero y cuarto lo hice en Granada. Dejé Farmacia y me hice maestro en un año. Me especialicé en Pedagogía Terapéutica y saqué el título de Filosofía y Ciencias de la Educación. Por último me hice psicólogo clínico.

-¿Y entre medias de todo eso?

-El Partido. En Madrid conocí en 1964 a don Enrique Tierno Galván. Los domingos daba charlas muy curiosas desde un balcón de la Plaza Mayor. Estuve en el famoso mitin que dio en la Facultad de Derecho que la Policía reprimió a zurriagazos. Cuando tomó posesión del despacho de la Alcaldía en 1979, como no era religioso, un ujier entró y se llevó el crucifijo. Le dijo que era un símbolo de paz y que a él no le molestaba. Le obligó a ponerlo de nuevo.

-Llenó Sevilla de rusos en torno a un tablero de ajedrez...

-El Mundial de Ajedrez no habría sido posible sin la colaboración del entonces alcalde, Manuel del Valle, y el gran maestro georgiano Tamaz Georgadze. Tenía mucha influencia en los medios políticos de la URSS. En mis viajes a Moscú, iba con dos maletas llenas de regalos y, agárrate, llevaba a la Unión Soviética treinta o cuarenta sostenes de lo más modernos, bragas y vestidos sofisticados. Se los regalaba a los dirigentes para sus señoras. No te puedes hacer idea de cómo me lo agradecían.

-¿Se intuía la perestroika?

-Sí. Estaba en el ambiente. La gente empezaba a salir de noche. Empezaba a correr el dinero.

-¿Karpov o Kasparov?

-Al principio, Karpov era más atento, más amable con nosotros. Después los dos se convirtieron en muy peseteros.

-A Alfonso Guerra se le vio en las partidas del Lope de Vega...

-Es mi mejor amigo con Manuel del Valle. Desde las primeras elecciones, siempre lo acompañaba a votar con Paco Moreno.

-¿Quién es el mejor jugador de ajedrez de Sevilla?

-Manolo Rivas. Con una falta de personalidad muy grande, en el tablero era una fiera. Manuel del Valle quiso pagarle un viaje a la Unión Soviética para estar con los mejores jugadores del mundo, pero no estaba por la labor.

-¿Será algún día deporte olímpico el ajedrez?

-No imaginan la tensión y el desgaste físico y psicológico de dos jugadores después de una partida de cinco horas. La petanca y los bolos estarán en lista de espera.

-Hay una peña ajedrecística en el bar Dueñas, junto al palacio. ¿Le gustará a la duquesa de Alba?

-Alguna vez apareció por el Casino de la Exposición. La duquesa de Alba no se pierde nada.

-¿Jugaban al ajedrez en guerra?

-Al ajedrez y al fútbol. No se llevaban tan mal, pero los jefes alimentaban el odio. A García Tadell, un asesino que actuó en las dos zonas, se pusieron de acuerdo los dos bandos para capturarlo. Y murió en Sevilla con garrote vil. Al capitán del castillo de Santa Catalina, en Cádiz, le quisieron abrir un expediente por hacerle la vida imposible a Sanjurjo cuando estuvo preso. En su defensa, aportó una foto de Sanjurjo dedicada y un plano del castillo con las habitaciones de que disponía el general: una para las visitas, otra para él y su señora, otra para su criada.

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