Urbanismo ya pagó 25 millones para hacer rentable la concesión

La Gerencia decidió subvencionar a Sacyr con esta cantidad, que suponía la mitad del presupuesto inicial, para que la adjudicación reportase una rentabilidad del 8%

El Parasol de la Encarnación, al fondo, visto desde la plaza situada en su entorno, ya reurbanizada.
El Parasol de la Encarnación, al fondo, visto desde la plaza situada en su entorno, ya reurbanizada.
C. M.

20 de enero 2010 - 05:03

Antes de comenzar la construcción del Metropol Parasol, la remodelación de la Encarnación era un negocio potencial. Ahora ya no es tan seguro. O, al menos, no lo será hasta que la empresa concesionaria y el Ayuntamiento acuerden una salida a la situación financiera en la que se encuentra el proyecto, cuyas obras han incumplido desde junio de 2007 -fecha oficial de terminación- hasta cuatro plazos distintos y sucesivos. La colocación de la estructura de madera -el Parasol- tenía que haber comenzado el pasado verano. En estos momentos está detenida por falta de fondos para pagar los materiales.

El Ayuntamiento, que hasta ahora ha tratado de ganar tiempo y desenfocar la atención con el sistema habitual -inaugurar la reurbanización exterior del complejo comercial, mal terminada y con numerosos flecos pendientes- estudia cómo salvar los muebles e intentar seguir adelante con los trabajos. El silencio es total. Potencialmente, y con independencia del sobrecoste global que se ha producido en los cinco años de obras que lleva el proyecto -a sumar al gasto de casi 90 millones de euros producido en la Encarnación en la última década-, sólo existen dos caminos. Poner más dinero para compensar a la adjudicataria o ampliar el periodo de concesión y explotación comercial de la Encarnación establecido en su día, que es de 40 años. O ambas vías.

El primer supuesto implica sacar ingresos de las arcas municipales. En 2005, cuando comenzaron los trabajos, el Consistorio decidió dar a fondo perdido a la empresa 25 millones de euros -la mitad del coste oficial del proyecto- para que las cuentas de explotación del Parasol arrojaran una rentabilidad del 8%. En base a esta decisión se detrajo de la reserva de dinero generada por el PGOU gracias a los convenios urbanísticos tal cantidad, hipotecando dos presupuestos municipales sucesivos, lo que requirió un permiso especial del interventor municipal. Los trabajos comenzaron. Pero desde entonces los gastos no han hecho sino crecer a medida que se han incumplido todos los plazos. De los 51 millones iniciales, se pasó a los 63 millones del presupuesto oficioso. A esta cantidad habrá que sumar los nuevos desajustes presupuestarios, obvios en el caso de una obra que, dado su diseño, se sabe cómo se empieza pero no cómo y a qué precio se terminará. Si Urbanismo optase por asumir este desfase, tendría que reservar fondos propios -en el caso de que tenga- o endeudarse, lo que implica gastos financieros.

El segundo supuesto consistiría en ampliar la concesión en el tiempo. Si Sacyr tiene garantizada la explotación integral de la Encarnación durante cuatro décadas, la opción pasa por aumentar este periodo hasta el momento en el que las cuentas cuadren. Esta fórmula no tiene coste a corto plazo pero supondría entregar la gestión de un espacio urbano situado en el corazón mismo de la ciudad histórica -era hasta ahora el enclave, junto con la Alameda, con mayor vocación de ágora ciudadana- durante más de medio siglo. Quizás más.

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