El ‘Ulises’ de Joyce se vuelve un ‘incunable’

Calle Rioja

Legado. En los XXX Encuentros de la Asociación James Joyce, García Tortosa revela que Cátedra descatalogó después de trece ediciones la edición en castellano del autor irlandés

Expertos en Joyce, en la calle San Fernando, junto a la Universidad. / Belén Vargas

RODEADO de alumnos y discípulos, en un receso para desayunar en el bar White, Francisco García Tortosa dio la noticia: después de trece ediciones, Cátedra ha descatalogado el Ulises de James Joyce en la edición que preparó este catedrático con la traducción de él mismo y María Luisa Venegas. Trece ediciones. “Eso es morir de éxito”, le dice alguno. Al mismo tiempo, Alianza le ofrece una traducción revisada de Retrato del artista adolescente.

Sevilla y Coruña son los dublines de España. Las dos ciudades en las que más estudiosos han salido del autor irlandés. Ayer y hoy, a lo largo de nueve sesiones, joyceanos de diferentes Universidades españolas, algunos del extranjero, se reúnen en los trigésimos encuentros de la Asociación Española James Joyce.

Un émulo de Buck Mulligan, el orondo de las primeras líneas del Ulises, el capítulo de la torre Martello, repartió por el Aula Magna de Filología papelitos con frases de diferentes obras del autor irlandés. Ricardo Navarrete, Esther de la Peña,Macarena Martín, Guillermina Herrera y Margarita Estévez forman parte del comité organizador. La última, gallega de Orense, dedicó su tesis doctoral al Ulises, se benefició del magisterio de García Tortosa y recordó que ya vino a los segundos Encuentros “desde Santiago, en un autobús lleno de legionarios”.

En nueve sesiones se repasa la influencia de Joyce en obras como Rayuela, de Cortázar, El Gran Gatsby, de Scott Fitzgerald (paralelismo a cargo de Nacho Guijarro), o Tres tristes tigres, de Cabrera Infante. Manuel Almagro, pionero de esta devoción, cuenta que su primer artículo sobre el irlandés lo tituló A favor de Joyce, réplica a otro que Juan Benet había titulado Contra Joyce.

Los asistentes cruzaron el Estrecho de Gibraltar con Rocío Rojas-Marcos, esa geografía de la última página del libro, el final del monólogo de Molly Bloom; asistieron con Pedro Javier Pardo a una lectura cervantina del Ulises; o encontraron con Benigno del Río las huellas de Joyce en El niño del pijama de rayas.

El primer bloomsday se celebró en Dublín en 1954. Sevilla se sumó hace tres décadas, Antonio Rivero Taravillo recuerda que el primer congreso sobre Joyce en la ciudad tiene lugar en 1994, “el mismo año que abre Flaherty”. El pub irlandés de la calle Alemanes donde el 16 de junio de 2002 los devotos de Bloom y de Dedalus vieron el España-Irlanda del Mundial de Japón y Corea. El bloomsday del año que España ganó el Mundial coincidió con la derrota ante Suiza en el primer partido. El país donde están enterrados Borges y Joyce. El primero publicó un bellísimo poema, Invocación a Joyce. Ninguno de los dos ganó el Nobel de Literatura, el galardón que tiene Bob Dylan, que inicia gira en España.

Joyce en Borges, en Cortázar, en Lezama Lima. Influencias que analiza José Luis Venegas. Cordobés de Palma del Río, es profesor en la Wake Forest University. Joyce en la música, en el cine, en la cerveza, en los caballos. Antes de la mesa redonda final, ¿Llegaremos a trescientos años? y de la asamblea de socios, se presentó la novela Ulises, mi amor. Su autor, Ramón Candelas, alicantino de Elda, es ingeniero aeronáutico y vive en San Sebastián.

Michael Gronow recogía las impresiones de los ponentes. Joyceanos de Galicia, de Extremadura, de Alicante, de Salamanca, de Canarias. Hace un siglo, Joyce estaba terminando el Ulises, que escribe entre 1914 y 1921. Cuatro años de guerra y tres de posguerra entre Trieste, Zurich y París.

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