Así averiguó la US la antigüedad de las huellas de homínidos en Matalascañas
Universidad
Un equipo de investigación de la Hispalense ha liderado este estudio
Ha empleado una técnica de luminiscenica inexistente hasta 2017
Las huellas de homínidos de Matalascañas son 200.000 años más antiguas de lo que se creía
Ha sido uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos. Las huellas de homínidos aparecidas en 2020 en Matalascañas (Almonte, Huelva) tienen 200.000 años más de lo que se pensaba. Una antigüedad que ha ayudado a constatar, entre otros especialistas, Jorge Rivera, investigador y técnico del Centro de Investigación, Tecnología e Innovación de la Universidad de Sevilla (Citius) gracias al empleo de tecnologías tan novedosas como la luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), inexistente en los laboratorios de la Hispalense hasta 2017.
Este tipo de datación, incluida en el Servicio General de Investigación (SGI) de Radioisótopos, presta apoyo a la propia Universidad de Sevilla (US), a otros centros académicos y a empresas privadas. Su funcion principal es datar la antigüedad de las distintas muestras que le envían. Entre ellas, las más frecuentes son las que proceden de restos arqueológicos.
El último hallazgo en el que ha participado ha tenido una enorme repercusión, no en vano constata que individuos preaneandertales vivieron en las playas de Doñana durante el Pleistoceno Medio. Es decir, hace 295.800 años esta zona de la costa andaluza ya estaba habitada. La investigación, liderada por el catedrático de Paleontología de la Universidad de Huelva (UHU), Eduardo Mayoral, la ha publicado la revista científica Scientific Reports, del grupo Nature, el pasado 19 de octubre.
Medidor de luminiscencia
La participación de Rivera ha resultado clave en dicho proceso, en el que ha empleado una técnica con la que viene trabajando el referido laboratorio desde hace un lustro: la datación por luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), la cual, aplicada a los sedimentos (como es este caso), determina el tiempo transcurrido desde que éstos fueron expuestos a la luz por última vez. Para conseguir el dato, se emplean dos mediciones, la luminiscencia y la radiactividad.
La primera de ellas -la más novedosa- consiste en analizar los minerales de cuarzo, y en ocasiones de feldespato, que contienen los sedimentos. Rivera explica que estos minerales, cuando están enterrados, se comportan como "dosímetros naturales", esto es, acumulan la radiación de los isótopos (átomos que tienen núcleos con el mismo número de protones, pero no de neutrones) de su entorno.
Una vez en el laboratorio, los cristales de cuarzo o feldespato de los sedimentos analizados se exponen a un estímulo externo (una luz con una determinada longitud de onda) y se libera la radiación acumulada. De ahí se obtiene una señal de luminiscencia, a partir de la que se determina una dosis de radiación equivalente a la acumulada durante el periodo de soterramiento. Mientras están expuestos a la luz, la propia radiación solar eliminar cualquier señal previa de luminiscencia que pudieran emitir estos minerales.
Detector gamma de alta resolución
En las medidas de radiactividad, los sedimentos se analizan por espectrometría gamma de alta resolución. Se trata de una técnica multielemental que permite determinar las actividades de los principales radioisótopos naturales, con las que finalmente se calcula la tasa de dosis que aporta el entorno a los minerales antes analizados. Dividiendo el primer resultado de la luminiscencia por el segundo de la radiactividad, se calcula la edad de los sedimentos. Una tarea en la que ha participado el Servicio de Radioisótopos del Citius en colaboración con el Consorcio del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana (Cenieh), que se encuentra en Burgos. Esta entidad, especializada en Paleontología, se creó a raíz del hallazgo del Hombre de Atapuerca.
La UHU, que aportó las muestras, tomó en un primer momento dos tomas de distintos niveles de las huellas y otras dos posteriores para contrastar los resultados. Tras el mencionado procedimiento, la edad de los restos fósiles ha quedado definida y apunta al Pleistoceno Medio, por lo que cuentan con 200.000 años más de lo que se pensaba, ya que hasta ahora se situaban en el Pleistoceno Superior. Su antigüedad, por tanto, alcanza los 295.800 años. Este dato contiene un margen de error de 17.800 años.
Las huellas de Matalascañas se convierten en un registro único en Europa, ya que no existe hasta la fecha, en cuanto a pisadas de fósiles de homínidos, un yacimiento mejor en el mundo por número, antigüedad y extensión que el encontrado hace dos años en la playa del Asperillo. Al principio constaba de 87 pisadas, que ahora llegan a 300. De ellas, sólo un 10% está bien conservada.
La aportación de la investigación
El Pleistoceno Medio supone, según los expertos, "un momento crucial" entre distintos estadios climáticos, pues se sitúa entre una época cálida, que fue el MIS 9 (de 360.000 a 300.000 años), en transición al MIS 8 (de 300.000 a 240.000 años), momento en el que se produjo una importante glaciación. A excepción de Matalascañas, no se conocen otras huellas de homínidos entre dichos estadios del Pleistoceno Medio, motivo por el cual se cuestiona que las pisadas pertenezcan a neandertales. Tras las medidas de luminiscencia y radiactividad, gana peso la hipótesis de que se trate de homínidos preneandertales.
Este dato aporta mayor valor a las huellas analizadas por el investigador de la US, debido a su aportación a los registros fósiles de homínidos en el Pleistoceno Medio, muy pobre en Europa por la escasez de yacimientos con pisadas. Hasta ahora, según el artículo publicado en Nature, sólo se han encontrado pisadas de este periodo en Terra Amata y Roccamonfina (Italia), fechado entre 380.000 y 345.000 años atrás, con registros de Homo Heidelbergensis. Son los únicos más antiguos a los del Asperillo en esta era. Tras estos, se sitúan los yacimientos de Biache-Vaast (Francia) y Theopetra (Grecia), de hace 236.000 a 130.000 años, atribuidos ya al Homo Neanderthalensis. Por otro lado, el rango de longitud de todas las huellas encontradas en Matalascañas, de entre 14 y 29 centímetros, encuentra similitudes en otros puntos europeos, como Theopetra (14/15 centímetros), Roccamonfina (24/27 centímetros) y Terra Amata (24 centímetros).
El SGI de Radioisótopos del Citius recibe al año una media de 30 a 35 muestras para ser datadas. En ello, según Rivera, se emplea dos meses. La ventaja de este departamento es que cuenta con las dos mediciones, algo poco habitual en otros laboratorios. A estas instalaciones de la US llegan otros restos arqueológicos como la cerámica (algunas de ellas precolombina), que han datado su antigüedad en hasta 1.500 años, y restos de edificios, que acumulan más de 400 años, especialmente del siglo XVI y XVIII.
El Dolmen de Menga
Uno de los proyectos más interesantes en los que ha participado el SGI de Radioisótopos del Citius ha sido en proporcionar una nueva antigüedad al Dolmen de Menga, en Antequera (Málaga), que tras el uso de la luminiscencia y el carbono 14 se ha constatado que data de entre 3.800 y 3.600 años antes de Cristo. Para ello, se buscaron también minúsculos cristales de cuarzo entre el relleno original de la cavidad, porque desde que se colocó sobre ellos una gran roca dejaron de recibir luz. Esta circunstancia, permitió, ya en el laboratorio, medir cuánto tiempo había pasado desde entonces gracias a la técnica de luminiscencia por estimulación óptica. Esta antigüedad lo sitúa mil años antes que el monumento megalítico de Stonehenge, en Inglaterra.
Los resultados de ese estudio se publicaron en agosto en la revista Quaternay Research. Una parte importante de las medidas se llevaron a cabo en el Servicio de Radioisótopos del Citius. Los trabajos se desarrollaron en colaboración con Alicia Medialdea Utande, investigadora del grupo de Geocronología del Cenieh.
Estos dos estudios, el de la construcción del Dolmen de Menga, establecida hace 5.800 años, y el de las huellas encontradas en Matalascañas, fechadas alrededor de los 300.000 años, demuestran el amplísimo rango de edad que se puede abarcar con esta novedosa técnica.
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