Tomando el pulso a Santa Catalina
El arquitecto que estudia el templo no ve "riesgo inminente" para alarmarse. La Archidiócesis ha anunciado la entrada de inversión privada con un acuerdo "de entre 100.000 y 200.000 euros" por parte de la Fundación La Caixa.
El interior de Santa Catalina ha cambiado. Después de dos años y medio de la última visita guiada para los medios de comunicación la visión es mucho más diáfana que la que ofrecía el templo mudéjar en aquel entonces, cuando se acometía el saneamiento de las cubiertas. El bosque de vigas ha desaparecido y sólo existen cuatro cimbras y varios sensores que se encargan de tomarle el pulso a este edificio cerrado al culto desde 2004. Se trata de los nuevos elementos técnicos usados por el arquitecto Francisco Jurado Jiménez, al que el Arzobispado le ha encargado el último informe sobre el estado de Santa Catalina.
La Archidiócesis de Sevilla quiere que se conozca cualquier detalle que acontezca en la restauración de este templo. En dicho afán por mostrar la máxima "transparencia", los medios de comunicación tuvieron ayer la oportunidad de comprobar el estado en el que se encuentra Santa Catalina, donde actualmente no se acomete ninguna obra después de que concluyera la primera fase de la restauración con la que se intervino en las cubiertas, cuyo mal estado provocó el cierre hace ya casi nueve años.
Desde 2010 no se ha vuelto a ver actividad alguna bajo su techumbre. "Ahora mismo estamos en un compás de espera", aludió ayer Francisco Román, secretario general y canciller de la archidiócesis, quien recordó las informaciones "alarmistas" de las que se hizo eco la opinión pública el año pasado, a través de las cuales se dio a entender que "Santa Catalina se caía". Román aludía, de este modo, a las declaraciones del autor del proyecto de intervención integral en el templo, Francisco Granero, que en mayo -cuando se cumplían ocho años del cierre- alertaba del "delicado estado" del inmueble, por lo que instó a intervenir cuanto antes sobre la cimentación general y, en particular, sobre los pilares centrales que se habían movido entre 6 y 8 centímetros.
Esta urgencia, sin embargo, fue matizada por el propio arzobispo de Sevilla cuando en septiembre aseguró que el estado no era de "riesgo evidente". Para esta afirmación, monseñor Asenjo se basó en un informe que había encargado al arquitecto Francisco Jurado, quien además de contar con un amplio currículum en rehabilitación de templos históricos, había elaborado para el prelado hispalense varios informes durante su estancia al frente del Obispado de Córdoba.
El propio Jurado confirmó en diciembre a Diario de Sevilla, tras examinar dos veces Santa Catalina, que el edificio no presentaba síntomas de movimiento. Por tal motivo, el Arzobispado le encargó un informe para el cual se están tomando datos estos días.
Jurado explicó ayer a los medios que para elaborar dicho documento se han colocado unos sensores con el fin de obtener "mediciones precisas" y a través de ellas constatar si hay movimientos peligrosos. A esta información se sumará la aportada por los escáneres tridimensionales que se emplean para conocer el tipo de carga que soporta cada pilar y cuánta resistencia tienen los ladrillos y morteros que componen la estructura del templo.
En concreto, según precisó el arquitecto, se han instalado sobre la solería electroniveles -que aparecen recubiertos de aluminio- que llevan varias semanas detectando todo tipo de cambio que se produce en un milímetro. A través de este sistema se hace una medición cada cinco minutos que queda registrada.
Al margen de esta técnica, entre cada pilar se han colgado cables que por medio de una cámara del tipo LVT es capaz de medir con una precisión de "centímetros de milímetro" la tensión que se acumula entre los arcos que separan las naves.
Una vez obtenidos todos estos datos, se elaborará el informe que, según Jurado, se acabará en un tiempo máximo de dos meses y medio. Francisco Román indica que cuando se cuente con el nuevo documento habrá que ser muy "prudente" a la hora de establecer una fecha para el inicio de la segunda fase de la restauración. "El informe del arquitecto Jurado puede aportar una realidad nueva sobre el templo", añade el secretario general de la archidiócesis sevillana.
A falta de conocer los datos definitivos, Jurado insistió en la idea que ya expresó en el primer momento que fue requerido por Palacio: "Nada de lo que he visto hasta ahora me resulta preocupante". En este sentido, el arquitecto aclaró que "las grietas pueden ser por el paso del tiempo o por una situación de peligro. Si aparece una de ellas no significa que haya un deterioro inminente. Es la diferencia entre la arruga y la herida. Una es por los años y otra, por enfermedad. En el caso de estas últimas sí hay que intervenir".
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El autor del nuevo informe reconoció que aún no se ha puesto en contacto con Francisco Granero, aunque sí ha tenido en cuenta su estudio. "Los datos que logremos ahora serán complementarios a los que aportó él a través de Vorsevi", detalla Jurado.
El nuevo informe, además, condicionará la búsqueda de financiación de la segunda fase de las obras. A este respecto, Francisco Román apuesta también por la "prudencia". "Si algo nos ha enseñado la crisis es a ser moderados a la hora de usar el dinero propio y el ajeno. Santa Catalina se enfrenta a la dificultad de acometer una obra en esta coyuntura, por lo que si el modelo de colaboración con las administraciones públicas que se había empleado hasta ahora resulta un obstáculo, habrá que cambiarlo".
Con estas palabras el canciller del arzobispado se refería a la limitación que sufren actualmente la Junta y el Ayuntamiento para disponer de fondos a la hora de participar en un templo propiedad de la Iglesia. "Acudiremos a la Gerencia de Urbanismo y a la Consejería de Cultura para que nos digan cuáles son sus posibilidades reales de colaborar en esta rehabilitación. En función de la disponibilidad alcanzaremos un nuevo acuerdo", explicó Román.
Partiendo de esta tesitura, el Arzobispado -como ya anunció hace varios años- deja la puerta abierta a la financiación privada en la restauración de Santa Catalina. Por ahora, la Fundación La Caixa ya se ha comprometido a aportar entre 100.000 y 200.000 euros en estos trabajos, según anunció el propio Román, quien aseguró que ya se están buscando otras entidades para que ayuden a financiar la restauración, de la que, por cierto, no existe a día de hoy una cifra exacta del presupuesto de intervención.
Desde que se cerró el templo los organismos públicos siempre la han cifrado en unos tres millones de euros, una cantidad que redujo casi a la mitad el autor del proyecto de intervención, Francisco Granero, cuando habló de 1,7 millones para volver a abrir Santa Catalina.
Este montante queda ahora en el aire tras el nuevo informe encargado al arquitecto Jurado, aunque, dada la actual coyuntura económica, es poco probable que el Arzobispado encargue otro proyecto de restauración por el elevado coste que tendría. Lo cierto es que esos 1,7 millones no incluían la inyección en el subsuelo a 20 metros de profundidad que el doctor Granero pretendía llevar a cabo en su proyecto de rehabilitación integral para frenar el hundimiento, según señalaron fuentes arzobispales. Estos trabajos conllevarían un coste cercano al millón de euros que situaría el presupuesto en la cifra que se barajó al principio.
Sobre una posible intervención en el subsuelo, el arquitecto Jurado indicó que este trabajo está condicionado por la cantidad de restos arqueológicos que se concentran bajo Santa Catalina, "aunque todo está a expensas de que los datos que ahora estamos registrando nos confirmen la existencia de esos movimientos".
Mientras se obtienen los resultados, en el interior del templo todos los altares se encuentran "herméticamente" cubiertos, incluida la capilla sacramental -obra de Leonardo de Figueroa- restaurada en 1994. Bajo la techumbre ya restaurada la percepción de deterioro es mucho menor que la que el ciudadano observa desde fuera.
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