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Salud

El Colegio de Podólogos de Andalucía advierte de la moda de colocar a los niños zapatos muy ajustados o muy holgados que pueden generar problemas óseos.

El calzado deportivo y escolar infantil.
Noelia Márquez

01 de noviembre 2016 - 05:03

Medio centímetro. Ni ajustado ni demasiado holgado. La medida perfecta es medio centímetro de espacio libre en el zapato infantil para evitar problemas que, a la larga, lleven a que el niño sufra un desarrollo óseo incorrecto, uñas encarnadas, laceraciones, e incluso hematomas. "En la consulta hemos detectado un aumento de problemas, especialmente en niñas. Son problemas provocados por zapatos excesivamente ajustados", explica la doctora Esther Manzanares, vocal en Sevilla del Colegio de Podólogos de Andalucía, quien advierte de que algunas modas o tendencias no son saludables.

El inicio de las clases y la entrada del otoño es un periodo proclive para la renovación del calzado infantil y los especialistas inciden en la enorme importancia que tiene para la salud de los más pequeños la elección de zapatos idóneos. Las tendencias de consumo varían y, a veces, contradicen al sentido común. "Por ejemplo, hay una moda de calzar zapatos rígidos a bebés, sobre todo niñas, porque son bonitos, pero realmente son un adorno que puede afectar al desarrollo normal del pie. Los bebés, mientras no andan, no deben llevar zapatos, sino patucos, que facilitan la movilidad y el desarrollo normal a esas edades", asevera la especialista.

Si hace unos años la tendencia general era la de colocar a los pequeños zapatos especialmente holgados para garantizar su uso durante varias temporadas; en los últimos años los podólogos advierten de todo lo contrario: "En las consultas vemos cada vez más niños con problemas provocados por zapatos demasiados ajustados", añade la doctora Manzanares. Uñas encarnadas, hematomas provocados por la presión del calzado, micosis (hongos generados por la falta de transpiración) son problemas que llegan, con cada vez más frecuencia, a las consultas de Podología a edades más tempranas.

La doctora Manzanares advierte especialmente del daño que pueden provocar determinadas modas en las niñas. "El desarrollo de ellas es idéntico al desarrollo de los niños, y sin embargo, a las niñas las vemos con un tipo de calzado inadecuado para andar y jugar, como por ejemplo son las manoletinas. Son zapatos bonitos pero poco recomendables: tienen la suela fina, poca sujeción y están apretadas", comenta. Ante un mercado cada vez más amplio en calzado infantil, los podólogos ofrecen consejos a a padres: zapatos ni demasiado holgados, ya que pueden provocar laceraciones, ni excesivamente ajustados; suelas de goma, fabricados con materiales nobles o bien que sean transpirables; y con una puntera ancha y alta, de modo que los dedos del pequeño puedan moverse. El mejor momento para probar el zapato es al final del día. "El niño de pie, no sentado, y que el zapato tenga libre medio centímetro, el dedo meñique", aconseja. El calzado deportivo de calidad es, por ejemplo, "ideal para la actividad de los niños", añade.

La elección del calzado es especialmente importante en niños de hasta 8 años, periodo de edad en el que se desarrolla el 80% de la evolución angular y torsional de los miembros inferiores. El Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía recuerda que el pie de un niño crece una media de ocho milímetros cada tres meses. Cuando el pie está demasiado apretado puede sufrir, a la larga, problemas morfológicos; y cuando el pie baila en un zapato demasiado grande, sufre laceraciones o ampollas.

Otra de las tendencias inadecuadas son los zapatos heredados, que pasan de un niño a otro. "A veces los niños tienen vicios posturales, por ejemplo, giran demasiado el pie hacia dentro o hacia fuera. El zapato que utiliza, si lo heredara su hermano, por ejemplo, éste también reproduce las posturas viciosas", advierte la especialista.

A medida que el niño crece, la elección del calzado determina en gran medida la aparición de patologías morfológicas. "Normalmente a la edad de los siete años el niño ha desarrollado el pie y es a esa edad cuando comienzan a apreciarse problemas habituales como pueden ser posiciones incorrectas del tobillo que, a la larga, terminan afectando a las rodillas, la cadera o la columna", explica la vocal de los podólogos de Sevilla.

El Colegio de Podólogos de Andalucía recomienda revisiones periódicas a partir de los 3 ó 4 años, edad a la que se pueden adoptar medidas preventivas ante posibles incorrecciones en el desarrollo normal del pie.

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