El Supremo condena a tres militares por fraude en una residencia
Los acusados se hicieron con whisky y ron de reserva, así como mariscos y embutidos ibéricos, por valor de más de 20.000 euros
La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha confirmado las condenas de hasta dos años y medio de cárcel que el Tribunal Central Militar impuso en febrero pasado a tres militares y dos empresarios sevillanos acusados de delitos de fraude y contra la Hacienda Militar en la compra de la comida que servían en la residencia universitaria San Hermenegildo.
El Alto Tribunal ha confirmado la pena de dos años y medio de cárcel impuesta al coronel Francisco M. A., ya retirado y que fue director de esta residencia ubicada en la avenida de la Borbolla, y al comandante Antonio P. S., ex administrador de la residencia y actualmente en situación de reserva; mientras que el subteniente Francisco M. G., entonces jefe de cocina, ha sido condenado a dos años y tres meses de cárcel.
Junto a estos tres militares, el Supremo ha confirmado la condena de un año y nueve meses de cárcel para los empresarios del sector de la alimentación Fernando M. H. y Manuel R. L., suministradores de la residencia. Otros tres militares, un antiguo administrador de la residencia, un ex director y otro ex jefe de cocina fueron finalmente absueltos.
La Sala Quinta del Alto Tribunal ha confirmado igualmente que los tres militares condenados deberán abonar una indemnización de 92.723,31 euros, cantidad a la que se redujo finalmente el fraude a pesar de que inicialmente fueron acusados de apropiarse de 299.600 euros destinados a adquirir comida para los estudiantes.
Los mandos militares enjuiciados trabajaron entre 2005 y 2009 en la residencia universitaria San Hermenegildo, que fue fundada en 1958 para alojar a hijos de militares y guardias civiles. La investigación interna comenzó a raíz de las quejas de los trabajadores y de los 180 universitarios alojados en el centro por el empeoramiento de los servicios de limpieza y comedor, pese a que el precio de la residencia pasó de 100 euros mensuales a 375 y 475 euros.
La sentencia señala que una de las empresas suministradoras confeccionó, en connivencia con el administrador y director de la residencia, "albaranes y facturas ficticias, por mendaces, relativas a productos no efectivamente entregados, generando así un determinado depósito dinerario, no mercancías". De ese depósito, los militares condenados solicitaron productos o mercancías que "en su totalidad hicieron suyos los tres procesados y dedicaron a los fines que les pareció", ajenos a la residencia.
Ese depósito a finales de junio de 2008 presentaba un saldo a favor de la residencia de 14.891,32 euros. En uno o varios momentos, no específicamente determinados, entre los meses de julio, agosto o septiembre de 2008, el subteniente Francisco M. G., en "connivencia" con el comandante Antonio P. S. y con el coronel Francisco M. A., retiró de ese depósito un total de 10.000 euros "en productos, que el suboficial y los dos oficiales reseñados hicieron suyos".
Además, los tres militares condenados solicitaron la entrega de bebidas alcohólicas "como whisky y ron de reserva, productos alimenticios de gran calidad, como marisco, cañas de lomo, jamón y carnes selectas y otros de consumo ordinario". Una pequeña parte de dichos productos fueron suministrados y recibidos efectivamente en la residencia, explica el fallo, que señala que el valor de estas mercancías asciende a un total de 20.234, 34 euros.
El resto de las mercancías que se solicitaron mediante facturas y albaranes falsos, "las hicieron suyas y emplearon para las finalidades que les pareció" a los procesados, "sin que conste que ninguno de tales productos hubiera sido efectivamente recibido en la cocina de la Residencia, ni destinado a la alimentación de los residentes".
La detracción del crédito de alimentación previsto para los residentes en la Residencia Militar de las cantidades que han quedado expresadas a través del ya descrito mecanismo de albaranes y facturas mendaces, provocó desde el inicio del curso 2008-2009, en octubre de 2008, y hasta el mes de diciembre de 2009, una "importante y sensible disminución en la calidad y en la cantidad de los alimentos servidos en los desayunos comidas y cenas de la Residencia, en cuya cocina y por orden del subteniente, que también en esto actuaba en connivencia con el comandante y el coronel, se confeccionaba diariamente un número de plazas menor que el que resultaba de la previsión de residentes que efectuarían las comidas".
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