Símbolos permanentes de Triana
Los corrales de vecinos de este barrio sevillano mantienen un estilo de convivencia de raíces seculares
Como la vida en un pueblo. Triana sigue presumiendo de conservar sus tradiciones y símbolos, y uno de los más característicos es la permanencia de los corrales de vecinos, herencia de décadas pasadas e incluso de mediados del siglo XIX y principios del XX. El Ayuntamiento de Sevilla apuesta desde hace años por su conservación y la mayoría de ellos han sido rehabilitados o lo está siendo, dejando el ambiente de los corrales de antaño.
Sin embargo, no todos estos espacios han gozado del buen hacer de sus propietarios e incluso unos cuantos se han visto obligados a abandonar sus casas debido al interés inmobiliario hacia estos lugares especiales. La lucha sigue vigente entre la tradición y la modernidad, pero en Triana sus habitantes lo tienen claro y apuestan por este tipo de vida tranquilo y familiar.
Las calles Castilla y Alfarería son dos de los lugares trianeros que siguen contando con estos bellos espacios, sin olvidar los del otro lado del Altozano de las calles Pureza, Pelay Correa y Pagés del Corro, entre otros. Uno de los más antiguos del barrio es La Cerca Hermosa, en la calle Alfarería 34, que data de 1825 y que en el año 2000 fue rehabilitado por el Ayuntamiento, renovando el suelo y el saneamiento de las casas. Luis Casal, presidente de la comunidad, lleva 20 años viviendo allí y destaca el modo de vida privilegiado con el que cuentan los vecinos. "Esto es otra historia, la vida es cómoda porque en Triana tienes cualquier cosa al lado, como en un pueblo, y no se escuchan ruidos ni entran coches", señalaba Luis Casal, que destacaba lo económico que resultaban los suministros de luz y agua, así como la comunidad.
La buena convivencia es otra de las principales características de estos corrales, donde además de bautizos y otras fiestas se celebraban los jueves y viernes de la Feria de Abril bailes y cantes con todos los vecinos, quienes habían puesto un bote para llevarlo a cabo. De los detalles que han cambiado, además de las numerosas visitas que reciben de todo tipo de turistas y curiosos, está la renovación social y cultural de sus vecinos. Algunos de los hijos de los propietarios también viven en casas anexas y todos ellos cuentan con carreras universitarias, con lo que profesores, arquitectos o periodistas han renovado las clases bajas sociales que habitaban el lugar. "Antes había animales por aquí enmedio y también hubo una pensión", recuerda el presidente de esta comunidad, que cuenta con varios premios en los concursos municipales de cruces de mayo.
Otro clásico lugar es el Corral de Herrera, en la calle Pagés del Corro 111, contruido en 1909 y rehabilitado en 1994. A principios del siglo XX ya contaba con 45 familias y unos 100 vecinos habitando el lugar. También en éste permanecen antiguos dueños con jóvenes ocupantes, algunos de alquiler como en los corrales de otros tantos puntos de Triana, y todos ellos coinciden en apuntar que aquí "se vive muy a gusto". La presidenta de la comunidad de vecinos, Antoñita, lo deja bien claro y, a sus casi noventa años, insiste en que "aquí se está mejor que en Castilleja", donde cuenta con un chalet. "Ahora hay mucha gente joven y son excelentes, y las personas mayores somos ya pocos", comentaba esta habitante del Corral de Herrera desde hace diez años, quien recordaba junto a otras vecinas con más años de estancia en la casa el mal estado de la misma y las riñas vecinales que algunos protagonizaban.
De los 74 censados en el año 2000, se calcula que hoy quedan en pie poco más de una treintena de corrales de vecinos en Triana, según datos de Copavetria, la asociación que lucha por su defensa. Varios de ellos se están rehabilitando. En muchos rincones de este emblemático barrio se pueden descubrir, desde la Plaza de Chapina hasta la Plaza de Cuba, sin olvidar los del otro lado de la Ronda de Triana.
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