"Sevilla era un tubo de ensayo de todo lo que pasó en el resto de la Península"
Los invisibles
Especialista en la Sevilla judía, Isabel Montes Romero-camacho viajó a esta paradoja de pueblo protegido y perseguido, el más expulsado de la historia, que sufrió en Sevilla el primer asalto a una Judería.
DESCUBRIÓ la Sevilla judía por casualidad. A Isabel Montes (Sevilla, 1955) se le abrió un mundo que va desde Nabucodonosor a los Reyes Católicos.
-¿Por qué se habla menos de la Sevilla judía que de la romana y musulmana?
-Los judíos eran una minoría que además fueron expulsados y antes sufrieron el asalto de la Judería. No sólo en Sevilla. Ahora surge el interés porque están en alza las minorías y la marginalidad.
-¿No es suficiente la Judería?
-El gran especialista en urbanismo judío es mi maestro Antonio Collantes de Terán. Él dice que el Barrio Judío es una recreación del siglo XIX. En el mismo espacio donde se produjo el asalto a la Judería de 1391, pero pasado por el velo pastiche del Romanticismo.
-¿Cómo llegó a este mundo?
-De forma fortuita. Para mi tesis trabajé en el Archivo de la Catedral. Encontré unos documentos sobre judíos y Manuel González Jiménez me sugirió que los recopilara para un congreso sobre la ciudad medieval.
-¿Por qué asaltan la Judería?
-El instigador fue Ferrán Martínez, el Arcediano de Écija. Un hombre con injusta fama de persona ruda y exaltada que tenía muy buena formación teológica y jurídica. Preparo un libro sobre este personaje, uno de los clérigos que se van al círculo de Avignon cuando se produce la escabechina de Pedro el Cruel. El asalto es el detonante de una crisis tremenda acelerada por la muerte del arzobispo de Sevilla y la muerte del rey, Juan I de Castilla.
-¿Cuánta gente vivía allí?
-En la aljama residían de 450 a 500 vecinos. Aplicando los coeficientes de demografía, podemos hablar de casi 3.000 personas. Entre un 5% y un 10% de la población de Sevilla.
-¿Fue una asalto cantado?
-Todo lo contrario. La mayor parte de los judíos llegan a Sevilla en la repoblación con San Fernando desde Toledo. Antes los habían expulsado de la ciudad almohades y almorávides. Había judíos muy importantes en el entorno del rey. Estaban protegidos. Les dan un sitio magnífico con una muralla interior para evitar asaltos; y una muralla exterior con una salida que es la actual Puerta de la Carne. Una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Hay figuras como don Çsulemán (Solomon Ibn Zadock), almojarife del Reino, embajador, hablaba varios idiomas. Era dueño del cortijo llamado del Judío que está en Carmona y fue de Antonio Ordóñez.
-¿La creación del Estado de Israel determinó la imagen de lo judío?
-Entre la gente culta, no. Hay que distinguir entre antisemitismo y antijudaísmo. Para la gente llana, los judíos eran un pueblo deicida, son los que matan a Cristo y tienen la culpa de todo. Soportan todo tipo de sambenitos: los acusan de envenenar el agua, de corromper el aire, de matar a los niños. Un estigma que no es exclusivamente español. Con nuestra leyenda negra, olvidamos que antes los expulsaron de Francia e Inglaterra. Y hoy son los capitalistas que machacan a los palestinos.
-En Sevilla existe una Fundación Tres Culturas. ¿Convivieron?
-Más que convivir, coexistieron. Sevilla fue un tubo de ensayo de todo lo que después pasó en la Península Ibérica. Es la primera ciudad donde se asalta una Judería y de aquí los expulsan (1483) nueve años antes. A pesar de que no todo sea convivencia beatífica ni Arcadia feliz, los judíos están aquí desde la destrucción del templo de Jerusalén por Nabucodonosor.
-¿Cuántas sinagogas hubo?
-Había tres mezquitas que el Rey se reservó para sinagogas. Las futuras parroquias de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé el Nuevo. En el esplendor de finales del XIV, hablan de 23 mezquitas, pero Collantes dice que son muchas, serían oratorios.
-¿La Semana Santa de Sevilla es aséptica hacia los judíos?
-Hija del barroco y la Contrarreforma, está llena de símbolos subliminales de rechazo. Empezando por los esbirros.
-¿Cuál es su lección favorita?
-El sino de las minorías étnico-religiosas como judíos y mudéjares. Los moros que no se quisieron ir del poema de Villalón. La gente, incluso mis alumnos, confunden a los mudéjares con los moriscos.
-Si hubiera un lobby judío en Sevilla, ¿propondría quitar del callejero a los Reyes Católicos?
-La decisión la tomó el Rey, aunque se le atribuya a Isabel la Católica, mujer extraordinaria. Hasta guapa, como dice el maestro Luis Suárez Fernández. Y muy mujer. Fernando el Católico busca la unidad política, que tiene como premisa la unidad religiosa y ahí sobran las minorías. Los intelectuales de la época, los historiadores italianos, aplaudieron la decisión de un rey que es el modelo de Maquiavelo para El Príncipe y encarna las virtudes del Renacimiento.
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