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Sevilla sin toldos en verano: ¿Son realmente tan efectivos?

Enrique Figueroa, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, señala la oportunidad actual de hacer un estudio riguroso sobre su uso y funcionalidad

Los comerciantes reclaman un entoldado definitivo

La espera del autobús bajo el abrasador sol de la plaza de la Campana. / Juan Carlos Muñoz

Sevilla afronta el caluroso verano sin los toldos en las principales calles comerciales del centro. La ausencia de estas protecciones, según el Ayuntamiento por un incumplimiento de lo acordado por parte de la empresa, ha generado un sinfín de críticas debido a las altas temperaturas y el intenso calor que deben soportar sevillanos y turistas durante estos meses. Pero, ¿son realmente efectivas las velas y los toldos para combatir el calor? Este periódico acompaña a Enrique Figueroa, catedrático de Ecología, a realizar distintas mediciones de temperatura, radiación directa y ultravioleta en los principales enclaves del centro que deberían estar ya sombreados. El resultado es, cuanto menos, llamativo.

Las mediciones se realizan entre las 17:30 y las 18:30 en una jornada en la que la Aemet registró una temperatura máxima de 37,4 grados a las 18:00 en la estación de Tablada y un índice UV superior a 9 en una escala de 11. Antes de comenzar a tomar datos en la Plaza Nueva, Figueroa ya lanza una primera consideración: “Sevilla ha afrontado el problema de la necesidad de sombra de varias maneras: arbolado, pérgolas y velas o toldos. De las tres aproximaciones la más eficiente es el arbolado, que no solo atenúa la radiación incidente, sino que contribuye a bajar la temperatura debido a la transpiración. El siguiente elemento en importancia es la pérgola y finalmente, los toldos. El problema es la dificultad de poner lo mejor en un sitio concreto”.

La primera medición se realiza bajo uno de los grandes plátanos de sombra. La temperatura del pavimento se eleva a 34 grados. La radiación solar directa se sitúa en 1.300 lux, el valor de la UVA es 0 y el de la UVB+C es de 0,006 v/m2 . De los tres tipos de rayos ultravioletas, los más peligrosos para la salud son los B y C, aunque el A también tiene efectos muy nocivos. Precisamente, la principal función de las velas y toldos sería proteger a los peatones de los ultravioletas y de la radiación solar directa, ya que no tienen un efecto muy notable en la disminución de la temperatura. Otra medición en la Plaza Nueva, esta vez al sol, multiplica todos los valores: 62,7 grados (asfalto), 3,6 (UVA), 0,021 (UVB+C) y una radiación solar directa de 66.000 lux. Son valores muy extremos.

Medición de la radiación solar bajo los árboles de la Plaza Nueva. / Juan Carlos Muñoz

La anchura y orientación de las calles y la altura de los edificios influirá de manera determinante en la necesidad de sombra de un espacio concreto. Por ejemplo, las calles Tetuán, Velázquez, Cuna o Sierpes, están soleadas fundamentalmente a mediodía. A la hora de las mediciones cuentan con una “sombra sólida” que le proporcionan los edificios. Las mediciones en ambas calles son muy similares. En Tetuán, por ejemplo, se registra una temperatura del pavimento de 32,6 grados, una radiación de 14.000 lux, un UVA de 0,8 V/m2 y una UVB+C de 0,011. “En las calles con sombra el ultravioleta es mayor que bajo los árboles, como se puede comprobar”, indica Figueroa.

Figueroa el ultravioleta en la calle Tetuán. / Juan Carlos Muñoz

Las calles con orientación Este-Oeste sí sufren los rigores del sol a las seis de la tarde. Es el caso de Sagasta. La temperatura del suelo asciende a 44,7 grados, la radiación a 61.000 lux, el UVA a 2,8 v/m2 y el UVB+C a 0,013. Estos valores tan altos se reproducen en otros espacios amplios y soleados, como la Plaza del Salvador o la esquina de Velázquez y Rioja, donde se incrementan todavía más: el pavimento está a 50,8 grados.

Enrique Figueroa midiendo en la soleada esquina de la calle Rioja. / Juan Carlos Muñoz

Otro espacio, cuya refrigeración siempre ha generado problemas, es la Campana. Las personas que por allí pasean se enfrentan a valores extremos, sobre todo aquellas que esperan en las paradas de los autobuses sin protección alguna. La temperatura del pavimento en este punto es de 56,2 grados; la radiación es de 71.100 lux, el UVA se sitúa en 2,8 v/m2 y el UVB+C en 0,020.

Los toldos permanentes no son efectivos

Con estos valores encima de la mesa y sin los toldos instalados, Figueroa se hace la pregunta de si se va notar mucho su ausencia durante el verano: “Evidentemente los toldos son una forma de atenuación de la radiación incidente y con ello de la emisión de calor del pavimento, ya lo hemos indicado y hemos realizado medidas al respecto. Constituyen una forma útil de atenuar rigores meteorológicos cuando no es posible otra solución, como plantar árboles por las características de la vía u otros condicionantes. Ante el debate de si son imprescindibles en el centro de Sevilla, depende de la anchura de la calle, la altura de los edificios o la orientación”.

La temperatura del pavimento en la Campana. / Juan Carlos Muñoz

Para el catedrático de Ecología es imprescindible realizar un estudio serio y riguroso para avaluar qué calles necesitan toldos, o de qué tipo o materiales, y considera que este verano, al no estar colocados, se puede hacer ese análisis riguroso. “Evaluar la cuestión desde una aproximación científica resulta adecuado para tomar las decisiones precisas. Este año sería una ocasión perfecta para evaluar su funcionalidad térmica y radiactiva. Hay calles del centro con sombra a partir de las 16:30. Es un tema que hay que evaluar con indicadores reales tomados sobre el terreno, más allá de modelos de simulación”.

La calle Sagasta bajo un intenso sol a las seis de la tarde. / Juan Carlos Muñoz

El profesor, por ejemplo, advierte que los toldos permanentes inciden negativamente en la ventilación de las calles, algo que también es muy importante. Por ello, considera que un sistema de toldos automatizados, que sólo estuvieran echados cuando sea realmente necesarios, es una de las mejores soluciones. “Es bueno que se debata si deben ser fijos o estar durante todo el año. Mi opinión es que no en ambos casos. El toldo ofrece su función funcional cuando incide la radiación solar. El resto del tiempo debe permitir la convección térmica, es decir, la subida del aire caliente hacia arriba para evitar un efecto invernadero local en cada calle. Ventilar las calles es lo adecuado, como se hace en las casas. Creo que cuando sea necesario poner los toldos en calles estrechas deben ser removibles. Quizás el proceso de digitalización en el que estamos inmersos favorezca la idea”. En este sentido, cuando las velas se empezaron a poner en la calle Sierpes a principios del siglo XX, se corrían y descorrían de una fachada a otra por parte de los vecinos según la hora del día y las necesidades.

Medición de los rayos ultravioletas en la calle Sierpes. / Juan Carlos Muñoz

En cuanto a los microclimas que se pueden conseguir mediante la pulverización de agua, como se hace en los bares, Figueroa señala su peligrosidad: “Tienen que estar muy controlados porque pueden generar un problema de salud pública. El agua debería venir directamente de la red. Yo procuro no sentarme en los establecimientos que lo tienen porque ese agua puede ser un elemento de transmisión de enfermedades”.

Plan de sombras a largo plazo

Figueroa considera que Sevilla debe trabajar en un plan de sombras que vaya más allá del plan del arbolado. La razón: los escenarios climáticos previstos para Andalucía en los próximos años, que son muy agoreros. El plan debe cubrir, además, toda la ciudad y hacer especial hincapié en las zonas más desfavorecidas. “Normalmente, los ayuntamientos consideran que con los planes de arbolado cubren la necesidad de sombra. Hasta donde he podido constatar sólo es verdad parcialmente, ya que las metodologías empleadas y los indicadores utilizados son insuficientes para cubrir lo que considero es un plan de sombra ante la urgencia actual”.

Figueroa toma datos en la remodelada Plaza de la Magdalena. / Juan Carlos Muñoz

En Sevilla siempre ha existido preocupación por este problema y, en los últimos años, según sostiene Figueroa, se han tomado medidas al respecto en el marco del modelo de ciudad saludable. No obstante, no sería suficiente. “Hay que seguir avanzando sin dilación. Es un reto ambiental de primera magnitud. Falta por establecer la necesidad global de sombra para Sevilla utilizando los indicadores apropiados que ya han sido utilizados en otros proyectos, como el llevado a cabo en la Avenida de El Greco, la Cruz Roja, o San Francisco Javier en relación con proyectos llevados a cabo por Emasesa. También conviene destacar la actuación, también de Emasesa, llevada a cabo en Las Huertas, donde el plan de sombra constituyó un elemento importante en relación con el parque urbano construido sobre el tanque de tormentas”.

Medición realizada en la Plaza del Salvador. / Juan Carlos Muñoz

En definitiva, Figueroa considera que la ausencia este año de los toldos, debe ser un punto de inflexión que sirva para hacer una evaluación seria y optar por el mejor modelo a partir del próximo año.

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