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Sevilla recupera una joya regionalista

Patrimonio

La casa del arquitecto José Espiau en la plaza Cristo de Burgos se convierte en un espacio cultural tras su rehabilitación

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El edificio se encuentra en el número 17 de la plaza Cristo de Burgos. / José Ángel García

Una joya regionalista recuperada. La casa del arquitecto José Espiau y Muñoz ha sido rehabilitada tras varios años abandonada para albergar un espacio dedicado a la cultura. El inmueble situado en el número 17 de la plaza del Cristo de Burgos luce como nueva su fachada con la reparación de los revestimientos, molduras y cornisas.

El edificio que destaca en el céntrico enclave por contar con menos altura que el resto de inmuebles, una fachada regionalista retranqueada y la bella decoración de sus cornisas y balcón, se ha abierto al público para convertirse en un espacio en el que disfrutar de exposiciones artísticas y actividades culturales. Espacio Derivado es el nombre del proyecto que alberga este histórico edificio, donde los ciudadanos pueden ver muestras en la parte baja de la vivienda, quedando las estancias superiores destinadas a uso privado.

El emblemático inmueble, que cuenta con una protección parcial en grado 2, ha sido reformado por el estudio de arquitectura sevillano CM4 Arquitectos, que hizo un proyecto integral respetando su personalidad. El inmueble consta de dos plantas más un ático que fue añadido con posterioridad. Cuenta con un patio abierto a la fachada con una anchura aproximada de la mitad de la parcela. La casa se retranquea en vertical procurando distintas terrazas en cada uno de los diferentes niveles. En cuanto a la distribución interna, salvo el retranqueo de la fachada y un pequeño patio poligonal cubierto, la casa ofrecía una enorme densidad de edificación resuelta con una escasa calidad constructiva.

Las actuaciones han ido encaminadas a la dotación de condiciones de accesibilidad, habitabilidad y salubridad de las zonas habitables, así como al refuerzo estructural del edificio, que presentaba un estado de ruina en diferentes estancias. Para conseguirlo, los arquitectos han retirado aquellas particiones interiores que compartimentaban las diferentes crujías, generando pequeños espacios sin ventilación o iluminación natural para sustituirlos por otros que respondan mejor al programa de una vivienda contemporánea. Además, se han conservado los elementos constructivos portantes del edificio (fachadas y huecos, muros de carga y escalera principal).

En cuanto a los forjados de madera, un análisis demostró que se encontraban en ruina debido a la pudrición provocada por hongos de sus cabezas. Debido a ello, se han sustituido por forjados de hormigón nervados que mantuvieran la direccionalidad, ritmo y canto de los preexistentes.“El objetivo del proyecto ha sido, una vez contábamos con la información necesaria (incluyendo un estudio patológico que determinaba la ruina estructural de la mayoría de forjados), mantener y potenciar los rasgos señalados como definidores del edificio: su esquema formal y espacial, su racionalidad constructiva, y, sobre todo, la capacidad eficaz de usabilidad. Porque todo edificio se define principalmente por su uso”, detalla el estudio de arquitectura CM4.

Los arquitectos apuntan que ha sido una reforma compleja por su naturaleza histórica, ya que en ella se han hallado restos del trazado de la histórica calle de la Morería. Concretamente, de los muros de la época mudéjar. También parte de la sala de los molinos de la fábrica de Tabacos de San Pedro, que datan del año 1727. “Por eso, el proyecto se plantea como un espacio expositivo de sí mismo: muestra tanto la propia escala doméstica de la casa sevillana como los procesos constructivos e históricos del edificio, enseñando la esencia de materiales y sistemas. Pero también explica la evolución de este trozo de la ciudad de Sevilla”.

Obras urgentes en el verano de 2018

La Gerencia de Urbanismo ordenó en verano de 2018 la ejecución de un conjunto de reformas apremiantes para el mantenimiento de las debidas condiciones de seguridad, salubridad y ornato público para este hermoso inmueble regionalista. Entre las medidas exigidas a la propiedad por los técnicos se encontraba el picado de los revestimientos sueltos o dañados de las fachadas del edificio, con posterior enfoscado y pintura de las zonas saneadas y descarnadas; y la revisión de todas las molduras, cornisas y vuelos de esa misma zona de la finca.

Hubo más medidas exigidas para el edificio levantado por el arquitecto José Espiau y Muñoz, afamado por sus obras modernistas y regionalistas. Los dueños del inmueble tenían la orden de reparar todas las carpinterías deterioradas de la fachada, sustituyendo las piezas dañadas y garantizando el cierre adecuado con la reposición de los vidrios rotos o carentes. Una última tarea consistía en la revisión de las medidas de seguridad existentes y una nueva inspección de la estructura, con apertura de calos y catas, y demolición de falsos techos donde fuese necesario para la correcta evaluación de los daños, ejecutándose los refuerzos y modificaciones necesarias debido al deterioro de los existentes o la aparición de nuevos daños.

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