Sevilla recibe de nuevo las llaves de su Alcázar
Patrimonio
El 90 aniversario de la cesión del monumento sirve para honrar a sus trabajadores y ratificar el compromiso firme del Gobierno de entregar dos casas del Patio de Banderas
La dirección busca dar la máxima visibilidad e implicar al sevillano en la conservación del monumento
Repaso gráfico por la historia reciente del monumento
Antonio Carretero Galván, oficial de segunda, es capaz de recorrer el Alcázar de Sevilla con los ojos cerrados. Siempre ha sido su casa, como la de su compañero Juan García, que pertenece a una saga de jardineros que han cuidado este monumento, al que lleva vinculado más 30 años. Los mismos que Juan Castro, que murió el pasado fin de semana tras una vida entregada al Alcázar, como la de Manuel Jesús Rodríguez, guardia de seguridad, o la de la peón Natalia Martínez, también fallecidos. Y la de María José Guerrero, una mujer pionera que entró en el palacio hace 33 años, donde se ha encargado de dirigir el trabajo cotidiano de cuadrillas de decenas de empleados. Los seis se convirtieron ayer en protagonistas indiscutibles y pusieron en pie la plantilla de 40 trabajadores con los que cuenta el recinto palaciego en estos momentos en un acto con el que el Ayuntamiento de Sevilla ha querido conmemorar los 90 años de su cesión a la ciudad y donde también se honró a seis alcaldes, cuatro alcaides y siete directores-conservadores, varios a a título póstumo.
Una cita cargada de simbolismo donde se recordó, 90 años después de su cesión al Ayuntamiento de la ciudad, que Sevilla es la dueña de esta joya y los sevillanos son los auténticos patrones de esta guía viva del pasado, el presente y el futuro, en palabras de la periodista y escritora Mercedes de Pablos, que presentó el acto, elegante y emotivo. Una excusa para reivindicar también la vocación del Alcázar de vivir con las puertas abiertas y con orgullo de seguir cumpliendo años con la memoria despierta y vivo como siempre, guardando el alma de la historia de la ciudad.
La llave, o mejor dicho, 23 réplicas de la llave que abre y cierra las puertas del León y del Apeadero se entregaron a quienes mejor han sabido cuidar de este patrimonio en el último siglo desde que en 1931, recién proclamada la II República, el presidente Niceto Alcalá-Zamora, cediera el Alcázar al Ayuntamiento para mostrar cómo un palacio que había sido propiedad de la Casa Real pasaba directamente a manos del pueblo. Un regalo que algunos temieron que saliera caro a la ciudad, porque los números no cuadraran y Sevilla no supiera estar a la altura.
No fue así. “Éste es un acto de memoria colectiva, un reconocimiento a quienes han gestionado, conservado y trabajado en el buque insignia del patrimonio y la cultura de Sevilla y el icono más internacional de la promoción de la ciudad”, apuntó el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, quien ha abanderado desde hace años una reivindicación ante el Gobierno central para ensanchar el espacio patrimonial y que recuperara también la titularidad de las casas del Patio de Banderas. La adquisición de las casas 7 y 8, donde radica el palacio islámico que fue el origen del Alcázar de Sevilla, se está negociando con Patrimonio Nacional, dependiente del Ministerio de Hacienda, y sólo quedan “flecos por cerrar”, ha confirmado el alcalde que ha recibido el compromiso público y firme de la ministra del ramo, la sevillana María Jesús Montero, que presidió también el acto. Sólo así la cesión del monumento será total.
Ésta es una de las líneas que marcan la actual gestión del Alcázar que tiene otras prioridades que han sido apuntadas por Espadas, como reforzar su conservación, trabajando en una labor preventiva que aplica el principio de que más vale prevenir que curar”; y también la de aumentar el protagonismo del monumento como referencia cultural, científica e investigadora vinculada a su propia historia y conservación. Un cometido que está en manos desde el año pasado de Román Fernández-Baca, actual alcaide, una figura recuperada en la etapa de Alfredo Sánchez Monteseírin, uno de los alcaldes homenajeados y el único de la etapa democrática que acudió al acto. Un rol histórico que ahora se quiere reforzar con tintes de “alta dirección” y así se quiere recoger en los estatutos del Patronato del Alcázar, cuya reforma ha provocado polémica.
De cualquier manera, el acto fue un reencuentro con la historia de la historia de Sevilla que es el Alcázar, una muestra de gratitud con personajes que han marcado el devenir del monumento, como Alfonso Lasso de la Vega, primer director conservador del Alcázar de titularidad pública en 1931 que recibió la llave a título póstumo, y como el poeta Joaquín Romero Murube, director-conservador desde 1934 hasta su fallecimiento en 1969. También hubo reconocimiento para otros directores, como Rafael Manzano (1970-1981); Consuelo Varela, la primera mujer que ocupó este cargo (1988-1991); el profesor José María Cabeza (1991-2008); los arquitectos Antonio Balón (2008-2011) y Jacinto Pérez Elliot (2011-2015). También se dieron las gracias a los alcaides y ex concejales de Sevilla Bernardo Bueno y Antonio Rodríguez Galindo y, a título póstumo, a Manuel Prado y Colón de Carvajal y el excalde Manuel del Valle, que fue también alcaide.
En la lista de homenajeados figuraban también otros tres ex alcaldes de la democracia, Luis Uruñuela, Soledad Becerril, Juan Ignacio Zoido y Alfredo Sánchez Monteseirín, que fue el único presente. Y también, a título póstumo, dos anteriores: Rodrigo Fernández García de la Villa, que era el alcalde en 1931, y José González y Fernández de la Bandera, que lo sucedió hasta 1933 y que fue fusilado por los golpistas junto a Blas Infante.
Un brindis por la historia entre jardines, salones, tapices, huellas, setos, restos y rastros. Patrimonio en manos de los sevillanos que llevan 90 años cuidando de él.
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