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"Sevilla tiene un nivel de criminalidad bastante aceptable"

Borja Mapelli Caffarena, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Sevilla y director del Instituto Andaluz de Criminología

El profesor Mapelli achaca la caída de los delitos a una mayor persecución policial y judicial y al fuerte castigo penal de la violencia

Borja Mapelli / Juan Carlos Vázquez
F. P. A.

11 de febrero 2018 - 02:32

La primera conclusión que saca Borja Mapelli Caffarena, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Sevilla y director del Instituto Andaluz de Criminología, al analizar el cuadro de estadísticas de criminalidad publicado por el Ministerio del Interior es que Sevilla es una ciudad muy segura. "El nivel de criminalidad que tenemos en Sevilla, y en España en general, es bastante aceptable. Se aprecia una reducción considerable de los delitos graves, no sólo desde una perspectiva dinámica, sino también comparativa. Si tuviéramos los datos de otros países como Alemania, por ejemplo, veríamos que allí se disparan los delitos".

Para el profesor Mapelli, es muy significativa la brusca bajada de los delitos contra las personas, que han caído por encima del 40% en los últimos cinco años. "Si tenemos en cuenta que aquí está metido el delito de lesiones imprudentes en accidentes de tráfico, observamos de que realmente hay muy pocos delitos contra las personas". En cuanto a los robos, que ocupan prácticamente el 75% de los delitos, a Mapelli le llama la atención que casi la mitad de ellos sean hurtos.

Sería un error pensar que hay más malos tratos sólo porque han subido las denuncias"Es curioso que bajen los delitos pero haya un debate nacional sobre la prisión permanente"

Lo mismo ocurre con la delincuencia violenta, que "es también relativamente baja". "Un ladrón de casas no entra en el domicilio si sabe que la casa está habitada. Intenta asegurarse de que la casa esté vacía. Si no, se lo piensa dos veces antes de entrar porque sabe que corre el riesgo de que haya algún enfrentamiento con la persona que está dentro, lo que convertiría el delito en un robo con violencia y no en un robo con fuerza en las cosas. Y el Código Penal español castiga muy duramente la violencia". Esto explica la bajada de los robos con violencia en la provincia de Sevilla entre 2012 y 2016, periodo en el que estos delitos experimentaron una caída del 24%.

En el capítulo de los robos con fuerza en domicilios, hay que tener en cuenta también que se consideran tales no sólo las entradas en viviendas, sino también los delitos cometidos en zonas comunes, como garajes o trasteros. Estos robos también han bajado un 25%, algo que el profesor Mapelli achaca a la "mayor eficacia en la persecución", tanto por parte de la Policía como de los tribunales. "Hay que tener en cuenta que éstas son estadísticas policiales, luego los órganos de Justicia hará sus propias estadísticas y ahí veremos que habrá menos casos, puesto que algunos no se habrán podido probar o los autores no habrán sido condenados por cualquier motivo, con lo que todavía resultarán unos índices más bajos que éstos".

Pero no todos los delitos bajan. Suben los malos tratos en el ámbito familiar, algo que para Mapelli es "preocupante". "El delito de malos tratos crece bastante, pese a que en 2015 hubo un endurecimiento del Código Penal para todos estos delitos de género. Pero sería una equivocación entender que ese aumento de denuncias o de condenados responde a que hay más violencia de género. Ese incremento puede deberse a una persecución policial más acertada, sobre todo en las zonas rurales. Ahora, la Policía y la Guardia Civil tienen una mayor conciencia de la necesidad de intervenir, mientras que antes, sobre todo en los pueblos, la Guardia Civil no intervenía si no había sangre. Ahora, cualquier episodio de malos tratos, aunque no haya daños ni lesiones, termina con un detenido. A esto ha de añadírsele otro factor importante, que es el de las víctimas. Personas que antes se callaban y ahora dan el paso de denunciar".

Es el mismo supuesto que se da en los delitos contra la libertad sexual, que también han crecido un 18%. "Aquí también hay una mayor concienciación de las mujeres a la hora de denunciar. Pero en cualquier caso me parecen unas cifras poco significativas, que siguen en unos índices muy bajos. Los casos más graves, las violaciones, han subido sólo en seis en cinco años. Es prácticamente un estancamiento. No hay que olvidar también el crecimiento demográfico que haya podido experimentar la población de la provincia de Sevilla, y nos daremos cuenta de que no hay un crecimiento simétrico de los delitos en relación con la población".

Otro delito que ha crecido exponencialmente es la estafa. "Es un clásico de los tiempos de crisis económica. Es más, yo diría que ha crecido demasiado poco -lo ha hecho un 26% en un lustro-. Aquí la mayoría son casos de denuncias falsas para cobrar la indemnización del seguro". El catedrático de Derecho Penal también ve pocos delitos de tráfico de drogas en las estadísticas de Interior. "No me cuadra que sólo haya 403 casos en 2016. Habría que saber cómo se han hecho estas estadísticas, pero me parece muy poco, poquísimo, para toda la provincia de Sevilla. Me extraña este dato. En el caso de las mujeres, la mayoría de las que van a prisión, y te hablo de entre el 60% y el 70% de ellas, lo hacen por tráfico de drogas".

Mapelli termina con una reflexión. "Es curioso que estos datos se conozcan en paralelo al debate que existe sobre la prisión permanente revisable. Que el Gobierno se plantee ampliar esta pena responde a una rentabilidad electoral, pero no lo hace tras un análisis riguroso de las estadísticas de criminalidad. Y digo el Gobierno pero también lo haría el PSOE si gobernara. Incluso Ciudadanos ha cambiado de opinión, viendo que tiene posibilidades de gobernar. Todas las reformas del Código Penal desde 1995 hasta hoy, y han sido más de 20, van en la misma línea de endurecimiento de las penas, y siempre fueron votadas por los dos grandes partidos. Aquí sí que triunfa la gran coalición, porque se gana en votos. Ahora todos los partidos quieren hacerse fotos con los padres de las víctimas, pero los intereses de estas personas no tienen por qué coincidir con el de la mayoría de los españoles. Se lanza un mensaje peligroso. Si yo le doy un bolígrafo al padre de una víctima para que redacte un Código Penal saldría uno mucho más duro todavía".

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