¿Por qué Sevilla acoge la gala de los Premios Goya 2019?
Un impacto de cine
Aquí tienes las claves y los números del evento más mediático de la cultura en España
La industria, que vive su mejor momento, confía en que el acontecimiento de la Academia no se quede sólo en un mero escenario y que se desarrolle ahora le Ley de Cine Andaluza
La pregunta que en tono de broma, mejor o peor intencionada, le han hecho a los responsables municipales estos días atrás en Fitur mide lo que está pasando: ¿Os vais a llevar también a Sevilla la feria del turismo? La capital vive un gran momento en lo que se refiere a posicionamiento dentro y fuera de España. Está de moda y colocarse en el centro del mapa también como #ciudaddecine es una etiqueta que sube a Sevilla a la cresta de una ola. Mantenerse arriba es una responsabilidad para los políticos y una esperanza para un sector que reúne todo lo necesario para convertirse, o consolidarse, como gran locomotora.
Dice Antonio Muñoz, el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, que las cosas nunca ocurren por casualidad. La tendencia viene de dos años atrás, pues ya se abrieron las puertas a los Premios Forqué, Onda y Max, pero en los últimos cuatro meses Sevilla y cine son un binomio brillante donde no se ha enrollado para nada la alfombra roja: tras el Festival de Cine, una cita con un crecimiento imparable que reunió a 125 directores de toda Europa y más de 75.000 espectadores en sala, llegó el evento del año de la industria cinematográfica europea, la gala de los premios de la Academia Europea de Cine, y ahora la entrega de los Premios Goya. Son los Oscar españoles y por segunda vez en su historia (ya se celebró una edición en Barcelona), y después de 18 años, salen de Madrid.
Codazos y un 'share' de casi el 20%
La Academia del Cine ha elegido Sevilla para el evento cultural más mediático del año. Basta un dato: la gala anterior tuvo una audiencia de más de tres millones de espectadores y una cuota de pantalla de un 19,9%. Y otro para comprobar que las expectativas para la próxima cita se multiplican: ya hay más de 600 académicos, frente a los 200 habituales, que han mostrado su interés por estar la noche del 2 de febrero en Sevilla. Esto es, hay codazos para hacerse con una butaca del auditorio de Fibes. Y esto no es sólo una muestra del baile de vanidad que acompañan estos eventos glamurosos. El presidente de la Academia de Cine, el director y guionista Mariano Barroso, resume así el motivo de la elección en una frase: “Vamos a Sevilla porque los cineastas vamos a donde nos sentimos queridos”.
Alumbrado y 'photocall'
¿Cómo será la gala de los Goya 2019? Al margen del guión en el que están ya trabajando los presentadores, Andreu Buenafuente y Silvia Abril, que hace unos días que se han mezclado ya con los sevillanos, la ceremonia tendrá un marcado carácter sevillano y andaluz. Barroso apunta que es la identidad de muchos académicos, casi un tercio, y de muchos nominados en esta edición. Sevilla se viste desde hoy de gala, con un alumbrado especial de algunos monumentos, como corresponde a las fiestas grandes de la ciudad, y con mucho photocall y entusiasmo en las proyecciones que este lunes dan comienzo. El propósito del Ayuntamiento es mostrar una ciudad moderna, inteligente, cultural y sostenible y ése será su discurso.
Pero este afecto va más allá de la capacidad que, eso también, muestra la ciudad para volcarse con todo lo que quiere hacer suyo. Es la consecuencia de la apuesta firme que se hace por el cine a nivel de la propia industria y también institucional. Es un reconocimiento, y Barroso se muestra ante este periódico impresionado por el entusiasmo y la insistencia de políticos como Antonio Muñoz y por la “excelente conexión” del Ayuntamiento con la gente del cine en una ciudad que tiene todo lo deseable para triunfar: materia prima (creadores de gran talento), buenos profesionales para desarrollarlo y unas condiciones externas que convierten Sevilla en un plató sin igual. “El posicionamiento es muy inteligente y para nosotros significa la confirmación de que nuestro trabajo tiene sentido, nos ayuda a conectar con la gente y eso lo agradecemos”, apunta Barroso.
¿Cine sevillano o andaluz?
Este camino, que empezó a recorrerse hace décadas hasta coger carrerilla hace unos cinco años, es una “ventana de oportunidades” para la ciudad que el actual alcalde, Juan Espadas, no quiere dejar escapar porque “por decisión política” ha apostado por la cultura como industria estratégica. Los Goya son sólo el colofón.
Desde el sector audiovisual se coincide en que el momento que vive Sevilla, y que se hace extensivo a España, es el mejor de la historia. Los números avalan esta percepción: la capital acoge unos 130 rodajes al año que mueven una inversión cercana a los 12 millones de euros. La industria audiovisual permite hacer caja y genera empleo y riqueza. Es difícil y poco recomendable centrarse en la industria sevillana del cine, pues la movilidad y transversalidad que favorece este sector obliga a hacer cálculos a nivel, como mínimo, andaluz. Si bien un 70% de la producción se centra en Sevilla, frente al 30% restante en Málaga, que se lleva la palma en la publicidad, establecer esta división provoca un debate de agravio estéril y obsoleto. ¿Hay un cine sevillano? Sí, en cuanto a industria y talento, pero éste se mueve y rueda por toda la geografía.
Una media de 17 películas de ficción al año
Sólo en Andalucía, el cine factura 122 millones de euros y genera más de 21.000 puestos de trabajo cada año. Administrativamente, cine se vincula a Cultura, pero tiene mucho que ver con Economía o Industria. De media se están produciendo en la comunidad anualmente 17 películas de ficción, una treintena de documentales y centenares de cortometrajes. “España lidera en estos momentos la producción mundial de ficción en castellano”, apunta Gervasio Iglesias, productor, entre otros éxitos de taquilla, de Isla Mínima, Grupo 7 o El hombre de las mil caras. Este sevillano explica que este triunfo es fruto de “un trabajo continuo y muy sensato” de un sector que ha tenido que ir reinventándose continuamente y adaptándose a las nuevas formas de producir. Andalucía ha pasado de 37 rodajes en 1999 a 1.149 en 2008. Luego, tras un bajón obligado por la crisis, la industria remontó en 2013 hasta llegar a los casi 1.500 en 2017.
Una ley por desarrollar
Muchos en el sector confían en que también se hable de compromiso y que los pasos que se han dado, el último con la aprobación por unanimidad de una Ley Andaluza de Cine, se mantengan en estos tiempos de cambio político. Y que los nuevos aires se aprovechen para impulsar el desarrollo de esta norma, aún pendiente. Entre otros aspectos, está prevista la creación de una Academia de Cine Andaluz, recuerda Javier Paisano, de Asecan, asociación que asume algunas de las funciones que tendría esta institución desde los años 80.
Piluca Querol, la directora de Andalucía Film Commission, sitúa bien ese esfuerzo: “El trabajo empezó en 1998”. Esta institución, constituida sin ánimo de lucro, se encarga de promocionar Andalucía como lugar de rodaje y apoyar a las empresas y profesionales de la industria en la logística. Es una labor de coordinación y de búsqueda de repercusiones turísticas y económicas. “Estamos en un momento envidiable y emociona que te lo digan productores como el de la serie para la BBC que protagoniza Richard Gere y Elena Anaya, Mother, father, son, que ha estado grabando hace unas semanas en Sevilla”, explica Querol.
Pleno empleo para el sector de los técnicos
Esta estrategia continuada en el tiempo, la presencia fija en los mercados y la respuesta eficiente a las demandas de la industria generan una actividad sostenida que ya ha situado a Andalucía como un destino de primer nivel, dando empleo a numerosos profesionales y empresas andaluzas cuyo prestigio es reconocido fuera. Tanto que en 2017 ya se detectaron tres puntas de gran actividad que dificultaron encontrar personal técnico disponible en Andalucía. Un pleno empleo para los técnicos, que anima a potenciar la formación profesional en este ámbito (no todos son las escuelas de cine). Y ha vuelto a ocurrir en otras ocasiones desde entonces, pues producciones como Juego de Tronos, que repite desde que probó en Andalucía en 2015, o La Peste han ido sucediendo rodajes de distintas temporadas. Sólo la segunda, esta serie estandarte del cine andaluz que dirige el sevillano Alberto Rodríguez, dejó un impacto de más de 400 empleos directos de profesionales del sector y contó con más de 2.000 figurantes en una producción de 10 millones de euros de presupuesto. Que estas producciones regresen ya dice mucho del nivel de una industria transversal que da vida a empresas de cátering, por ejemplo.
Cine y turismo
Precisamente Querol acaba de regresar de Fitur, donde La Peste ha recibido un premio por ser la producción audiovisual que mejor ha promocionado el territorio español en 2018. La alianza entre el cine y el turismo fue la primera que se vio con claridad. Su potencial es muy grande. Juego de Tronos fue un trampolín para la economía de Irlanda del Norte. En plena crisis se reutilizaron sus astilleros y, visto el resultado de la primera temporada, su Gobierno lleva invertido ya 14 millones de libras, con un retorno de 146 millones. Operación más que rentable. Esta serie también ha obrado ya un pequeño milagro en la provincia: tras un primer rodaje en Osuna las visitas subieron más de un 10%, en Itálica fue un 43% y en el Alcázar de Sevilla, más de un 20%, principalmente de turistas norteamericanos, que se duplicaron en 2016.
Un impacto en publicidad y directo impagable
El cine andaluz es fuente de riqueza, rompe tópicos y fronteras, como la del habla. Crea escuela, sevillana, y está de moda. De momento, el impacto es medible: la publicidad generada, si hubiera que pagarla, no bajaría de 100 millones. Los Goya dejarán 5 millones de ingresos en la capital y más de 2.500 en pernoctaciones. Ya es algo.
Del protocine de los 70 a la Generación Cinexín
Para que la industria haya logrado esta fortaleza y hoy sea el referente que proyectará en Sevilla han tenido que ir superándose fases. Javier Paisano, presidente de Asecan, asociación pionera de críticos y escritores cinematográficos andaluza, recrea este recorrido: desde el protocine que hacía gente como Pilar Távora (que en 1984 llevó la primera película andaluza que representó a España en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Nanas de espinas), Juan Sebastián Bollaín o Gonzalo García Pelayo y el rodaje de Manuela en los años 70; a la fase amparada (por ley) por el nacimiento en los 80 de Canal Sur y su industria audiovisual televisiva; hasta llegar, ya bajo el paraguas de las facultades de Ciencias de la Información, a la denominada Generación Cinexín, jóvenes que empezaron hace ya casi 30 años grabando cortos y con becas de la Junta, que curiosamente hoy han desaparecido, y que ahora trabajan en primera línea en España y Europa. “Gente como Alberto Rodríguez, por citar un ejemplo claro, podría estar trabajando en EEUU o donde quisiera, y elige quedarse aquí, es su apuesta”, explica Paisano. Sin querer abundar en nombres propios, la entrega de los Premios Asecan de este sábado,ya centró el foco en creadores del momento, como la sevillana Celia Rico, entre los nominados.
¿Industria subvencionada?
El cine andaluz se hace en Andalucía y ése es sólo uno de sus valores. Otro es su poder de crear identidad de pueblo, de poder contar historias propias, frente a opciones americanas. Otra razón para apoyarlo, con incentivos fiscales. Pilar Távora se rebela contra la etiqueta de industria subvencionada; “una gran mentira”, remarca Gervasio Iglesias. El sector coincide en que las ayudas no superan el 10% del coste de las producciones. Entre 2015 y 2017 la Junta subvencionó producciones andaluzas por cinco millones de euros y la RTVA adquirió derechos de emisión por otros 20. Iglesias hace cálculos para justificar el gran negocio que supone hoy el cine: por cada euro de dinero público que el sector recibe en Andalucía se captan cinco fuera, que se traen y se gastan aquí y, además, vuelven al erario multiplicado por 1,56.
Távora dice que el apoyo a la cultura es un derecho y reivindica el cine andaluz y universal. Todavía recuerda cómo lloraban y se reían en los cines de medio mundo en los mismos minutos que en Sevilla en la cinta Yerma (1998), que, aunque no tuvo la suerte de distribución de otras como Solas (1999), del sevillano Benito Zambrano, igualmente marcó un hito: el apoyo institucional a esta industria creció y la ciudadanía, que se deja al año en las taquillas 77 millones, reforzó su orgullo de cine andaluz, algo que valora la Academia.
“Hay que sacar pecho”, anima Iglesias en el inicio de una semana en la que Sevilla trabajará para que gente de cine y Goyas compruebe que, más allá del amor, hay motivos para venir y quedarse.
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