Sevilla llega a su cifra más baja de nacimientos en casi 50 años
demografía | La natalidad en cifras
En los nueve primeros meses del año se registraron en la provincia 10.778 alumbramientos
No hay en toda la serie histórica un mismo periodo en el que nacieran menos niños
La cifra de muertes cae, pero supera por cuarto año consecutivo a la de nuevos bebés
La natalidad sigue cayendo en picado en Andalucía en 2022: casi 18.000 menos que en 2000
El 2023 no va a ser el año de la recuperación de la natalidad en Sevilla. En el primer trimestre nacieron 3.544 niños en la provincia; en el segundo, 3.417; y en el tercero, la última cifra actualizada recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.817. En total, suman 10.778 nacimientos registrados hasta el pasado mes de septiembre y, aunque sólo suponen 15 menos que en las mismas fechas del año pasado, si se mira la curva histórica, el panorama es desolador.
La caída de la natalidad es una realidad que se acentúa año tras año y ni Andalucía en general, ni la provincia sevillana en particular son ajenas a esta tendencia. En concreto, en el mes de septiembre se han registrado 1.276 nacimientos en Sevilla. Es, junto al dato de 2022 (1.202) el más bajo de los últimos cinco meses de septiembre. Según la misma estadística, hace apenas tres años, en el 2020, nacieron en Sevilla entre enero y septiembre 11.856 niños, es decir, más de un millar por encima de los 10.778 alumbramientos registrados hasta este septiembre. En 2019, un año antes del estallido de la pandemia del Covid que lo cambió todo, también nacieron más niños que ahora: 12.026.
Si seguimos retrocediendo en el tiempo, la distancia entre las cifras también es mayor. En 2016, hace siete años, nacieron en la provincia 14.197 niños. Son 3.419 más. Pero es aún peor. De ahí hacia atrás, no hay un año en la última década con peores cifras que la actual. Tampoco en toda la serie histórica que se remonta hasta el año 1975. De hecho, hasta el pasado septiembre nacieron en Sevilla casi un 30% menos niños que hace una década y prácticamente la mitad que a finales de los setenta e inicios de los ochenta.
Los datos confirman que la caída de la natalidad se ha convertido en un problema crónico, dado que en España la tasa de fecundidad lleva tres décadas por debajo de 1,5 hijos por mujer y en 2011, cuando cayó por debajo de 1,3, el país entró en el ranking mundial de Estados con tasas más bajas. De hecho, en 2021 España registró el índice más bajo de la Unión Europea, con 1,19 hijos por mujer, sólo por detrás de Malta.
Más madres por encima de los 40
Pero si llamativo es el descenso de la natalidad, también los que el aumento de la edad de las mujeres para tener hijos. Hace años que se comenta esa tendencia y los datos así lo atestiguan. Décadas atrás era normal ver a mujeres de veinte años con sus retoños, sin embargo ahora es casi más común ver a una mujer de más de cuarenta años embarazada o incluso, de cincuenta.
El Instituto Nacional de Estadística confirma con datos este hecho. De enero a septiembre de 2023 los nacimientos de madres que sobrepasan los 40 años rozaron el millar (967). Desglosando la cifra, fueron 882 los niños que nacieron de mujeres que tenían entre 40 y 44 años, 76 de madres de 45 a 49 años y nueve en los que sus progenitoras superaban los 50. Ésta última, la cifra más elevada desde 2016, cuando se registraron diez alumbramientos con estas características.
Evitando los extremos, por mayorías, en la distribución de los alumbramientos según la edad, entre enero y septiembre de este año siguió siendo mayoritario el grupo de madres de 30 a 39 años, con el 62,6% de los bebés. Con porcentajes muy inferiores al anterior se encontraban el grupo de 25 a 29 años (17%) y el de menores de 25 años (10,4%). El grupo de mayores de 40, por su parte, se situó en el 8,4%.
Según los registros, la media de edad actual de las españolas para tener hijos son los 32,2 años, una cifra bastante más tardía que la media de los 30,6 años en la que solían tomar esta decisión en el año 2016.
Crecimiento vegetativo negativo
Con todo, hay otra lectura preocupante. Y es que, a la provincia de Sevilla no le salen los números en lo que a demografía se refiere. Si comparamos los nacimientos con las muertes que se han producido en la provincia en los primeros nueve meses del año, es positivo que las defunciones se han reducido con respecto al mismo periodo de 2022, no obstante, no cesan y se mantienen desde hace años por encima de la cifra de bebés que llegan al mundo, lo que complica el panorama.
Es el llamado invierno demográfico al que España entera vive asolada. En algunos territorios ha llegado tan lejos que es irreversible. Ya no es sólo un problema de fecundidad, sino que la población está muy envejecida y quedan pocas mujeres en edad fértil. Esto ocurre, sobre todo, en el mundo rural, en el que el empleo mayoritario está muy masculinizado.
Así, en el caso concreto de la provincia de Sevilla se produjeron un total de 12.446 fallecimientos entre enero y septiembre de este año, 1.113 menos que en el mismo periodo de 2022, pero un descenso insuficiente porque, teniendo en cuenta el dato de nacimientos, siguen muriendo más sevillanos que nacen. Según el último balance del INE, en los primeros nueve meses de 2023, la diferencia entre nacimientos y muertes, el conocido crecimiento vegetativo, cerró con un saldo negativo de 1.668 personas. Es decir, murieron 1.668 personas más de las que nacieron. La cifra es especialmente significativa porque este desajuste no levanta cabeza, ya que el saldo del mismo periodo de 2022 también fue negativo, con una diferencia aún mayor, de 2.766 personas.
Para encontrar en la provincia un balance positivo hay que remontarse hasta los años previos a la pandemia. En 2019, justo el año antes de la llegada del virus del Covid, en Sevilla nacieron 12.026 niños y niñas y fallecieron 11.925 personas, es decir, hubo un centenar de nacimientos más que de muertes.
En cualquier caso, son cifras que no son sólo datos ya que son muchas las familias que quedan destrozadas por la pérdida de un ser querido y evidencian que Sevilla se mantiene pendiendo de un hilo, dejando a la provincia en una complicada situación.
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