Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
Cultura
Desde las salas del Palacio de Invierno de San Petersburgo a Sevilla. Algunas de los 2,9 millones de piezas del State Hermitage, el principal museo ruso y uno de los más importantes del mundo, podrán verse en la ciudad si la negociación entre un grupo de inversores de ese país y el Ayuntamiento concluye con éxito.
El equipo de Juan Espadas ha retomado hace unos días las conversaciones con los promotores para insistir en su interés. Desde el gobierno socialista apuntan que los primeros movimientos se dieron en febrero de 2020, pero todo quedó algo congelado debido al comienzo de la pandemia. En esas charlas se llegó incluso a comentar la Real Fábrica de Artillería como una de las posibles sedes, aunque quiere dejar claro que aún es bastante pronto para hablar de sitios concretos en la ciudad. Los socialistas entienden que ahora es el momento idóneo de volver a presentar de nuevo la oferta.
Todo se debe al rechazo del Ayuntamiento de Barcelona al proyecto acordado entre los promotores que están detrás del museo ruso y la Autoridad Portuaria barcelonesa, ya que temían los problemas de congestión que podía generar el movimiento de visitantes hasta el museo, cuestionaban la viabilidad económica del proyecto y negaban la existencia de un proyecto cultural tras la franquicia, además de cuestionar el modelo por fiascos de apuestas similares en Ámsterdam, Ferrara y Londres.
Junto a Sevilla, diferentes ciudades han mostrado el interés por albergar el museo, con Madrid como la plaza que ha realizado propuestas más concretas para intentar captar una inversión que se preveía de 52 millones con el objetivo de atraer hasta 850.000 visitantes en su primer año de funcionamiento. Hay también otras ciudades interesadas, desde Valencia y Málaga hasta Lisboa. El último en pronunciarse ha sido el alcalde de la Costa del Sol. Francisco de la Torre señaló que mostró su “disponibilidad, lógicamente” tras reunirse con los promotores y recordó que ha habido “más ciudades” con las que se han reunido, aunque desconoce “si ha sido un contacto de ellos hacia las ciudades o al revés”.
Desde el año 2000, el museo ha abierto varias subsedes en otras ciudades del mundo, como Amsterdam, Ferrara (Italia) y Londres. Las dos primeras han funcionado bajo un sistema parecido a las franquicias, en el cual un inversor se encarga de todos los aspectos logísticos y de ubicación, y el Hermitage presta parte de su colección para realizar exposiciones. Dentro de los fondos del museo se incluyen casi 17.000 pinturas, 738.000 objetos arqueológicos y 12.600 esculturas. Algunas piezas ya han estado alguna que otra vez en el madrileño Museo del Prado.
La mayoría de la colección del museo, conocida como la colección de los zares, que inició Catalina la Grande en 1764, se encuentra en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, pero los fondos están distribuidos en 10 edificios y en las subsedes.
De entre las sedes del Hermitage fuera de Rusia, la de Amsterdam, que abrió sus puertas en 2009, es con diferencia la más ambiciosa. Desde la década de 1990, el museo de los zares trabajaba en buscar una sede potente en Europa y finalmente se inclinó por la capital holandesa. El centro está ubicado en un edificio del siglo XVII completamente restaurado, en pleno casco histórico. Su adecuación costó 40 millones de euros y la financiación provino del gobierno local y del provincial, de empresas privadas y hasta de la lotería nacional. El 50% del coste del funcionamiento lo cubre el importe de las entradas. El edificio, que antes fue un hogar para ancianos, es de propiedad municipal, tiene 9.925 metros cuadrados y ofrece dos grandes exposiciones temporales por año. También cuenta con un restaurante.
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