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"En Sevilla el ambiente flamenco es institucional, de oficina y museo"

Los invisibles

Desde Madrid se suma al centenario de la alternativa de Joselito. Hijo y nieto de toreros, canalizó la afición a través de la literatura, es nieto consorte de Caracol y nieto de credenciales de un bailarín ruso

Joaquín Albaicín, junto a Lhardy, el clásico local de Madrid donde Joselito el Gallo tomaba el aperitivo.

29 de septiembre 2012 - 05:03

AYER se cumplió un siglo de la alternativa de Joselito el Gallo. Joaquín Albaicín (Madrid, 1965), hijo de torero y de bailaora, casado con una nieta de Caracol, lo evocó en su libro Gitanos en el ruedo. El Indostán del toreo.

-¿Qué queda en Madrid de Joselito?

-Es la ciudad donde más veces toreó: 81 tardes. Tres mil personas se agolparon junto a su casa en la calle Arrieta, cerca de Ópera, para velar su cadáver tras la cogida de Talavera y antes de partir el cortejo fúnebre a la estación para llevarlo a Sevilla. Los periódicos tenían prohibido salir los lunes y El Liberal sacó una edición especial con la muerte de Joselito.

-¿Ha visto algo de la Bienal?

-He estado en Madrid por asuntos familiares y un proyecto de radio con Borja Casani. Me hubiera gustado ver a Manuela Carrasco con Pansequito.

-¿Qué ciudad es más flamenca, Sevilla o Madrid?

-Hay mucho más ambiente flamenco en Madrid. Allí están los gitanos, el cimiento de los artistas, de los críticos, de los mánagers. En Sevilla el flamenco tiene un tono muy institucional. Es un entramado de oficinas por las que pulula un montón de gente: el subasesor de la vicesecretaria de nosequé, el viceconsejero de la adjunta a nosequién, el subrresponsable de seguimiento de la pureza del flamenco. En Sevilla se vive más en plan museo.

-¿Su afición a los toros está en los genes?

-De una manera natural. El padre de mi madre, Rafael Albaicín, era matador de toros, uno de los doce o quince nombres de cita obligada para hablar del duende. Mi madre sigue viviendo en la casa que mi abuelo tenía en Moncloa. Por allí pasaban los hermanos Lozano, Victoriano Valencia, Ángel Luis Bienvenida.

-¿Nunca noveló ese mundo?

-En mi primera novela, La serpiente terrenal, que publicó Anagrama, el protagonista es un guitarrista flamenco, gitano, pero en ella cultivo los recursos del esperpento valleinclanesco.

-¿Cuáles son sus ascendientes?

-A mi tía abuela, hermana del torero, la hace debutar Pastora Imperio en 1915 en la primera versión de El Amor Brujo de Falla. Pastora tenía mucha relación con Falla y Falla con Stravinsky. Cuando viene a España con Diaguilev, éste vio bailar a mi tía-abuela, la contrató para el ballet ruso y la mandó a formarse a Montecarlo.

-En un homenaje a Diaguilev es la única vez que coinciden Proust y James Joyce...

-Me hubiera encantado conocer esa época. Diaguilev es el primer artista que se estrella por sobredosis de éxito. Terminó arruinado, porque si en el escenario tenía que aparecer un elefante, había que ir a la India a buscarlo.

-Joselito es coetáneo de la revolución rusa...

-Me apasiona ese periodo. Tengo un libro inédito sobre la princesa Anastasia. Años de trabajo en los archivos y buscando un editor. Imagino que no soy el único.

-¿En Rusia falta tener un torero?

-Hubo uno, que se movía por Sevilla.

-Torero americano estaba John Fulton, de Filadelfia...

-Soy muy amigo de Rafael de Paula, que se vestía muchas veces en casa de John Fulton. Un buen pintor al que recuerdo con cariño.

-¿Vivió la movida madrileña?

-Los últimos coletazos. Soy muy amigo de Jaime Urrutia, el de Gabinete Caligari, de Alaska, Ceesepe y Borja Casani, que me editó con Alberto García-Alix el libro Diario de un paulista.

-¿Albaicín por Granada?

-No. Por Rusia. El apellido se lo pone Diaguilev a mi tía-abuela y ya lo usamos todos en la familia. Mi hermana es pintora y firma Jacaranda Albaicín.

-¿Es deudor de Lorca y su Romancero Gitano?

-Para nada. Nunca he sido gran lector de poesía. Me consideran un autor afín y vinculado al modernismo, a Valle-Inclán, Rubén Darío, Foxá, Julio Camba, Ruano.

-¿En qué anda ahora?

-Una novela, dos ensayos, pero no soy llorica ni quejica, no estoy siempre hablando de la crisis. A veces las cosas no salen porque no es su momento. Hay que aprovechar el hueco, la oportunidad.

-¿Nunca le tiró el albero?

-El toro, como el flamenco, los he vivido desde pequeño. Cuando murió mi abuelo yo era casi un niño y mis padres se separaron cuando tenía siete años. De no ser por eso, es muy posible que esa influencia artística en vez de canalizarla a través de la literatura lo hubiera hecho por la tauromaquia. Pero me crié con mi madre y mi abuela, y las tardes de domingo me llevaban a comer tortitas o al cine, no a la finca de Victorino a que me soltaran dos vacas. Si los padres tienden a apartar a su hijo del toro, las madres figúrate.

-Belmonte, Sánchez Mejías, Joselito. ¿Qué le dice la terna?

-Que como la de los poetas hubo una generación taurina del 27.

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