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Sevilla luchará contra el absentismo escolar con un proyecto pionero en seis barrios

Educación

Se contratará a medio centenar de profesionales para un programa que se pondrá en marcha en febrero y que servirá de modelo en otras ciudades

Con una inversión de 3,6 millones de euros, está financiado mayormente con fondos Next Generation

La Junta de Andalucía aplicará en el Polígono Sur de Sevilla un nuevo decreto educativo

Sillas encima de los pupitres por la falta de niños a clase. / D. S.

El absentismo escolar se ha convertido en una de las lacras de las zonas necesitadas de transformación social en Sevilla. Por tal motivo, el Ayuntamiento hispalense, junto al Gobierno de España, pondrá en marcha este año un proyecto pionero para reducir y prevenir esta situación, una iniciativa que se desarrollará, de manera experimental, en seis barrios de la ciudad y sus áreas de influencia. Con tal fin, se destinarán casi cuatro millones de euros. Se trata de una inversión financiada en su mayor parte por los fondos europeos Next Generation, aunque también habrá aportación municipal. Se pretende atender, de este modo, a unos 500 menores en edad de escolarización obligatoria. Supondrá un trabajo constate y coordinado con alumnos, familias, centros docentes y con entidades del entorno donde residen los estudiantes.

Una de las cualidades de este proyecto, subrayada por sus responsables, es "el carácter científico" que atesora. Se trata de analizar y evaluar un método de intervención que pueda replicarse en otros puntos del país. Una experiencia piloto que asienta las bases para evitar y frenar el absentismo escolar en barrios y hogares que por sus condiciones se muestran proclives a la falta de asistencia de los menores a clase.

Este carácter experimental explica la importante inversión que requiere dicho plan educativo: 3.689.700 euros. De tal cantidad, 3.680.250 euros corresponden a la subvención europea (a través del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) y 9.450 euros proceden de la aportación del Ayuntamiento.

Ingreso mínimo vital

El principal objetivo del proyecto se basa en la prevención y reducción de la falta continuada al colegio e instituto de alumnos con edades comprendidas entre los 6 y 16 años (desde la Primaria a la ESO). Son menores de familias vulnerables, un amplio colectivo integrado por hijos de padres perceptores del ingreso mínimo vital (IMV), rentas bajas y precariedad económica. Para desarrollar la iniciativa, se seleccionará una muestra entre las familias con menores que presentan absentismo o con alto riesgo de que se produzca. Se trata de hogares situados en zonas con necesidades de transformación social y cuyos centros de Servicios Sociales de referencia se encuentran en el Polígono Sur, Cerro, Tres Barrios, Torreblanca, Polígono Norte y San Jerónimo.

Un fin tan ambicioso (la reducción y la prevención del absentismo escolar) obliga a los profesionales a trabajar con diferentes agentes, tanto en el ámbito escolar y familiar como en el de barrio. Por tal motivo, se atenderá a los menores, sus familias, los centros docentes y como novedad, las denominadas entidades del tercer sector, que incluyen entidades sociales, ONG y fundaciones, acostumbradas a trabajar en un entorno inmediato y conocedoras de la realidad más cercana de los alumnos y sus hogares.

La inteligencia emocional

El programa se basa en dos líneas de actuación primordiales para abordar la falta de asistencia a clase. La primera es la intervención en la inteligencia emocional, para lo que resulta esencial estimular en los menores la autoestima, la motivación escolar y las habilidades sociales. La segunda se centra en el refuerzo educativo de dos asignaturas o ámbitos del conocimiento troncales: Lengua y Matemáticas.

La actuación requiere de un seguimiento mensual mediante la coordinación entre los profesionales que desarrollan el programa y los tutores de los alumnos en los centros educativos. También se realizarán informes técnicos trimestrales con modelos establecidos en los que se valorarán los resultados de las sesiones de refuerzo escolar y de inteligencia emocional.

Por otro lado, el trabajo con las familias se llevará a cabo mediante visitas a domicilio, acompañamiento y apoyo a los padres. El proyecto incluirá una evaluación a través de la metodología de impacto experimental Randomized Control Trial (RCT), o lo que es lo mismo, un ensayo controlado aleatorizado.

Los plazos

El proyecto comenzará en febrero y concluirá el 30 de noviembre. La evaluación de esta experiencia piloto deberá realizarse antes del 31 de marzo de 2024. Son las fechas fijadas por la Unión Europea. A lo largo de este mes de enero comenzarán las primeras incorporaciones de personal. En febrero lo harán los profesionales que se encargarán de las intervenciones. En este sentido, se contratará a más de 50 trabajadores. Un amplio grupo que integrará a psicólogos, trabajadores sociales, educadores y auxiliares administrativos. Junto a este equipo, el Área municipal de Servicios Sociales pondrá a disposición del proyecto a personal propio para su coordinación, control y evaluación.

Cada equipo tendrá un centro de Servicios Sociales de referencia en los barrios antes mencionados. No obstante, en función del domicilio de las familias y menores participantes, el personal podrá realizar las actividades que contempla el proyecto en otro centro del área de influencia. Estos centros resultan esenciales en la puesta en marcha del proyecto, tanto para la intervención con los menores como con sus familias.

El trabajo con los menores

En el caso de los alumnos, estos servicios contribuirán a definir la población de menores a los que debe atender el programa. A partir de ahí, se organizarán grupos homogéneos por edad (Primaria y ESO) con un máximo de diez componentes para las sesiones de inteligencia emocional y otros de seis para las de refuerzo educativo. Cada grupo estará a cargo de un técnico. Estas sesiones se desarrollarán, principalmente, por las tardes en los centros de Servicios Sociales, aunque los horarios se adaptarán a las necesidades de los menores.

Para el buen funcionamiento del programa es clave la figura del coordinador, que se reunirá con los educadores y psicólogos que intervendrán en los grupos mencionados. Se encargará de supervisar los contenidos a impartir. La citación de los menores participantes en las sesiones se realizará a través de las familias. Previamente, los alumnos pasarán un cuestionario pretest.

En los grupos se intervendrá con los contenidos que estarán tipificados, de forma que todos los técnicos utilizarán el mismo material para todo el alumnado, con actividades también estructuradas y relacionadas con los conceptos explicados en cada sesión, separados en Primaria y Secundaria.

Respecto al refuerzo escolar, se trabajará con dos competencias clave: la comprensión lingüística y el razonamiento matemático. Se explicarán los contenidos correspondientes al nivel académico de cada alumno, sin dejar de lado su posible adaptación curricular.

Para el seguimiento del proyecto, habrá una coordinación mensual entre los profesionales participantes en el programa y los tutores de los centros educativos. A ello se añadirán los informes técnicos trimestrales y un último test para los menores. Por tanto, los alumnos pasarán por tres evaluaciones: inicial, intermedia y final.

El apoyo a las familias

En cuanto a las familias, el estudio y análisis de su documentación también se realizará mediante consulta a los centros de Servicios Sociales. Al menos, uno de los padres o tutores legales del menor será entrevistado de manera conjunta por dos profesionales del programa (un trabajador social acompañado de un psicólogo o educador). El encuentro servirá para analizar las dificultades existentes para la asistencia regular del alumno a clase y para informar sobre las consecuencias del absentismo escolar en la formación académica del menor e, incluso, a nivel legal.

El intento de implicar al máximo posible a las familias conlleva visitas al domicilio por parte de los profesionales referidos. Una vez obtenidos los datos necesarios en estos encuentros, se redactará un diagnóstico y se diseñará, por parte del equipo de intervención, un itinerario de inclusión social del que los padres serán informados. A partir de ahí, comenzará el apoyo a los hogares mediante sesiones en las que el educador o psicólogo asesorará a las familias sobre competencias educativas, organización doméstica, hábitos y normas para el cuidado de los menores así como para la mejora de la convivencia. Es lo que se denomina trabajar "la parentalidad positiva".

A ello contribuye la implicación de la familia en los centros educativos, donde los padres estarán acompañados en las tutorías por un educador del programa. También estos profesionales ayudarán en la tramitación de los recursos económicos o sociales para el hogar.

Por último, la intervención en el entorno inmediato del menor supondrá la coordinación continua con los centros escolares mediante el contacto mensual con los docentes para conocer la evaluación de los alumnos y la asistencia por parte de los profesionales del equipo a las subcomisiones de absentismo que existen en la ciudad.

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