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Sevilla-Utrera: 24 kilómetros de autovía tras 18 años de obras

La autovía A-376 se inaugura definitivamente mañana tras csi dos décadas de obras · Todavía quedan obreros rematando los últimos detalles en los márgenes de la vía

El último tramo de la autovía de Utrera, ayer por la mañana.
Fernando Pérez Ávila / Sevilla

29 de diciembre 2009 - 05:03

Unos separadores de plástico rojos y blancos impiden el paso de los coches hacia la nueva autovía desde la rotonda de acceso a Utrera por el polígono industrial El Torno. Quedan algunos quitamiedos acumulados en el arcén y a medio kilómetro se divisa la figura de una máquina excavadora que cava una zanja donde luego irá la valla que delimita el lateral de la carretera. En la mediana no hay adelfas, setos ni ninguna otra planta, sólo tierra batida. Las señales de indicación están tapadas con una tela negra y con un plástico de embalar que la protege de la lluvia y del viento. Cuando se descubran en ellas podrá leerse algo así como "Sevilla 24".

Son los 24 kilómetros que separan la capital andaluza de Utrera por la A-376, la autovía que empezó a construirse en el año 1990 y se acaba de terminar definitivamente. Mañana martes, a las 12:30, se inaugurará oficialmente una carretera que permitirá conectar estas dos poblaciones en poco más de un cuarto de hora y que ha tardado 18 años en construirse desde que la primera máquina excavó en la tierra y más de 20 desde que el proyecto comenzó a licitarse. La velocidad de construcción de la obra ha sido de 1,33 kilómetros por año, si se realiza una simple media aritmética.

Dos décadas de trabajos para completar un proyecto que tenía que estar hecho, según los cálculos oficiales, para la Exposición Universal de 1992. Para aquella fecha sólo logró inaugurarse un tramo de 8 kilómetros entre Sevilla y el cruce con la carretera de Alcalá de Guadaíra, que conecta la capital y Montequinto y que da acceso a la Universidad Pablo de Olavide, a la ciudad deportiva del Sevilla y al cuartel de la Guardia Civil. Un tramo que paradójicamente está en obras actualmente debido a los trabajos de construcción de la Línea 1 del Metro. La autovía se inaugura por completo pero sus usuarios no podrán librarse todavía de las obras, de los conos, de las señales amarillas y de los desvíos provisionales.

El proyecto cayó en el olvido y no se recuperó hasta diez años después, a finales de 2000, cuando se construyeron los cuatro kilómetros de la segunda fase entre el cruce hacia Alcalá y la salida hacia la SE-418 hacia Dos Hermanas. Ya entonces se habló de 2006 como fecha límite para la finalización de la autovía, pero no pudo ser. En 2005 se terminó el tercer tramo, de 5,5 kilómetros, entre este último punto y la intersección con la SE-425 hacia la urbanización Don Rodrigo.

La fase que se pone en servicio mañana es la cuarta y última y está formada por los siete kilómetros que van desde el desvío hacia la carretera de Don Rodrigo hasta Utrera. También tiene una salida hacia la urbanización El Comodoro y un enlace para entrar en Utrera por la zona norte del municipio. Ayer los vehículos ya podían circular por parte de la nueva autovía. Se había divivido uno de los sentidos en dos y delimitado con conos y por ahí pasaban los coches para luego salirse antes de llegar a Utrera y entrar en el casco urbano por la antigua carretera. La obra tiene dos pasos inferiores y un cajón bajo la línea férrea.

La autovía terminada supondrá un avance enorme no sólo para los utreranos, ya que la carretera atraviesa los términos municipales de Sevilla capital, Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra antes de llegar a Utrera. También es una conexión clave y permitirá ahorrar kilómetros a quienes se dirijan hacia Ronda y la Costa del Sol.

Los 18 años que ha durado la construcción de la carretera no tienen parangón en la ingeniería pública sevillana de la historia reciente. Vías más largas y que se iniciaron después, como la A-66, ya llevan años en servicio. Eso ha hecho que en Utrera se conozca irónicamente a la autovía con nombres como la Vía Láctea o El Escorial de la Campiña. No les falta razón a los utreranos. El monasterio que encargó construir Felipe II en la sierra madrileña se construyó en 23 años. Tan sólo cinco más que la autovía A-376.

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