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Serrat canta Rifé, Gallego, Eladio

Plaza España · Cádiz

Francisco Fernández Rodríguez. Paco Gallego en la memoria del aficionado, el Barça lo fichó por ocho millones de pesetas. Le ganó el partido de su vida al cáncer, es memoria viva del sevillismo.

Francisco Correal

30 de noviembre 2014 - 01:00

EL mayor de diez hermanos, el equipo soñado por Helenio Herrera, Paco Gallego (Puerto Real, 1944), nombre deportivo de Francisco Fernández Rodríguez, "Gallego era el apodo de mi padre y de mi abuelo", jugó casi quinientos partidos en Primera División repartidos entre el Sevilla y el Barcelona, donde vivió una década prodigiosa sazonada con 36 partidos en la selección.

Después del encuentro en el banco de Cádiz, tan constitucional, este gigante de las estadísticas vive una historia digna de Enrique Vila-Matas, que en su juventud de los sesenta debió familiarizarse con aquel mítico triángulo: Rifé, Gallego, Eladio, los tres mosqueteros de Sadurní.

Gallego se cruza cerca de la plaza de España con su amigo Francisco Pérez Aguilar. Los dos Pacos nacieron el mismo día (28 de febrero de 1944) en el mismo sitio, Puerto Real. Llegaron a Sevilla en el mismo tren. Estudiaron en el mismo colegio de la Doctrina Cristiana. El padre de Paco Pérez le consiguió trabajo al padre de Paco Gallego en los Astilleros de Sevilla, etapa que coincide con la infancia del futbolista en el Tiro de Línea. Paco Gallego es uno de los veintiún personajes del libro de Paco Pérez Puerto Real en sus biografías del que forman parte el torero Mondeño, el cantaor Canalejas de Puerto Real y hasta seis almirantes de la Armada, desde Cervera al almirante Topete.

Gallego fue un almirante del área que marcó casi treinta goles en Primera División. Se vinculó al Sevilla con catorce años. "Al principio iba y venía en tren todos los días. Después me quedé en Los Gabrieles, donde paraban muchos toreros". El dueño era muy sevillista y allí estaban sus compañeros de equipo Bancalero, de El Saucejo, y Guillén, de La Roda de Andalucía, el pueblo de Silvio, rockero sevillista. Debuta con el primer equipo con 17 años en El Sadar, triunfo al Osasuna. Año 1961, riada del Tamarguillo. "Estaba en una pensión de la Puerta Carmona y recuerdo el follón de ambulancias por el accidente de la Operación Clavel".

En 1963 se casa, en 1964 es un espectador de lujo del gol de Marcelino a Yashin, "estaba convocado en aquella selección, entonces no había cambios y vimos el partido desde el banquillo porque en el estadio no se cabía". Una selección con tres gallegos de verdad: Amancio, Marcelino y Luis Suárez. En 1965 ficha por el Barcelona, "pagaron ocho millones de pesetas de la época". Un año antes Luis Suárez había fichado por el Inter de Helenio Herrera. Gallego debuta en el Camp Nou frente al Inter de Suárez y Herrera en un trofeo Gamper "que entonces se llamaba trofeo Danone". En 1966 debuta como internacional contra Argentina en el Mundial de Inglaterra. "Jugué los tres partidos, compartía habitación con Pirri".

Admirador de Rancapino, Pansequito, los Romeros de la Puebla o el Beni de Cádiz, "cantó después del partido-homenaje que me hicieron Sevilla y Barcelona", su afición al flamenco le hace un guiño al mapa de Cádiz. El estrecho de Gibraltar separa el Atlántico del Mediterráneo, mar unido a un cantante al que conoció en un lugar atípico. "Serrat era muy amigo de Fusté y de Rexach y venía a entrenar con nosotros cuando nos entrenaba Roque Olsen, el mismo entrenador que me encontré cuando volví al Sevilla en la temporada 75-76".

Ganó dos Copas del Generalísimo con el Barcelona sin saludar al Caudillo, "entonces sólo subía el capitán, que era Zaldúa". No participó por lesión en el 0-5 en el Bernabeu, pero sí fue testigo de excepción de la puesta de largo de Johan Cruyff en el Barcelona-Granada del 28 de octubre de 1973. "Cuando entrenaba al Barcelona, cada vez que venía a Sevilla me llamaba y comíamos con Rexach, su segundo".

Puerto Real-Sevilla-Barcelona. Lo próximo sería Nueva York o la Luna, pero este hombre capicúa desanduvo el trecho recorrido y volvió a sus orígenes. "El Sevilla fue a por mí, al hotel Barajas, un año antes, pero Rinus Michels no me dejó". Regreso triunfal, con una prórroga con el comodín del público en el Sevilla de Miguel Muñoz y final de trayectoria en el Alcalá "para no ponerme gordo". El hombre que marcó a los mejores delanteros de la época, incluido Alfredo Di Stéfano, "es una forma de hablar porque no había quien le marcara", se retiró con casi cuarenta años ascendiendo al Alcalá a Tercera Dvisión.

En Barcelona vivió en la calle Aribau donde Carmen Laforet sitúa la acción de Nada. El año que viene se cumplen cincuenta años de su fichaje por el Barça. "Te tenías que adaptar tú a Barcelona, no Barcelona a ti". El fútbol lo sacó del destino laboral de sus paisanos. "De jovencito estuve limpiando barcos en una contrata de los astilleros de Matagorda".

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