Sensibilidad, prudencia y transparencia ante el problema de las cotorras
tribuna de opinión
El autor aplaude la suspensión municipal del sacrificio de esta ave con carabinas de aire comprimido
En el año 2007, junto con otros miembros de mi grupo de investigación de la Universidad de Sevilla, publicamos un libro, que recogían investigaciones de los dos años anteriores, titulado Calles aladas. Las aves de la ciudad de Sevilla y su entorno, que obtuvo el Premio de Divulgación Científica de la Universidad de Sevilla. En dicho libro había un extenso capítulo dedicado a las aves exóticas de la ciudad de Sevilla, donde se incluía la cotorra de Kramer (Psittacula krameri) y la cotorra gris argentina (Myiopsitta monachus).
También se hacía referencia a otras aves exóticas como tórtola tura (Streptopelia decaocto), pico de coral (Estrilda astrild), estrilda de carita naranja (Estrilda melpoda), lorito senegalés (Poicephalus senegalus), y aratinga cabeciazul (Aratinga acuticaudata). Se mostraba una foto aérea de los anidamientos, ya numerosos, en la ciudad de dichas especies. Todas, salvo la tórtola turca, provienen de alguien que las adquirió y luego se les escapó o bien las soltó. Estas aves, especialmente la cotorra de Kramer, han encontrado un medio afable en las ciudades y se reproducen con éxito, alcanzando poblaciones de alto número.
El problema que nos ocupa, y que se indica en el libro citado, se inicia en la década de los 90, pero ha sido avisado por los científicos desde hace años, especialmente por los científicos de la Estación Biológica de Doñana, que realizan estudios extendidos en el tiempo sobre el tema. En el libro Calles aladas. Las aves de la ciudad de Sevilla y su entorno proponíamos un sistema de gestión del ave en la ciudad de Sevilla, que incluía a las cotorras, en relación especialmente con los parques y el arbolado viario urbano. Si se hubiese considerado esta propuesta en un marco adecuado de la ciudad como ecosistema, junto con los estudios de la Estación biológica de Doñana, la Sociedad Española de Ornitología y otros colectivos ecologistas, no se habría llegado a la situación actual, donde la hay una elevada población de cotorras de Kramer, con efectos ambientales y ecológicos sobre otras especies de la ciudad y los cultivos del entorno, junto con cuestiones derivadas de problemas epidemiológicos potenciales graves, si bien de baja incidencia.
El martes 4 de julio Diario de Sevilla publicaba una noticia donde se decía que el Ayuntamiento de Sevilla suspende el contrato para sacrificar cotorras con carabinas de aire comprimido. Considero que el Ayuntamiento ha demostrado prudencia y transparencia en la gestión de un asunto que en absoluto es baladí, y voy a analizar a continuación. La decisión de la medida, ahora suspendida, fue tomada inicialmente por el propio Ayuntamiento, tras consultar a expertos y tener reuniones con la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, la Sociedad Española de Ornitología y científicos de la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En dichas reuniones y tras valorar, fundamentalmente, los informes científicos presentados por Martina Carrete y José Luis Tella, en colaboración con el investigador de la misma institución Carlos Ibáñez, de la Estación Biológica de Doñana, que llevan años realizando investigaciones de alto nivel sobre la problemática de las cotorras en Sevilla y, especialmente en relación con su incidencia en especies catalogadas como vulnerables como el nóctulo gigante (Nyctalus lasiopterus), un murciélago en grado extremo de protección, o el cernícalo primilla (Falco naumanni). También se valoraron, para tomar la decisión ahora suspendida, determinados informes sobre la adecuación de métodos conducentes a la erradicación de cotorras empleados en otras ciudades.
Así, ante el estado de la cuestión, el Ayuntamiento decidió que el camino más adecuado para eliminar las cotorras de una manera efectiva era el disparo a los individuos de cotorra de Kramer y cotorra argentina en zonas arboladas y parques. Ante la alarma suscitada por la medida en colectivos conservacionistas y también en colectivos científicos, el Ayuntamiento, poniendo de manifiesto una gran transparencia convocó, a través del delegado municipal de Bienestar Social, José Manuel Flores, con la presencia del director general de Medio Ambiente y Parques y Jardines, Adolfo Fernández Palomares, a dichos colectivos, y a otros científicos y técnicos, incluida la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide, junto con los defensores de la medida conducente a proteger otras especies urbanas, ya indicadas, a una reunión para discutir el tema y valorar alternativas, con el fin de alcanzar un consenso sobre la forma de limitar o erradicar de manera eficiente las poblaciones de la cotorra de Kramer y la cotorra gris argentina, catalogadas como especies exóticas invasoras.
Tras la reunión, donde se atendieron todas las sensibilidades, el Ayuntamiento ha suspendido el contrato para sacrificar cotorras con carabinas. Una medida prudente hasta valorar toda la información aportada en la citada reunión, los puntos de vista amplios que se expusieron y los nuevos datos estivales que obtendrán los científicos de la Estación Biológica en relación con el tamaño poblacional de las cotorras este año.
Transparencia y prudencia ante una situación que podría generar conflictos. Quizás haya ciudades pendientes de qué hace Sevilla al respecto y hay que hacerlo bien. A la citada reunión, que ha dado lugar a la moratoria, acudieron en forma colegiada colectivos relacionados con la protección animal, en número superior a 20, representados por la Presidenta de Asociación para el Vínculo humano-animal (AVHA), María José Acosta, que realizó una vibrante y sólida defensa de la vida animal, en la que manifestó la existencia de otras sensibilidades en la ciudad, una forma de ecología emocional que vincula animales y seres humanos, que podrían cuestionar la medida y estar en contra. Además, Acosta puso en duda la legalidad de la actuación tal como estaba prevista. Adicionalmente, a nadie le gustaría ver cotorras moribundas ensangrentadas por las calles de Sevilla, al margen de otras sensibilidades de respeto a la vida animal, y quizás no se trata un ejemplo adecuado de educación ambiental para niños.
El tema deber ser tratado y discutido de nuevo. También ha de ser visualizado desde la perspectiva amplia de la ciudad como ecosistema y, por tanto, analizar el problema desde la teoría ecológica en un marco global urbano, y explicando y justificando muy bien las acciones a tomar. Por estos motivos, considero que la moratoria planteada por el Ayuntamiento de Sevilla es prudente y pone de manifiesto la sensibilidad del mismo por la ecología de la ciudad en un escenario de transparencia.
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