Santo de agosto, celebración de diciembre

Calle rioja

Hito en la hostelería. La popular abacería de San Lorenzo celebra su vigésimo aniversario con brindis con cava valenciano y delicias procedentes de la Sierra de Huelva

Ramón López de Tejada, a la derecha, brinda por el vigésimo aniversario de la abacería con los clientes Vicente Márquez y José Manuel Barat.
Ramón López de Tejada, a la derecha, brinda por el vigésimo aniversario de la abacería con los clientes Vicente Márquez y José Manuel Barat.
Francisco Correal

15 de diciembre 2015 - 05:03

LA sopa de tomate y las croquetas de aceitunas. Son dos de las especialidades de la Abacería de San Lorenzo que recomienda Shawn Hennessey, canadiense de Toronto, bloguera especializada en crítica gastronómica. Fue una de las amigas del local que ayer se pasaron para celebrar el vigésimo aniversario de este santuario del yantar, figón de la amistad, con una distribución de novela decimonónica y una mentalidad de empresa posmoderna. Al fin y al cabo el XIX y el XXI son siglos que tienen los mismos números romanos.

Su santo es en agosto, pero empezaron en diciembre. La Abacería abrió el 12 de diciembre de 1995. Unos meses antes había llegado Soledad Becerril a la Alcaldía de Sevilla y a Felipe González le faltaban otros meses para desalojar la Moncloa. La primavera de ese año, todavía con Alejandro Rojas-Marcos de alcalde, Sevilla acogió la boda de la infanta Elena con Jaime de Marichalar. El primer convite en el Alcázar desde la boda de Carlos V con su prima Isabel de Portugal.

Veinte años no es nada y lo es todo en la vida de Ramón López de Tejada y Mari Carmen Colchero, artífices de este local situado en la esquina de Teodosio con Marqués de la Mina. Un emperador y un noble, aristocracia del imperio. Ramón es de Triana, pero desde niño su padre lo hizo hermano de la Soledad de San Lorenzo. Mari Carmen se crió en la calle Pascual de Gayangos, arteria del barrio, la misma calle de la que fueron vecinos Antonio Crespo, periodista estepeño residente en Chile, o Rafael de Cózar.

El local se llenó ayer de parroquianos del barrio y aledaños. Brindaron con un cava Dominio de la Vega, un espumoso valenciano de Requena, pueblo de Valencia donde residió El Cid Campeador y nació Pablo Motos. Hubo degustación de gambas de Huelva y José Hiraldo, que le ha enseñado a cortar jamón a gurús de la cocina como Juan Mari Arzac, Martín Berasategui o Pedro Subijana, bajó todos esos apellidos vascos a la sierra de Huelva, manjares de Corteconcepción, Santa Olalla de Cala y Señorío de Montanera, éste de Badajoz.

La Abacería está en un hervidero cultural de la ciudad. Camino del local, uno puede cruzarse con el pintor Manuel Salinas, con Ventura Rico, virtuoso de la viola de gamba y alma de la Orquesta Barroca, con Peter Mair en bicicleta, el austriaco que regenta la taberna Ánima, en la calle Miguel Cid. Puede recoger en Casa Joaquín dos libros, Cuatro Vientos (infancia en Palomares del Río) y El Esquimo (Coplas flamencas en la Red), con dedicatorias del crítico flamenco Manolo Bohórquez.

La casa de Ramón y Mari Carmen fue antes un almacén de distribución de vinos y licores y una escuela de doblaje de cine y televisión que llevaba Gracia García Carvajal. Uno de los clientes quiere subir a la planta noble por si encuentra psicofonías de ese pasado artístico. Llegan Vicente Márquez y José Manuel Barat, miembros de la tertulia La Torrija y de la asociación Los Niños de San Lorenzo que este fin de semana organizan una zambombá. También se pasan Antonio Castaño, ex gerente de Turismo del Ayuntamiento; el capataz Alejandro Ollero y componentes de la tertulia que tiene lugar en una antigua zapatería de la calle Cardenal Spínola esquina con Cantabria de la que forma parte un sobrino de Joaquín Romero Murube, aunque aquí estamos hablando de los cielos que ganamos.

Los dos acontecimientos del 95, la boda de la Infanta que ofició monseñor Amigo Vallejo, y la puesta de largo de la Abacería de San Lorenzo, tienen algún nexo. Mari Carmen Colchero estaba en la iglesia del Salvador cuando fueron los novios a depositar un ramo de flores. Formaba parte del coro de la hermandad del Rocío de Sevilla. Justo frente a la Abacería vivía el fotógrafo Atín Aya. Igual que el bar El Sardinero tiene una foto suya de la caída de la hoja en el otoño de la plaza de San Lorenzo, Ramón cuenta con una colección de almanaques con fotografías del artista de la imagen, aquel hombre tranquilo que se inventó su propio Far West en las Marismas.

Cada estación tiene sus estrenos gastronómicos, sus novedades, sus tradiciones. Las setas, los mostos, las carnes, los espárragos. "¿Qué hay que decir, Ramón?", pregunta un cliente de toda la vida. Cuando pasen las fiestas, convocarán la sexta edición del certamen de relatos gastronómicos, un acicate para hermanar paladares del cuerpo y del espíritu. Hiraldo, cortador natural de Morón, sigue con su concierto de viola de gamba con productos de la sierra. Mozart en Jabugo, Schubert en Guijuelo.

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