Santa Catalina: "¿A qué hora es la misa?"
Urbanismo
Comerciantes y vecinos desean que el templo se reabra cuanto antes y recupere su actividad.
Sevilla/"Todos los días vienen turistas preguntando: ¿a qué hora es la misa?". Así resume una farmacéutica el día a día del entorno de la iglesia de Santa Catalina, que lleva cerrada desde 2004 a la espera de que el Arzobispado acometa la última fase de la rehabilitación, que consistirá en la puesta a punto del interior, con la consolidación de los restos arqueológicos hallados, y la eliminación de la humedad mediante la creación de una cámara de aire perimetral. La Gerencia de Urbanismo concedió ayer la licencia de obras para comenzar estos trabajos, mientras tanto los comerciantes de las calles aledañas se lamentan del estado actual del templo, que sería una fuente de ingresos extra si estuviera abierto.
Un camarero que sirve frente a la fachada principal revela que "cuando abra la iglesia, necesitaremos dos o tres personas más los fines de semana y doblaremos los ingresos", aludiendo al aumento de clientes que esperan tener. Uno de ellos, anciano y que considera el templo como su segunda casa, contaba triste que espera ver Santa Catalina abierta de nuevo porque allí se había bautizado y casado. O por lo menos, "que la arreglen por fuera mientras tanto".
Actualmente, Santa Catalina, templo gótico-mudéjar que data del siglo XIV, sigue sufriendo las inclemencias del tiempo y del ser humano. Basura, pintadas y plantas salvajes se hacen cada día más visibles a pesar del arreglo de gran parte de la fachada. Ser uno de los lugares más visitados de la ciudad por los turistas no parece ser suficiente para que los servicios de limpieza retiren los desperdicios que se acumulan, que son recogidos periódicamente por los trabajadores de los bares cercanos. Las puertas situadas en la confluencia de las calles Santa Catalina, Alhóndiga y Capataz Manuel Santiago, son reflejo del actual contraste, pues dos azulejos reformados conviven con pintadas y desperfectos sufridos por el paso de un camión de bomberos. En la fachada opuesta, en la calle Juan de Mesa, plantas desordenadas y latas de refrescos se distribuyen alrededor de dos palmeras con ramas secas. Y en las cornisas, más plantas comienzan a proliferar y a ganarle la partida poco a poco a la rehabilitación de las cubiertas que se realizó en la primera fase de la obra.
Precisamente, en la parte superior del templo, puertas y ventanas se abren y cierran sin control. El antiguo párroco ha acordado con el encargado de una freiduría que lo avise cuando las vea abiertas. Junto a sus productos, tiene el número de teléfono del sacerdote, algo que explica que no hay nadie al cargo actualmente. Al lado de la freiduría, la administración de lotería es uno de los negocios que perduran de cuando la iglesia estaba abierta. Aún así, su responsable dice no recordar cómo era la zona con el templo celebrando cultos. Lo que sí afirma es que la utilización de la Plaza Ponce de León como uno de los centros neurálgicos de Tussam en el centro le ha aumentado las ventas de cupones. También ha ayudado el turismo nacional que viene preguntando por Santa Lucía y que tiene que conformarse con el azulejo de la calle Alhóndiga, donde unas flores y una rendija para donativos son la capilla de dicha santa, que actualmente se encuentra en la parroquia de San Román.
Muy cerca de ese azulejo, el recepcionista de un hotel que comparte nombre con la iglesia cuenta que todo el que se aloja en él pregunta por el templo, que curiosamente él nunca ha visto por dentro. Sí lo ha visto el veterano regente de una tienda de alimentación, que recuerda las colas que se formaban cuando salía la Exaltación el Jueves Santo para comprar refrescos y bocadillos. Tanto él como algunos vecinos de la zona fieles a su negocio rezan, nunca mejor dicho, por ver el templo abierto cuanto antes.
La ansiada apertura está más cerca desde ayer. El Arzobispado lo tiene todo previsto ya para comenzar la última fase de la rehabilitación que comprende la consolidación de las estructuras arqueológicas, la eliminación de las humedades del subsuelo, la potenciación de la luz natural en el interior, la renovación interior de los acabados, pavimentos e instalaciones, y la restauración y estudio de los revestimientos y bóvedas de la torre. Si los plazos se cumplen, en un año aproximadamente podría estar preparado el templo para su bendición y la zona podrá recuperar el esplendor que perdió hace ya más de una década.
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