Sábado de lleno en Sevilla en el arranque del puente de la Hispanidad
La ciudad se llena de miles de turistas atraídos por los muchos eventos y actos culturales del otoño
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Si no fuera por las mascarillas se podría pensar que la pandemia nunca ha existido en Sevilla. La ciudad está viviendo durante este fin de semana, en el que se celebra el puente de la Hispanidad, una auténtica eclosión turística. Si desde finales de septiembre se percibía una mejoría y una masiva afluencia de personas, octubre vuelve a tomar protagonismo como uno de los mejores meses del calendario turístico sevillano. Las cifras que se anunciaban en la previa eran muy optimistas y un paseo por el centro en la jornada de ayer dejaba claro que la recuperación es un hecho y que la capital de Andalucía se mantiene firme como uno de los destinos urbanos más demandados y apetecibles de Europa.
El puente de la Hispanidad se ha presentado con unas condiciones inmejorables, cielos despejados, una luz radiante, una temperatura más que agradable, un sinfín de actos y eventos en la ciudad y, lo que es más importante, muchas ganas de pasarlo bien tras tantos meses de sufrimiento y privaciones. Sevilla capital entró el viernes, por fin, en esa “nueva normalidad” que, al menos, por estos lares es muy similar a la antigua, salvo por las referidas mascarillas y algún que otro detalle.
La ciudad ha dispuesto sus mejores galas y ha destapado todos sus encantos. Los miles de turistas, principalmente llegados de otras regiones de España, han podido contemplar hasta una procesión: la de la Virgen de Montemayor, que regresaba por la mañana desde la Catedral a San Juan de la Palma tras presidir el Pregón de las Glorias pronunciado por Rosa García Perea. “¿Ésta es la Patrona?”, preguntaba una turista despistada que veía el paso en la calle Alemanes. “Sí, de Moguer”, replicaba uno.
Los foráneos, como suele ser habitual, se han concentrado en el entorno de la Catedral y el barrio de Santa Cruz. No han podido, por ejemplo, pasear por buena parte de los Jardines de Murillo, cerrados nuevamente por unas “labores de mantenimiento”, como advertía un cartel en los accesos. La Plaza de Santa Cruz y el Callejón del Agua ha sido un trasiego de personas, muchos de los cuales buscaban los encantos del barrio de Santa Cruz.
Una de esas joyas es el Hospital de los Venerables. Es triste ver cómo su recoleta plaza ha sido literalmente engullida por los veladores. En muchas lugares del centro se han multiplicado y es prácticamente imposible transitar ante la inacción de un Ayuntamiento que lo consiente. Es importante encontrar un equilibrio que permita a los hosteleros explotar sus negocios pero sin privatizar enclaves patrimoniales que son de primer orden. Otros ejemplos son la Plaza de Doña Elvira, Santa María la Blanca y la Puerta de la Carne, o la calle Mateos Gago, algo que ya era previsible tras su reurbanización.
“Lo mejor que puede hacer el sevillano en estos casos es huir. Es triste pero es así. Para los que vivimos aquí es un verdadero suplicio. Nos tienen abandonados y si nos quejamos nos dicen que es lo que tiene vivir en el centro”, relataba un conocido artista sevillano que paseaba por una también repleta plaza de la Alfalfa.
En la Plaza Nueva, el público se ha disfrutado del encuentro de casas regionales, que también ha vuelto tras el parón obligado. Las administraciones de Lotería, como la del Gato Negro en la Avenida de la Constitución, han registrado colas para comprar un boleto para Navidad. Unas colas que también se han podido ver a las puertas del Real Alcázar o de la Catedral.
Los casi 30 grados que se registraban a la hora de comer han hecho de las gradas de la Catedral un lugar ideal para descansar mientras se reponía fuerzas. Para que todo fuera como siempre tampoco han faltado las vendedoras de romero abordando a los turistas ante un Archivo de Indias deslucido de nuevo, como el propio Templo Metropolitano, por las casetas de obra en las que se instala la Feria de Artesanía, una loable iniciativa que precisa de una mejor puesta en escena para no menospreciar los monumentos sevillanos que son Patrimonio de la Humanidad.
Los que también han vuelto a su cotidianidad son los manteros. De nuevo se ha visto a muchos de ellos apostados en las principales calles comerciales, como Tetuán o la propia Avenida. Un sevillano con guasa apuntaba al cronista que era raro no ver todavía los puestos de castañas.
Pero Sevilla no sólo vive de sus bares, aunque a veces no lo parezca. La oferta cultural de este otoño también es muy importante. En la Plaza del Museo, había animación para disfrutar en el Bellas Artes de ese “cara a cara” de Picasso con los maestros antiguos. Los amantes de a lírica tienen la oportunidad de acudir en el Teatro de la Maestranza a la última representación de Madama Butterfly.
Las previsiones hoteleras para el resto del puente de la Hispanidad son excelentes. El lleno está prácticamente asegurado hasta el martes. Y se seguirán sucediendo los eventos y actos para garantizar el disfrute de los miles de turistas que han elegido Sevilla para pasar estos días.
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