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La SGAE vende su teatro a través de agentes de fincas exclusivas

Corredores especializados en castillos e inmuebles de lujo ya han mostrado el proyecto a clientes · La entidad aseguró que esperaría a las elecciones de los socios para deshacerse del auditorio.

El edificio diseñado por el arquitecto Santiago Fajardo, en apariencia finalizado, espera su destino en la Isla de la Cartuja.
Braulio Ortiz / Sevilla

10 de febrero 2012 - 05:03

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ya ha puesto a la venta el Auditorio Al-Ándalus que construía en la isla de la Cartuja, el ambicioso complejo que iba a ser uno de los centros culturales más espectaculares del país y que ahora afronta la incertidumbre después de una serie de contratiempos que van desde la marcha del arquitecto encargado del proyecto, Santiago Fajardo, que acusó a la entidad de ocultar información y alterar los datos económicos de la obra, hasta el seísmo vivido dentro de la sociedad de gestión debido a las detenciones de sus altos cargos por desvío de fondos. Aunque el pasado septiembre se aseguraba desde la SGAE que no se tomaría una decisión con respecto al edificio hasta después de celebradas las elecciones de las que saldrá una nueva junta directiva -elecciones anunciadas en un principio para el mes pasado, atrasadas posteriormente, y cuya convocatoria depende de que el Ministerio de Cultura apruebe la reforma de los estatutos que acordaron los socios-, los actuales responsables han ofrecido el centro escénico a agentes inmobiliarios de alto nivel, profesionales especializados en grandes construcciones como castillos, mansiones e inmuebles de lujo. Según fuentes cercanas al proyecto, los especialistas en este sector ya han mostrado a algunos de sus clientes las cualidades de la que iba a ser la sede sevillana de la SGAE. De este modo, los propietarios de Al-Ándalus han recurrido por ahora a una solución discreta: el encargo a corredores que trabajan en las altas esferas y conocen dónde se encuentran inversores a los que no les tiembla el pulso a la hora de realizar grandes desembolsos y que puedan estar interesados en un proyecto de estas dimensiones.

Los intentos por el momento no han tenido éxito y se prevé que los trámites no serán fáciles: entre manos tienen un edificio presupuestado inicialmente en 33 millones de euros y que ha exigido una cuantía final, según algunas estimaciones, en torno a los 90 millones. Una cantidad exorbitante, reflejo de las grandes ambiciones que guiaban la actuación del equipo de Teddy Bautista, y difícil de encajar en el complicado escenario económico actual. Cuando se anunció la "desinversión" de toda la red Arteria, al final del verano pasado, el presidente de la SGAE, Santiago Moncada, ya afirmaba que el proceso se llevaría con "cierta lentitud" porque, como dijo, "no es fácil deshacerse en estos momentos de crisis de seis o siete teatros y de 16 empresas".

La crisis no es precisamente el único obstáculo que se encuentra el Auditorio Al-Ándalus en su búsqueda de un nuevo destino. Tal como aclaran las fuentes consultadas, se ha finalizado la obra civil, pero el apartado del equipamiento "está sin terminar y han decidido paralizarlo". Voces críticas con la gestión de este proyecto apuntan como una razón "clara" de esta abrupta interrupción que "de mayo a septiembre, desde la marcha del arquitecto, las facturas en esta materia se elevaron diez millones". Así, la gran nave de la cultura que preparaba la SGAE anda encallada "sin iluminación, ordenadores, softwares, mesas de sonido y de luces". Peligra así que se pueda poner en marcha la "maquinaria extraordinaria", el "equipamiento especializado" y la "tecnología más compleja" que iban a permitir "presentar en Sevilla los mayores espectáculos del mundo", tal como se declaraba hace un par de años, cuando las obras rondaban la mitad de su ejecución.

El Auditorio Arteria Al-Ándalus iba a ser el espacio elegido de un despliegue sin precedentes: la parcela de más de 31.000 metros cuadrados situado en los terrenos que durante la Expo92 albergaron los pabellones de Venezuela y Rusia dispondría de un teatro con 2.000 localidades con capacidad para acoger a 3.500 personas si se retiraban las butacas, además de salas de ensayo y otros atractivos como un estudio de recuperación de películas antiguas, un plató de televisión, un seminario sobre las artes iberoamericanas, un centro de formación y hasta un máster de gestión cultural de las artes escénicas. Cuando se colocó la primera piedra de este edificio, en mayo de 2007, se definió el futuro centro como "el principal eje dinamizador de la innovación cultural en el vértice que une a España, Iberoamérica y África". Ahora, la falta de equipamientos hace temer que el edificio se pueda destinar a otros usos. ¿Está vendiendo la SGAE un teatro con todos los adelantos tecnológicos o un espacio vacío que podría convertirse en un hotel o dedicarse a otros fines como la celebración de congresos o rodajes? Por el momento la SGAE no se ha pronunciado: este periódico intentó obtener una respuesta de la entidad ante todas las dudas que plantea la situación, pero sus responsables emplazaron a un encuentro con los medios de comunicación que tendrá lugar dentro de unas semanas.

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