Romanos en el Parque Alcosa
YACIMIENTO Arqueólogos descubren una antigua villa de explotación agropecuaria
La excavación arqueológica en el Parque del Tamarguillo demuestra la presencia humana en el barrio situado en el extrarradio desde hace, al menos, 2.000 años
La presencia humana en el Parque Alcosa, barriada de la periferia de Sevilla fundada hace 35 años, es muy anterior a lo que se estimaba hasta ahora. Por lo menos podría remontarse a los inicios de nuestra Era (unos 2.000 años), según las primeras conclusiones extraídas de unas excavaciones arqueológicas que han descubierto una vila romana.
Se trata de una antigua explotación agropecuaria -algo muy parecido a los cortijos hasta hace unos cuarenta años- cuya actividad estaría dedicada, además de al autoconsumo, al abastecimiento de la Hispalis imperial durante los siglos III y IV después de Cristo, aunque ya se atisban otras fases de ocupación que podrían alcanzar cronologías anteriores.
El descubrimiento, como ocurre muchas veces en la ciencia arqueológica, ha sido fruto de la casualidad. Unas obras que llevaba a cabo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el Parque del Tamarguillo desenterró los primeros restos de esta vila romana, única superviviente en su especie en el área metropolitana, donde la expansión y la especulación han acabado con la amplia red de estas villas que abastecían a la Sevilla romana de artesanía, cereales, aceite, carne y otros productos alimenticios. "De ahí la importancia del descubrimiento y la necesidad de su conservación", afirma la directora de la excavación, María del Rosario Gasent Ramírez, que cuenta con el apoyo entusiasta de los vecinos del Parque Alcosa y de colectivos como Movida Pro Parque del Tamarguillo, la Asociación de Geógrafos e Historiadores de Alcosa Prometeo y la Coordinadora de Vecinos La Fea.
"Estamos ante una vila situada estratégicamente -dice Gasent-, cerca de Hispalis, del arroyo del Tamarguillo y del trazado de la antigua Vía Augusta", que transcurría por donde actualmente lo hace la N-IV y cuyo tráfico es visible desde el yacimiento. Sin embargo, la arqueóloga prefiere ser cauta a la hora de detallar su extensión y población. "Estamos en una primera fase de la excavación y todavía queda mucho trabajo por hacer". Por comparación con otros yacimientos, la vila tuvo que albergar a una comunidad compuesta tanto por la familia propietaria como por jornaleros, esclavos, artesanos, etcétera, al igual que los cortijos andaluces hasta antes de la gran emigración a los núcleos urbanos en los años 60.
Pese a la cautela lógica de los arqueólogos, el yacimiento -ubicado junto al cortijo de San Ildefonso- ya se ha convertido en una de las señas de identidad del barrio. Además, en su interior se han descubierto una serie de piezas de valor artístico. Es el caso de un capitel jónico de tosca factura, "cuyo interés radica tanto en la escasez de capiteles de este orden en la Península Ibérica como en el excelente estado de conservación que presenta". La labra de esta pieza fue realizada con mármol blanco y, al igual que el resto de los materiales documentados en dicho yacimiento, "parece encontrarse en un contexto de abandono y derrumbe de la edificación a la que pertenecía". Es decir, que los arqueólogos no saben muy bien en qué parte de la vila se encontraba, aunque todo hace suponer que, por la calidad artística, perteneció más a la parte doméstica que a la de labor.
También, se ha encontrado un dolium (dolia) de gran tamaño (0,90 x 0,80 x 2,65 metros). Estos envases cerámicos parecidos a los tinajones solían servir para contener vino, aceite o, en raras ocasiones, grano. Actualmente, la dolia del Parque Alcosa está siendo estudiada en un laboratorio para que se aclare su contenido y así saber a qué se dedicaba el espacio donde se encontró.
De menor valor artístico es una punta de lanza de hierro cuya utilidad (caza, guerra o simple recuerdo familiar) se desconoce por ahora.
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