La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Hostelería
La noticia ha llegado en mitad del estado de alarma por la pandemia de coronavirus. El Restaurante Becerra cierra para siempre. Su dueño y fundador, Enrique Becerra, se ha encargado de comunicarlo estos días para sorpresa de muchos y tristeza de los clientes habituales, esperanzados en degustar sus famosas tapas y platos una vez que acabara el confinamiento. Motivos de salud son los que han llevado a este hostelero a tomar una “dolorosa” decisión con la que se pone fin a uno de los referentes gastronómicos de Sevilla.
La cola de toro, los sesos de cordero o los riñones al Jerez. Son sólo algunos de los muchísimos platos que han dado prestigio a Becerra, un restaurante situado en pleno centro de Sevilla, en la calle Gamazo, a escasos metros de la Plaza Nueva. Su ubicación privilegiada y su cuidada oferta gastronómica pronto lo convirtieron en uno de los establecimientos más conocidos de la capital andaluza. Su dueño, Enrique Becerra, lo abrió hace cuatro décadas, siendo un joven con 22 años. La profesión es una herencia familiar. Desde su tatarabuelo, que tuvo cinco tabernas en Carmona.
Durante este periodo Becerra se ha convertido en el restaurante literario de Sevilla. Son numerosos los especialistas en el arte de escribir que han probado las delicias de su cocina. Entre ellos, algunos premios nobeles, como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Camilo José Cela. También han pasado por allí Eslava Galán o Pérez Reverte, entre otros muchos. Éste último hizo referencia a su carrillada en la famosa novela El Capitán Alatriste, de ahí que desde entonces lleve como apellido dicho título.
Quizás esta continua relación con los literatos es la que llevó hace tiempo a Enrique Becerra a descubrir una de sus vocaciones: la escritura. Son ya cinco libros los que ha publicado, una actividad que piensa seguir desarrollando después del cierre del restaurante.
El último día que abrió sus puertas fue el sábado 14 de marzo, una jornada antes de que se decretara el estado de alarma. Entonces se anunció el cierre temporal mientras durase la pandemia. Ahora se ha hecho definitivo. La razón no es otra que su estado de salud. Dos operaciones. Mallas internas. Pletinas y tornillos. “Mi médico me dijo que no podía seguir trabajando de la manera en que lo hacía hasta ahora. Yo sólo entiendo la hostelería como un oficio del que hay que estar pendiente las 24 horas”, refiere Enrique Becerra a este periódico.
Por tal motivo, esta semana decidió comunicar la decisión a los diez empleados con los que cuenta el negocio. Y hacerlo público en redes sociales y distintas vías de comunicación. Una vez que acabe el confinamiento y se recupere la normalidad, el Restaurante Becerra no estará abierto. Se habrá puesto fin, durante esta cuarentena, a cuatro décadas de oficio en uno de los grandes referentes de la hostelería sevillana.
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