Relato del asesino del Tiro de Línea
La negativa del autor del crimen de la profesora americana Laura Cerna Baird a reconocer los hechos contrasta con las pruebas y testimonios que hay en su contra
Antonio Gordillo Sala, el presunto asesino de la ciudadana norteamericana Laura Cerna Baird, no se considera ni un psicópata ni un monstruo, a pesar de que ha reconocido en las tres declaraciones que ha prestado hasta ahora en relación con la desaparición de la profesora de Inglés que descuartizó su cadáver porque no le cabía en una maleta y que lo arrojó al río Guadalquivir. Su testimonio está plagado de contradicciones y dudas acerca de lo que sucedió la madrugada del 30 de agosto en su piso del barrio de Tiro de Línea, un asesinato que guarda algunas similitudes con la muerte de la joven Marta del Castillo. La Policía llegó a sospechar de Antonio Gordillo porque el joven confesó a un amigo, a la mañana siguiente, que había matado a una ciudadana extranjera y le pidió ayuda para deshacerse del cadáver en su vehículo. El camarero contó a este testigo que le había dado un puñetazo en la cara a la víctima y que ésta cayó al suelo, donde quedó muerta.
La primera declaración del presunto asesino se produjo el 6 de septiembre, dos días después de que se denunciara la desaparición de Laura, que tenía 49 años. De su puño y letra y plagado de faltas de ortografía, Antonio Gordillo relata cómo se deshizo del cadáver de Laura, aunque defiende que no la mató. El joven, que tiene 30 años, sostiene que la mujer se autolesionó después de que él se negara a mantener unas relaciones sexuales que la víctima le habría solicitado. El abogado de la familia de Laura, José Estanislao López, cree que esta versión es correcta pero que en realidad ocurrió al revés: Antonio Gordillo mató a Laura Cerna porque ésta se negó a satisfacer sus deseos sexuales. Por ello, le ha imputado también un delito de agresión sexual en la vista del jurado que se celebró hace varias semanas.
El avance de la autopsia revela que la profesora de Inglés recibió tres puñaladas, una de ellas con doble trayectoria que le afectó el corazón. En el brazo también tenía heridas defensivas, de haber intentado repeler la agresión con el cuchillo, lo que contradice la versión del imputado de que fue ella misma la que en un momento de locura se hirió.
La forma en la que se deshizo del cadáver también recuerda al asesinato de Marta del Castillo. Lo arrojó al río, en una maleta y en una bolsa de basura, tras haber pedido un coche en dos ocasiones a amigos para transportarlo. Incluso llegó a comentar a un amigo que iba a pedir una moto para deshacerse del cuerpo.
El juez instructor destacó en el auto que denegó la libertad del presunto asesino la "frialdad" de la que hizo gala por haber pedido un coche prestado en dos ocasiones para eliminar los vestigios del crimen. "En ningún momento avisó a la Policía de lo ocurrido, ni pidió ayuda a ningún familiar o conocido, que es lo que hubiera hecho cualquier persona normal en tales circunstancias",
En su declaración ante el grupo de Homicidios, Antonio Gordillo insistió en que no mató a Laura, pero sigue sin dar una explicación coherente sobre por qué no acudió a la Policía si no había tenido nada que ver con su muerte. "Buena pregunta" fue lo primero que respondió Antonio Gordillo a esta cuestión. Acto seguido, explicó que su primera intención fue "llamar a la Policía, por ver tanta televisión, que no sabe por qué lo hizo ni cuando la gente le va a perdonar lo que ha hecho", porque piensa que "ya no volverá a ser persona". En el interrogatorio, la Policía le plantea si realmente no fue él quien apuñaló a Laura, pero el presunto asesino contesta que "conscientemente no, pero tiene tanta lagunas". Y concluye: "Si hubiera hecho eso es que me he convertido en un monstruo".
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