Recuperar la Puerta de Córdoba
HASTA no hace demasiados años, era creencia generalizada en nuestra ciudad que la práctica totalidad del recinto amurallado de Sevilla había sido demolido durante la segunda mitad del siglo XIX, salvo el tramo existente junto al Arco de la Macarena. A lo largo de la década de los 80 del pasado siglo, distintas intervenciones de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que quien esto suscribe tuvo el privilegio y la responsabilidad de dirigir, fueron sacando a la luz numerosos sectores completos de la muralla que se creían perdidos: el importante e irreconocible tramo incrustado entre las ruinosas edificaciones del Colegio del Valle, hoy incorporados a sus jardines; el desconocido existente entre las edificaciones de la Casa de la Moneda y el antiguo Garaje Torre del Oro, que llega hasta la liberada y restaurada Torre de la Plata, la identificación y salvaguarda, mediante la oportuna ordenanza, de todos los tramos aún existentes entre edificaciones relativamente recientes, por las calles Goles, Gravina, Zaragoza, Molviedro, Castelar, Tomás de Ibarra, Sol, etcétera.
Aclarada la pervivencia de nuestras murallas, pasemos a referirnos a los otros elementos que las completaban: las puertas. Efectivamente, en su práctica totalidad, sucumbieron durante la fiebre de derribos de la época decimonónica antes citada. Sólo se salvaron el arco neoclásico de la Macarena y el medieval postigo del Aceite. Pero también se salvó la primitiva Puerta de Córdoba. A ello contribuyó tanto la creencia popular de que en ella estuvo preso San Hermenegildo como el hecho de estar adosada a la iglesia de esta misma advocación y no suponer, por tanto, obstáculo alguno para el tránsito de personas y vehículos. Pero esta circunstancia que entonces la protegió hoy la mantiene casi oculta y desconocida para el común de los sevillanos que, hoy mismo, la toman como un apéndice de dicha iglesia.
En la primera fotografía que adjuntamos, distinguimos claramente, adosado a la trasera del edificio religioso, un prisma rectangular almenado, formado por grandes sillares de tapial, sobre zócalo de ladrillo y con sendas puertas rematadas por arcos de herradura en sus dos caras visibles. Ésta es la, posiblemente almohade, original Puerta de Córdoba que aún se mantiene. Si observamos con atención la imagen, apreciaremos, junto a la puerta de herradura de la derecha, una franja de pavimento de color más claro que el resto: ésta es la traza de la muralla que discurre soterrada bajo el pavimento. Esta circunstancia no es baladí, pues nos permite reconocer a la todavía en pie como la única y primitiva torre-puerta islámica, dado que la muralla entestaba en ella, sin interrupción alguna. El grabado de Tovar que todos conocemos, con una doble torre y un arco central es, sin duda, un añadido de 1569, siguiendo las directrices de Hernán Ruiz para otras puertas, realizadas al tiempo de la eliminación de las barbacanas. Esta segunda torre y el arco central se derribarían en el XIX.
Durante la campaña de investigación arqueológica llevada a cabo durante los años 2006 y 2007, bajo la dirección del arqueólogo Florentino Pozo, y dentro de la última fase de restauración de ese sector de la muralla, se pudo establecer el complejo sistema defensivo de esta puerta, con una doble barbacana con accesos en recodo, difíciles de superar, no sólo por artefactos guerreros, sino incluso por carruajes civiles. El poco desgaste de la capa de rodadura permite, además, conjeturar que, durante la época musulmana, sólo atendería al paso de personas y acémilas para el cuidado de las huertas extramuros. Las trazas de estas defensas se han reflejado en el pavimento mediante el recrecido de los cajones de tapial que aparecen visibles mediante el correspondiente cambio de material y color, respecto al resto del pavimento.
Interiormente se puede apreciar, junto al aceptable estado de conservación (fue restaurada, a mediados de los años 50, por Félix Hernández y Rafael Manzano), las puertas en recodo, el espacio libre central y el acceso a la, conocida como, celda de San Hermenegildo. Se acompañan imágenes en esta página.
Conocida ya la existencia y el aceptable estado de la única puerta almohade de la muralla de Sevilla, pasemos a considerar las actuaciones posibles para su recuperación, puesta en uso y disfrute por parte de los sevillanos. El edificio es propiedad del Ayuntamiento, y se encuentra actualmente sin uso. Desde él se puede acceder fácilmente, tanto al paseo de ronda superior de la muralla como al paseo inferior, existente entre la propia muralla y la barbacana (la llamada liza). En el proyecto de restauración de este sector de muralla se previó en el paseo de ronda superior, la instalación de una "línea de vida" que permite el tránsito por este, en condiciones de seguridad. Esto permitiría el establecimiento de un circuito de visitas turístico-culturales que, partiendo de la Puerta de Córdoba llegara hasta la Torre Blanca, tanto por arriba como por abajo.
La Puerta de Córdoba funcionaría como Centro de Recepción y en ella se podrían exponer, junto a paneles informativos sobre las murallas de Sevilla, otros materiales de interés rescatados en las campañas arqueológicas como, por ejemplo, el mosaico romano encontrado en la propia liza, a escasa profundidad, lo que nos ilustra sobre la ocupación en época romana de este trozo de nuestra ciudad.
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