Recuerdo del editor que nunca habría premiado al 'Ulises'
calle rioja
Equilibrio. Las dos primeras ediciones del premio Fernando Lara fueron a Barcelona (Terenci Moix) y a Madrid (Umbral) y la primera tras sus bodas de plata viajó hasta Bilbao
Buenos tiempos para la lírica del Alcázar. Tan épico. Recupera las visitas de antaño; el Patio de las Doncellas ilustra el cupón de la ONCE de hoy para conmemorar los noventa años de la cesión del monumento al Ayuntamiento de Sevilla (ocho días después de la proclamación de la Segunda República); y el patio de la Montería acogió el acto de entrega de la vigésima sexta edición del premio de novela Fernando Lara. Tantas ediciones como los años transcurridos desde que el benjamín del editor de El Pedroso perdiera la vida en un accidente de tráfico después de asistir el 18 de agosto de 1995 a la presentación oficial del Español de Barcelona, su equipo y el de su familia de periquitos.
El año que nació Alaitz Leceaga, ganadora del galardón, bilbaína de cuna, ganó la Liga la Real Sociedad. Los dos años siguientes la conquistó el Athletic de Bilbao de Javier Clemente, incluido el doblete de la Copa del Rey al Barcelona de Maradona y Schuster. El premio Fernando Lara es un compendio de las Españas. La primera edición fue para Barcelona (Terenci Moix), la segunda para Madrid (Francisco Umbral) y la tercera bajó para Andalucía, con la novela Señorita de Juan Eslava Galán. El Alcázar es un ejemplo de mestizaje histórico donde conviven restos arquitectónicos árabes y cristianos, historias de reyes y de la República, y hasta la sombra de un monarca que era Cruel para unos y Justiciero para otros. Un rey de novela, como demostró Juan Rey en su libro 1369. Barcelona estuvo representada por Pere Gimferrer en el jurado, uno de los nueve novísimos de la antología de Castellet. No sé si lo sabrá Ada Colau, que acaba de borrar del callejero de Barcelona a los Reyes Católicos, pero en este Alcázar que Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la República cedió al Ayuntamiento de Sevilla residieron Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, monarcas a los que ningún político sectario podrá borrar del relieve de Antonio Susillo que ilustraba la llegada de Colón con la delegación indígena a Barcelona, donde los recibieron los Reyes Católicos.
Tuve la suerte de conocer y entrevistar a Fernando Lara Bosch. En el hotel Alfonso XIII me decía que el Ulises de Joyce nunca habría ganado el premio Planeta. El premio Fernando Lara lo ganó otro escritor irlandés, el hispanista Ian Gibson, que llegó a España hace casi medio siglo para investigar las circunstancias de la muerte de Federico García Lorca. La entrega del premio coincidió con el vigésimo aniversario del primer gol de Joaquín en Primera, precisamente al Español de la familia Lara por el que pasaron el bético Gabino y el sevillista Francisco López Alfaro. El Español fue precisamente el último equipo al que se enfrentó Rafael Gordillo con la camiseta del Madrid. Entró por Hagi la víspera de la inauguración de la Expo de Sevilla y participó en el 7-0 al Español de Clemente. Orto y ocaso.
La acción de la novela de Alaitz Leceaga, compatriota de Miguel de Unamuno, contemporáneo de los hechos que narra, tiene lugar en el municipio con menos letras de la toponimia española: Ea, en la costa de Vizcaya. Dos vocales, como el río Eo. Ea, echemos a andar. Las iniciales del Estatuto Andaluz formaron parte de la campaña institucional del 28-F de 1981 para contrarrestar la maquinaria de Adolfo Suárez y Lauren Postigo, converso de Nerva, rey de las audiencias televisivas. Monosílabos de la geografía. El Po es el río que más sale en La Cartuja de Parma, de Stendhal; y el Don, en Guerra y Paz, de Tolstoi. Dos ríos de la confederación hidrográfica de Napoleón.
El patio de butacas del Patio de la Montería evocaba noches inolvidables de la Bienal de Flamenco: la guitarra de Paco de Lucía, la bata de cola hecha abanico sideral en el baile de Matilde Coral… Cumbre de embozados y embozadas en el patio de butacas, como en las novelas ejemplares de Cervantes. Mercedes de Pablos cumplió años ayer. Como la víspera del 11-S, fecha que asocia con el viaje que tenían previsto hacer ese día el Nobel Saramago y Pilar del Río a Nueva York. Alaitz Leceaga nació el año que el Nobel lo ganó Gabriel García Márquez y su amigo Felipe González las elecciones generales en España. En 1982 llegó un nuevo obispo a la diócesis desde Tánger, ciudad que salió ayer en uno de los circunloquios de periodistas para evocar a una madre valiente con una vida de novela. El 11-S de 2001 lo recuerda Juan Espadas como el único año que se dejó barba, que igual la tiene que poner a remojar. La novela ganadora se titula Hasta donde termina el mar. Lo que tantas veces pese dirían a escondidas Magallanes y Elcano. El primero residió en el Alcázar antes de vender su proyecto a Carlos I de España y V de Alemania, rey y emperador que se casó en el Alcázar. Ada Colau no va a ganar para disgustos con tanta corona y expedición.
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