Así era la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla antes de que llegara la Universidad
Historia de Sevilla
El edificio, que comenzó a construirse hace casi 300 años, llegó a albergar a más de 6.000 trabajadores.
Durante las obras de rehabilitación de 2011 se halló un sistema de cimentación único en España y desconocido hasta entonces
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El 9 de julio de 2023 se cumplen 265 años del inicio de la actividad productiva en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, un edificio con mucha historia industrial y militar que ha llegado a nuestros días como sede central de la Universidad de Sevilla y de las facultades de Filología y de Geografía e Historia.
En sus patios y naves se han forjado grandes historias y leyendas, las más conocida, la de Carmen la cigarrera, la gran criatura literaria de Prosper Mérimée que atraería más tarde a pintores, músicos, dramaturgos y cineastas de todas la épocas. En 1959, el edificio fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.
Durante el siglo XIX, la fábrica llegó a dar empleo a 6.000 personas y el Estado se encontraba desbordado por la demanda. En el siglo anterior, los cigarros eran elaborados exclusivamente por hombres, pero en la siguiente centuria se descubrió que las mujeres eran menos exigentes en el trabajo, al considerarlo un añadido al salario que traían sus maridos a casa. Por eso, ante el despegue definitivo de cigarro y del cigarrillo, en el siglo XIX se decidió emplear a mujeres para esta tarea, siendo éste el origen de las cigarreras de Sevilla.
Una fábrica con ecos renacentistas
En el edificio, cuyas obras tardaron más de 50 años en concluir desde su planteamiento, confluyen diferentes estilos y rasgos que le otorgan ese espíritu medieval y militar. Propio de la arquitectura industrial del siglo XVIII, el edificio tiene ecos renacentistas en su esquema general, por su planta, remates y patio principal. Sin embargo, la fachada principal, la fuente central y una serie de bóvedas tienen un carácter barroco. Además, debido a la época en la que fue construida, también hay rasgos neoclásicos en algunos patios.
El resultado es uno de los edificios de mayores dimensiones y categoría arquitectónica de su género en España, así como uno de los más antiguos de la Europa del Antiguo Régimen. La Fábrica de Tabacos ocupa un rectángulo de 185 por 147 metros, solo superado en España por El Escorial, que mide 207 por 162 metros.
"Con sus vastas dimensiones y su ostentosa fachada, fue concebido como un gran contenedor capaz de albergar dentro de sus muros un ingente número de trabajadores, bestias de carga y acémilas para mover ingenios y un mundo sin fin de máquinas y aperos", detalla Alfonso Pozo, autor de Alma Mater hispalense, un portal web sobre la Universidad de Sevilla.
50 años de obras
La historia de este inmueble comienza con la presentación del proyecto el 25 de enero de 1728, tres años después de la visita a Sevilla de Jorge De Verbom, teniente general e ingeniero general de España. Durante su estancia en Sevilla en 1725 surgió la idea de encargar al ingeniero Ignacio Sala el proyecto de las nuevas fábricas. Además, ampliarían el edificio viejo destinado a tal fin, que se encontraba desde 1620 entre la iglesia de San Pedro y la del Buen Suceso y que dejó de funcionar en 1760, según explican fuentes de la Universidad de Sevilla.
Para la ubicación del edificio se pensó en distintos lugares extramuros cercanos a la Puerta de Jerez. Algunos de los lugares que se propusieron fueron entre el Palacio de San Telmo y la Torre del Oro, y las Atarazanas. Finalmente, se escogió una zona conocida como Las Calaveras que había servido de enterramiento en la época romana.
"Las obras del edificio se iniciaron el 28 de septiembre de 1728 con Ignacio Sala al frente, hasta que Verbom lo destituyó a finales de 1731. Así, el ingeniero Diego Bordick, coronel de Infantería, fue el que asumió el proyecto e hizo algunas modificaciones sobre él", relatan desde el departamento de Patrimonio de la Hispalense.
"Como uno de los males endémicos que azotaban a la ciudad eran las frecuentes avenidas del río, Ignacio Sala previno la elevación del edificio, de tal forma que en el proyecto se estipulaba que la fábrica quedaba un pie más alto que la riada de 1684 y dos más que la de 1708. El presupuesto de Sala ascendía a 5.844.270 reales de vellón. En él se indica que, por razones de seguridad y firmeza, la obra debía ser de cantería, con piedras procedentes de Carmona", asegura Alfonso Pozo en Alma Mater hispalense. "Aunque no se han conservado los planos originales, sabemos cómo era el primitivo proyecto a través de diversos informes".
Las obras se suspendieron entre 1735 y 1750, año en el que otro director de obras, Van der Borcht, continuó los trabajos durante dieciséis años consecutivos. En esta etapa se construyeron la fachada principal, los patios, las galerías, gran parte del foso y los dos pequeños edificios que constituyen la capilla y la cárcel.
La fábrica comenzó a funcionar el 9 de julio de 1758, pero aún quedaban algunas obras por concluir. Ese es el año que figura en los lucernarios y en la inscripción de la portada, aunque aún estaban montándose las gárgolas, las losetas blancas y negras de Génova de las escaleras, la terraza de la azotea y otros elementos.
La finalización de las obras fue un proceso que se alargó durante varios años más. Los cuatro grandes remates de las esquinas los talló Cayetano da Costa en 1758; el reloj de carrillón del primer patio data del 1759; la puerta de San Fernando, de estilo clasicista, se construyó en 1760; y los años 1762 y 1763 fueron decisivos para la culminación de las obras. En estos dos años se finalizaron las garitas defensivas sobre el muro del foso y se estrenó la capilla. Y los fosos no se terminaron hasta el año 1770, así como las casas de la calle San Fernando.
Cimientos contra terremotos
En 2011, durante las obras del plan de rehabilitación aprobado por la Universidad de Sevilla en 2009, aún sin concluir, se descubrió un sistema de cimentación único en España desconocido hasta el momento. Bajo el edificio hay una serie de arcos invertidos que dotan al conjunto de una gran resistencia a los terremotos y de una especial fortaleza ante posibles asientos diferenciales en un terrero que, debido a su cercanía al río Guadalquivir, y al ya soterrado arroyo Tagarete, es especialmente inestable.
El hallazgo se produjo durante las obras de ejecución de una serie de galerías subterráneas para la instalación de diferentes redes informáticas, luz y agua necesarias para los nuevos usos. Estas galerías han permitido la supresión, entre otros, de los falsos techos y añadidos diversos que habían desvirtuado la belleza del edificio.
"Cuando entramos aquí ya sabíamos que la Fábrica de Tabacos tenía una cimentación profunda, y que había sido realizada para huir del terreno inundable maltratado por las riadas", señalan desde la Universidad de Sevilla. Para solucionar este problema excavaron toda la planta del edifico al mismo tiempo: "Lo dejaron como si fuera un campo de fútbol vacío y con un desnivel de cerca de seis metros, para meter dentro el edificio cimentado". Luego, "construyeron los cimientos de abajo arriba con unos pilares no de piedra y cal, sino de ladrillo perfectamente labrado".
Sin embargo, "hay un momento en el que los ingenieros temen que el subsuelo al que han llegado sea muy fangoso y, que debido al peso de la estructura de la Fábrica de Tabacos, los pilares, de 2,5 metros por 2,5 metros, se claven como una pieza rígida en un molde de mantequilla", explican. Es entonces cuando deciden aumentar la superficie de cimentación con la construcción de unos arcos invertidos que incrementaban la capacidad de carga del terreno. A continuación, se labraron las zapatas de cimentación y se rellenó todo el espacio excavado de tierra hasta dejar el terreno definitivo a una cota superior a la última riada.
Sólo unos pocos afortunados han podido ver cuatro de estos arcos invertidos en la propia Universidad. En las remodeladas y asépticas galerías subterráneas, a las que se accede por una empinada escalera situada por la avenida del Cid, hay una pequeña puerta que esconde este tesoro arquitectónico.
Este sistema de arquerías invertidas -cuatro arcos por cada bóveda-, se extiende por el 70% de la planta del edificio, excepto en el llamado "espacio palacial". Sólo se puede apreciar a través una puerta cerrada con llave y situada en el sótano de las antiguas dependencias de Derecho
"Este descubrimiento fue algo absolutamente insospechado y asombroso que ofrecía respuestas a muchas conjeturas, como por ejemplo, cómo era posible que, después de más de 250 años y con un subsuelo tan arcilloso, no se hubiera producido ninguna fisura ni grieta en el edificio", anotan desde la Hispalense.
Este sistema también explicaría la resistencia del edificio ante diferentes episodios sísmicos, como el terremoto de Lisboa de 1755, que afectó a gran parte de Andalucía Occidental y que no produjo daños conocidos en el edifico, todavía en construcción en aquella época. Por otro lado, las excavaciones llevadas a cabo a más de seis metros de profundidad para la cimentación de la fábrica aclaran la inexistencia de restos arqueológicos bajo el edificio, ya que la excavación llegó hasta el nivel freático.
Un edificio con uso militar e industrial
La fábrica tuvo un cuerpo armado. "Por la fortificación del edificio (su foso, sus garitas, su muralla delantera) y su ubicación estratégica en el acceso sur de la ciudad, durante el siglo XIX fue frecuente la presencia militar en el recinto, en concreto en el ala Este, la que da al Prado de San Sebastián", explica el responsable del portal web Alma mater hispalense.
Entre los episodios militares, destaca la famosa incursión del General carlista Miguel Gómez durante la Primera Guerra Carlista, en mayo de 1836. Según Alfonso Pozo, "el pánico se desató en la ciudad ante la cercanía de sus tres mil hombres y la posibilidad de que las tropas reales no pudieran controlar la insurrección. Ya habían ocupado Córdoba y se encontraban en Lora del Río. El tesoro catedralicio, incluida la custodia de Juan de Arfe, y de numerosas iglesias se guardó en la Fábrica, como improvisada fortificación. Se trasladó abundante artillería al edificio, especialmente en el ala oriental. Finalmente, no hubo que usarla pues Gómez cambió su rumbo y nunca llegó a pasar por Sevilla".
En 1883, se instaló en el edificio el Regimiento Montado de Artillería Brunete nº 1, en concreto en la parte oriental del edificio, lo que más tarde se convertiría en la Facultad de Derecho.
En el Pabellón de Brasil, en el Paseo de las Delicias, se conservan tres planos de grandes dimensiones de la antigua Fábrica de Tabacos. Estos están colgados en la pared de uno de los pasillos de la planta baja del edificio. En uno de ellos, que data del 8 de agosto de 1903, se puede ver cómo el cuartel de Artillería ocupaba toda la fachada que da a la Avenida del Cid y el jardín de esa misma zona. Mientras que en un segundo plano del 5 de julio de 1905, el espacio del cuartel se reduce a unas tres cuartas partes de esa misma fachada.
Allí permaneció este regimiento hasta 1929, año en el que estuvo listo el cuartel de Pineda. Poco después la Fábrica volvería a ser la sede del Tercer Batallón del Regimiento de Carros de Combate Alcázar de Toledo. Los militares no abandonaron definitivamente la fábrica hasta el 16 de septiembre de 1950, cuando el edificio empezó a prepararse para el uso universitario.
La llegada de los primeros universitarios
En 1945 se creó Tabacalera S.A., que gestionó la producción del tabaco, que había disminuido considerablemente desde 1920, aproximadamente. La factoría se trasladó entonces a unas instalaciones en el barrio de Los Remedios.
El traslado de la Universidad de Sevilla a este edificio se produjo de forma escalonada entre 1954 y 1956. La transformación del edificio supuso una obra de profundo calado a cargo de los arquitectos Alberto Balbontín de Orta, Delgado Roig y Toro Buiza.
Inicialmente, albergó el rectorado y las facultades de Ciencias, Derecho y Filosofía y Letras. Actualmente, sirve como sede del rectorado y sólo acoge las Facultades de Geografía e Historia y Filología.
Donde en 1905 estaba el taller de cigarros comunes y el de cigarros marcha-chica, hoy son las aulas de la Facultad de Filología de la planta baja. Y donde antes se preparaban los cigarros de marca-chica y estaba el taller de cajetillas, hoy estudian Geografía e Historia.
En todos estos años, el edificio ha sufrido numerosas modificaciones y ampliaciones, creándose plantas, entreplantas y dependencias nuevas.
El plan de rehabilitación de la Universidad de Sevilla contempla que este edificio se convierta en un Campus de Humanidades, trasladando a este lugar la Facultad de Filología. Tras sacar de la fábrica la biblioteca general y la Facultad de Derecho, se realizaron varias modificaciones en el edificio para que alberga a los alumnos de Filosofía. La Universidad de Sevilla anunció este traslado por primera vez en 2014, pero nueve años después aún no se ha producido.
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