La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La generación del pico y la pala
La noche del 24 de mayo de 2008 buena parte del país estaba delante del televisor viendo el festival de Eurovisión. Tras años de zozobra, decepciones y cierto desinterés por parte del público, el concurso había desatado cierta expectación ese año porque España presentaba la frikada más gorda que ha llevado hasta el momento a la gala europea.
La canción se llamaba Baila el chiki chiki y la interpretaba Rodolfo Chikilicuatre, un personaje creado por el actor David Fernández que había empezado su andadura en los concursos previos al festival como una broma y había terminado siendo el elegido por el público para representar a España en Belgrado. Con el crusaíto, el brikindance, el michaeljackson y el robocop, Chikilicuatre quedó en el puesto número 16, uno por delante del obtenido por Blanca Paloma en la noche de este sábado.
Su actuación fue vista por casi 14 millones de personas. El festival estaba puesto aquella noche en el televisor del bar La Pará, un negocio ubicado en la calle Rafael Belmonte García, en Triana, muy cerca de la iglesia del Cachorro. A pesar de su nombre rociero, el bar estaba regentado por un ciudadano chino de 33 años, Jin Ling Min, y por su esposa rumana, Maria. Jin estaba solo atendiendo a la barra aquella noche, en la que apenas quedaban ya clientes.
Sobre las once entró en el bar Daniel Camacho, ciudadano español que por entonces tenía 35 años, que pidió una copa y volvió a salir del local al comprobar que se había quedado libre una plaza de aparcamiento en la puerta del mismo. Jin le ayudó a reservarla colocando dos taburetes del bar para que nadie le quitara el hueco. Camacho regresó a los pocos minutos con una furgoneta que había robado antes y aparcó en la puerta del establecimiento.
Se colocó en la barra y esperó a que se fueran el resto de clientes. Eran ya la una y media de la madrugada del día 25 cuando Jin se dispuso a cerrar el bar, según el relato de los hechos que haría después la Fiscalía. Camacho abordó al tabernero con un arma blanca y le asestó varias puñaladas que acabaron con su vida.
A continuación robó un televisor de pantalla plana, un descodificador de televisión, un ordenador portátil, el dinero de la caja registradora y la recaudación del teléfono público, e introdujo todos los objetos, valorados en 1.930 euros, en la furgoneta. Según relató luego la sentencia de la Audiencia de Sevilla, el autor del crimen había hecho labores de vigilancia del bar desde el mes de abril. Había entrado varias veces como cliente para averiguar las medidas de seguridad, objetos de valor existentes y rutinas, horarios y costumbres de los dueños.
Tras cometer el crimen, "eliminada toda resistencia", apagó todas las luces del interior y salió del local cerrando con llave la puerta, todo ello "con la finalidad de evitar que alguien, desde la calle, pudiera darse cuenta de lo ocurrido en el interior". No fue hasta la mañana siguiente cuando se descubrió el cadáver, después de que la mujer de la víctima se despertara y descubriera que su marido no había llegado a casa.
Cuatro días después, el asesino fue detenido por el Grupo de Homicidios de Sevilla en su casa de la calle San Jorge, también en Triana, a menos de un kilómetro del bar del crimen. La Policía no le encontró los objetos robados, pero sí halló en la casa de Camacho tres billetes chinos, propiedad de la víctima, que éste guardaba en su cartera. El asesino también tenía un bote de rímel y una gomilla del pelo de la mujer de Jin, y que ésta guardaba en la caja registradora del bar. La Audiencia de Sevilla condenó al autor del crimen a 14 años de cárcel.
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