La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Nueva comisionada Polígono Sur
"Llego con muchas ideas. Tengo ahora que reunirme con todos, con asociaciones de vecinos, con directores de colegios, de centros de salud, con mediadores de empleo... Quiero conseguir que la gente, y no sólo los vecinos del barrio, sino los de toda Sevilla, se sientan orgullosos del Polígono Sur. Que los niños de este barrio tengan un horizonte". Éstas fueron las primeras palabras que pronunció en público María del Mar González como nueva Comisionada para el Polígono Sur. Lo hizo en un acto celebrado el pasado jueves en la sede de la asociación Amigos de los Jardines de la Oliva, que lleva varios años organizando el Día del Polígono Sur, un encuentro vecinal en el que se repasa el estado y las necesidades del barrio y al que el jueves asistieron 53 personas.
María del Mar González ni siquiera tenía pensado intervenir en el acto porque no será presentada públicamente como Comisionada hasta la próxima semana. Aseguró que acudió a la asociación de la Oliva como una ciudadana más y que lo hizo para oír "cara a cara" a los vecinos del barrio. Quiso incluso sentarse entre el público, pero los vecinos le pidieron que ocupara un lugar en la mesa que presidía la reunión, junto al director del distrito Sur, Juan Ignacio Luna. Ni siquiera tenía previsto hablar, pero lo hizo atendiendo a las reclamaciones de los vecinos para que cerrara el encuentro.
González admitió que lleva tiempo barajando ideas porque la propuesta de dirigir la oficina del Comisionado le llegó el pasado mes de agosto, "un día después de la muerte de Encarnación", dijo, en referencia a la niña de 7 años que murió alcanzada por una bala perdida y disparada por error en las Tres Mil Viviendas, el pasado 21 de agosto. Sus primeros pasos serán mantener una serie de encuentros con distintas instituciones y entidades del Polígono Sur y a partir de ahí empezará a poner en marcha sus proyectos.
Con el gesto de acercarse a una reunión vecinal a la que su predecesor era invitado año tras año y ni siquiera contestaba, María del Mar González ya se ganó a buena parte de los vecinos. Muchos de los asistentes le pidieron que mantuviera una mayor cercanía y fluidez con los residentes del barrio y le recordaron que era muy difícil mantener un encuentro con su antecesor, el actual Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu.
"Sólo le pido que no tenga que esperar 8 ó 9 meses para que me reciba", le dijo Rafael Pertegal, presidente de la asociación de vecinos Martínez Montáñez, que representa a la zona más degradada del Polígono Sur, la que se conoce popularmente como Las Vegas. "Al menos tú tuviste suerte. A mí me apuntaron para darme cita y nunca llegué a reunirme con él", saltó otro vecino tras la intervención de Pertegal. "Cuando Maeztu llegó aquí decían que lo había arreglado en Cádiz. Aquí, desde luego, lo ha destruido", llegó a decir Antonio López, un vecino de la barriada Murillo muy crítico con la gestión del anterior Comisionado. "Lo hizo muy bien, le dieron hasta la medalla de Andalucía", ironizó otro vecino, que se preguntó "dónde está el dinero que dio la Unión Europea para arreglar el Polígono Sur".
González defendió el trabajo de Maeztu y aseguró que le interesa mantener un contacto mucho más fluido con los vecinos. "Me interesa una mayor cercanía. Entiendo que hay un cierto malestar por esto. No sé cómo era la etapa anterior, pero me consta que es un equipo que ha trabajado mucho por el barrio y que no está aquí" para defenderse de las críticas, por lo que la nueva Comisionada quiso mirar sólo al futuro. "Me llevo las cosas conmigo. He venido porque quería oírles cara a cara".
Y cara a cara escuchó atentamente el rosario de problemas que los vecinos le trasladaron: desde materias tan fundamentales como la seguridad ciudadana, el tráfico de drogas, el desempleo o el absentismo escolar hasta temas menos urgentes pero que minan la confianza de los vecinos en la administración, como la poda de árboles, los graffitis, el vandalismo o la presencia de ratas en las calles. Muchos de los asistentes coincidieron en pedir una mejor gestión del nuevo centro de asistencia social, que sólo reparte "8 ó 9 números al día", "lo que obliga a la gente a levantarse a las tres o las cuatro de la madrugada para conseguir una cita", como destacó Fernando Guzmán, de la asociación de Las Letanías.
La cercanía que esta profesora de Psicología asegura que quiere mantener con quienes viven en el Polígono Sur pudo verse ayer en una serie de detalles, que es quizás donde mejor se aprecia y posiblemente lo que más le agradecen unos vecinos que llevan años sintiéndose abandonados por la administración. Por ejemplo, María del Mar González acudió a la sede de la asociación Amigos de los Jardines de la Oliva sola, no rodeada de asesores, secretarios o colaboradores. Llegó tarde y lo primero que hizo fue disculparse. "Lo siento, no controlo mi agenda estos días. He tenido que atender una llamada importante y esto me ha hecho retrasarme". Quiso sentarse entre el público y no lo hizo únicamente para no ser descortés.
Y, cuando la reunión terminó, no sólo no se marchó rápido argumentando algún motivo urgente, sino que se quedó a departir un rato con los presentes. Antes había escuchado a una mujer que le recordó que en el Polígono Sur hay muchos pintores en paro, "para que cuando se vayan a pintar las fachadas no se contrate a gente de fuera"; a dos mujeres de una asociación de cocina solidaria que trabajan con el movimiento mediador Chalavipen Mashkarno para dar de comer a diario, o al menos intentarlo, a 40 familias; a otra señora que alertó del posible conflicto intercultural que se puede dar a la larga en las escuelas del barrio por la presencia de las segundas generaciones de inmigrantes; o a un vecino que denunció que hay viviendas que se han vendido ilegalmente hasta quince veces, a veces por deudas de drogas.
González se empapó del barrio en la hora aproximada que pasó con los vecinos y éstos se lo agradecieron sobremanera. Tanto que cuando cerraba su pequeño discurso improvisado, cuando decía aquello de que quería que los niños del barrio tuvieran un horizonte, Antonio López, el vecino de Murillo tan crítico, la interrumpió, señaló detrás de ella y le dijo: "Que ese Cristo que tiene usted detrás la ilumine".
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