Pulido, un mecenas con mucho arte
Calle Rioja
Legado. El presidente de la Fundación Cajasol ingresa en la Academia de Bellas Artes con un discurso sobre el mecenazgo con un leve guiño político y referencia a las Atarazanas
ORGULLO y responsabilidad. Son los dos sentimientos que dominaban el ánimo de Antonio Pulido (Castro del Río, Córdoba, 1965), al ser aceptado como nuevo académico de honor de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.
Con el ingreso del presidente de la Fundación Cajasol “se hace justicia al mecenazgo”, en palabras de Isabel de León, presidenta de la institución. Y fue el mecenazgo el hilo conductor de la intervención de Pulido en un solemne acto al que acudieron el alcalde de Sevilla,Juan Espadas, el arzobispo de la diócesis,Juan José Asenjo, y la consejera de Cultura, Patricia del Pozo.
Cuanto más cerca esté el mecenazgo de sus orígenes de generosidad y altruismo, más eficaz será en el cumplimiento de sus objetivos, dijo Pulido, consciente de que la cultura y las artes, objetos de ese mecenazgo, presentan cambios sustanciales como son “una sociedad de consumo y el acceso masivo a la cultura”.
El académico Juan Miguel González glosó los méritos de Pulido, un cordobés que vino a Sevilla para hacer Económicas y Empresariales, que culminó con una tesis sobre demanda y competitividad en el turismo exterior y quince años de docencia.
La palabra mecenazgo, recordaron tanto Pulido como su presentador, procede de Mecenas, amigo y consejero de Augusto que se caracterizó por su apoyo a las artes y a los artistas, siendo protector de Virgilio y Horacio. Pulido extrapoló al nuevo foro académico los discursos de ingreso que pronunció en la Academia Europea de Doctores y la de San Dionisio de Jerez, que versaron respectivamente sobre el emprendimiento y la transformación de los sistemas financieros.
En una Academia de Bellas Artes fundada por Murillo, consideró que también hay emprendimiento “en los primeros versos de un soneto, en el lienzo en blanco”. Se remitió a Calvo Serraller para hablar del cambio del rol de artista en cortesano en el tránsito del Renacimiento al Barroco. Asumió la presidencia de la Fundación Cajasol en 2009, hace una década, con los estragos de la crisis económica. “La cultura, el arte y el pensamiento son importantes y tampoco deben dejar de serlo en momentos de crisis o de ahogo económico”.
Ve “perfectamente compatibles” el mecenazgo cultural con las obras sociales de la Fundación que preside. “La industria cultural es un factor económico de gran magnitud”. Una suma cuantitativa y también cualitativa. “El arte y la cultura no son sólo un esparcimiento del espíritu; son también instrumentos de conocimiento de la sociedad, de respeto y comprensión mutua”.
Aterrizó en la actualidad, ese decorado cambiante, para recordar que “ya es un clásico que cada nuevo Gobierno anuncie su propia ley de Mecenazgo y ninguna ve la luz”. Comparó la situación en los países anglosajones, receptivos al mecenazgo privado, con España y la órbita mediterránea, donde esa iniciativa privada “va más a remolque”.
Nació en un pueblo cordobés donde Cervantes estuvo preso, escritor que también padeció presidio muy cerca de la Fundación que preside Pulido, antigua Audiencia con el genio arquitectónico de Aníbal González. Hermosa paradoja que quien estuvo entre rejas creara una obra universal que nos hizo más libres.
Dedicó los últimos minutos de su discurso al proyecto de las Atarazanas. “Una iniciativa de largo aliento que trasciende al ámbito privado”. Una obra de la Caixa que gestionará la Fundación Cajasol y que, en paralelo con el quinto centenario de la primera vuelta al mundo, podría ser “un gran centro de interpretación de vínculos con América Latina”, que abrirá “nuevos espacios de influencia, colaboración y, por qué no decirlo, de negocios”.
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