Puerta Barqueta: Buenas ideas para recuperar la historia
La empresa Acciona promueve el proyecto residencial que rescata para el casco histórico de Sevilla el edificio de Espiau y Muñoz
Las ideas y el tiempo son los que terminan construyendo las ciudades. Hay buenas ideas que acaban siendo malas, y también al contrario: que lo que no parecía una gran idea termine siendo buena porque el tiempo le ha dado la razón. Así que es eso, el curso de los años, de los siglos, y el devenir de las ideas lo que determina la fisonomía de una ciudad, con sus aciertos y sus errores, pero también con sus enmiendas. Porque el tiempo, también, permite arreglar esas buenas ideas que acabaron malogradas. Permite devolver a una ciudad lo que se perdió, recuperarlo y ponerlo en el sitio que nunca debió haber perdido. Claro que todo eso no se hace solo: detrás siempre está el trabajo, a menudo incansable, la inquietud y el ánimo de las personas. De la gente que, al final, es quien define cómo es una ciudad. Esta es la historia de una gran idea.
En el vértice norte de la ciudad amurallada de Sevilla, muy próximo al río Guadalquivir, la vieja Puerta de Vib-Arragel se alzaba orgullosa como único acceso desde el camino que llegaba de Qualat Rawal, hoy Alcalá del Río. También llamada de la Almenilla, por la torre de vigilancia contigua, aún hoy sigue siendo conocida como Puerta de la Barqueta, por la proximidad de una barca que se utilizaba para cruzar el río. Fue precisamente el Guadalquivir el causante, con sus crecidas continuas, de las numerosas reparaciones y reconstrucciones de que fue objeto. La puerta, en realidad, daba acceso a un espacio libre, contiguo al monasterio de San Clemente, denominado Plaza de Vib-Arragel, también conocido posteriormente como Plaza de las Damas, y fue en ese lugar donde tuvo que construirse una segunda muralla interior que protegiera la ciudad de aquellas crecidas.
Claro que aquello fue en el siglo XVII. Tiempo más tarde, en el año 1873, los terrenos de la antigua Plaza de Vib-Arragel, después Plaza de las Damas, y entonces conocidos como Plaza de la Barqueta, fueron enajenados en subasta pública por el Ayuntamiento. La idea, construir un conjunto residencial de viviendas populares, edificado en una altura excepto en las esquinas de la actual calle Puerta de la Barqueta con Torneo y Vib Arragel, donde se levantaba una segunda planta. Posteriormente, en torno a 1924, interviene en el edificio José Espiau y Muñoz (uno de los arquitectos sevillanos más relevantes de la primera mitad del siglo XX, con obras tan destacadas como el Hotel Alfonso XIII o el edificio la Adriática) quien aporta la unidad estilística que caracteriza toda la manzana. Buenas ideas.
Hasta el siglo actual se mantuvo esencialmente la configuración original de la manzana diseñada por Espiau y Muñoz, conservándose la organización tipológica del corral de vecinos en el interior de la manzana y las viviendas circundantes, pero con el tiempo llegaron las malas ideas: los espacios interiores del patio central se fueron colmatando, y se construyeron entreplantas, desvirtuándose paulatinamente la concepción inicial. A finales del siglo XX, la edificación presentaba elevados niveles de deterioro. Solo algunos negocios subsistían, mientras el resto del edificio entraba en situación de abandono. Así, abandonado y vandalizado, permaneció varios lustros hasta que, al fin, en 2017 el Ayuntamiento de Sevilla anunció que se actuaría en la manzana completa, conservando los elementos patrimoniales del inmueble, después de años sin intervención, que se recuperaría aquel entorno tan singular de la ciudad y que lo llevaría a cabo la empresa Acciona. Las personas.
Treinta viviendas, 11 locales comerciales y 63 plazas de aparcamiento en tres plantas de sótano, con una inversión de 9 millones de euros y certificación sostenible BREEAM. Ese es el proyecto de Acciona que “responde a nuestra vocación de posicionarnos en la compra de proyectos de regeneración urbana y recuperación de inmuebles de uso residencial en las principales capitales”, explica María Monasterio, delegada Zona Sur de la división Inmobiliaria de la compañía. El edificio “se encuentra en un lugar privilegiado dentro de la ciudad”, una posición de referencia en la zona, “englobada en el casco histórico y a la vez en la entrada a la Isla de la Cartuja, donde se encuentran el Parque Tecnológico Cartuja, los nuevos desarrollos de oficinas y parte del Campus de la Universidad de Sevilla”. Una zona de referencia en la ciudad y muy bien comunicada, por lo que “cumplía con todas las premisas que buscamos en una inversión”.
Pero el proyecto de Barqueta de Acciona es mucho más que una promoción inmobiliaria. Supone “la actuación sobre toda la manzana y la recuperación del uso característico residencial frente al uso turístico” y un ejemplo de recuperación del uso tradicional residencial en un emplazamiento singular del centro histórico que debía ponerse en valor. Seguramente por eso no pesa demasiado la complejidad del proyecto: “El timing de este tipo de proyectos es siempre complejo y generalmente requiere de un análisis previo más exhaustivo de lo habitual, de ahí que pueda parecer más largo ponerlo en marcha”, explica María Monasterio. Además, la manzana está afectada por los entornos de los Bienes de Interés Cultural (BIC) del Monasterio de San Clemente y la Muralla, por lo que, con carácter previo a las obras y durante las mismas, se ha realizado un estrecho seguimiento arqueológico, en la que se localizaron vestigios de antiguos refuerzos laterales de algún elemento de la muralla.
A pesar de la complejidad de la actuación, “el arquitecto no tiene en este caso mucho que inventar, aunque sí exige mucho esfuerzo el uso de las técnicas y materiales adecuados para dejar fluir la arquitectura original hasta las condiciones modernas, manteniendo su pertenencia al conjunto histórico de Sevilla”, asegura Luis Bernardo Gómez-Estern Aguilar, socio director del estudio de arquitectura OTAISA, que se ha encargado del proyecto junto a Ana García de Tejada Serrano y Daniele Marcianò Scicchitano, ya que “en este extremo del recinto amurallado “era necesario conservar la ciudad tradicional, evitando un cambio tanto en su apariencia como en la organización y usos”. Lo más relevante de este edificio “es el lugar y su historia tan significados y potentes”, explica. El edificio se ubica en el vértice norte de la muralla, junto al espacio singular que fue conocido como el Patín de las Damas, lo que “le confieren un carácter extraordinario”, además de “su posición de privilegio en el quiebro de la muralla, la vecindad del río y del Monasterio de San Clemente, y su relación con las arterias de esta zona de la ciudad, la calles Torneo y Resolana”.
La construcción presentaba “muy elevados niveles de deterioro”, dice Gómez-Estern, de modo que “las actuaciones de investigación se centraron en los análisis paramentales y de las cimentaciones con el objeto de definir las técnicas adecuadas para su conservación e integración en la nueva construcción”. El conjunto proyectado se organiza en torno a un amplio patio central con accesos desde la calle Torneo y desde la planta baja de la casa tapón situada en la calle Blanquillo. La distribución parte de la compartimentación original de las viviendas en las calles Vib-Arragel, Torneo y Resolana, desarrolladas en dos niveles con fachadas al exterior y al patio central, desde donde tienen acceso. El resto de las viviendas se distribuyen en torno a los dos núcleos comunes independientes de la calle Blanquillo y al de la calle Vib-Arragel.
El diseño de las viviendas “persigue potenciar la luz y la espacialidad mediante la variación de alturas, el empleo de materiales livianos y naturales, y la integración de estancias”. El proyecto mantiene la configuración original de la fachada y la primera crujía, recuperando los huecos, elementos y materiales originales que habían ido perdiéndose en las sucesivas reformas acaecidas, dotando de homogeneidad a la imagen exterior y recuperando la unidad estilística con la que José Espiau y Muñoz dotó a la manzana. El interior se proyecta con un lenguaje arquitectónico más actual, potenciando el contraste entre las partes protegidas y las zonas de nueva construcción. El patio se ha diseñado “mediante formas orgánicas con predominio de las curvas y las líneas horizontales, construyendo una imagen más suave y amable del espacio común de la edificación”. Para el diseño de las viviendas se ha procurado potenciar sus valores espaciales mediante las dobles alturas.
El proyecto de Acciona en la Barqueta es extraordinario por muchas razones: sin duda, por su ubicación aislada en el vértice norte del centro histórico, por la proximidad Guadalquivir y del Monasterio de San Clemente o por su relación con las arterias más importantes de esa zona de la ciudad, pero también por lo que supone de reconstrucción, de recuperación de un patrimonio perdido, de un pasado único por su forma y por su fondo. De una gran idea que el tiempo y las personas han puesto donde debió estar siempre.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por INDI & COLD
CONTENIDO OFRECIDO POR GRUPO Q