El puente de hierro se idea de nuevo como balcón del Puerto de Sevilla
La transformación del muelle de Tablada plantea sobre el papel su reutilización como el lugar para asomarse a la dársena del Batán y a su industria
La operación esbozada descarta claramente su traslado
Breve historia del primer puente levadizo sobre el Guadalquivir
La idea reconcilia a la ciudad con su río, al que durante mucho tiempo Sevilla le ha dado la espalda. Una indiferencia que impide que la ciudadanía calibre la potencia del motor económico e industrial del Puerto. Y ahora esto se pretende enmendar en el proceso de transformación de los muelles que diseña la Autoridad Portuaria, al contemplar la ansiada recuperación del puente de hierro, un emblema de la Exposición Iberoamericana de 1929 que duerme tras 18 años de abandono y expolio en un solar al final de la avenida de Las Razas.
A pesar del movimiento ciudadano para salvar esta infraestructura, apoyado incluso desde instituciones como el Ayuntamiento de Sevilla, ningún plan ha prosperado por ahora. Esta misma semana se ha descartado su reutilización como pasarela peatonal para unir el complejo de Altadis con el muelle de Nueva York, una opción respaldada por numerosos colectivos, al haberse impuesto una propuesta que prefiere la construcción de un nuevo puente.
Pero la luz se ha abierto en la ventana de la Autoridad Portuaria, al confirmarse que el nuevo distrito urbano-portuario que resulará de la transformación del muelle de Tablada prevé un mirador hacia la dársena del Batán, justo en el lugar donde está enclavado en estos momentos. Y esto se convierte en una oportunidad clara para la estructura, que no requerirá en este caso su traslado, aunque sí una restauración.
Según ha podido saber este periódico, optar por su arreglo y mantenerlo en el mismo lugar es la alternativa que tendría en estos momentos más adeptos. Hace casi un año la Autoridad Portuaria y la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta llegaron a un acuerdo para recuperar esta pasarela, que se trasladó al solar donde está en estos momentos en 2003 ya con la promesa de darle un uso como mirador. Entonces se trasladó que la intención era devolverle a esta estructura metálica el aspecto de puente, pues está demontada, y ofrecerlo para el uso y disfrute de la ciudadanía con todas las garantías de seguridad. De hecho, con el asesoramiento del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), la Autoridad Portuaria se comprometió a invertir 100.000 euros en remozar la estructura.
El puente se encuentra en un solar cerrado y rodeado de maleza. Además, junto a él discurre el trazado del ferrocarril, una veintena de trenes de mercancías cada semana, y hay incluso un paso a nivel, lo que dificulta la accesibilidad y seguridad en la zona. Usarlo como mirador implicaría una reordenación de la zona, algo ya previsto en los bocetos del distrito portuario que se han dado a conocer y que plantea unir el paseo fluvial del río con el Parque Guadaíra en una especie de corredor verde.
No obstante, esta nueva vida para el puente es sólo un proyecto, pues no hay ni fecha ni tampoco presupuesto fijado para la integración del muelle de Tablada en la ciudad y, según la oficina técnica que trabaja en el proyecto, es probable que las primeras licitaciones no lleguen hasta 2024. En cualquier caso, la alianza público-privada y el alto grado de participación ciudadana que promueve este proyecto son una esperanza para encontrar por fin una salida al puente.
La estructura metálica se sitúa en un paraje natural que ya de por sí es un valor para el Puerto. “Tenemos aquí un gigante de hierro y estamos viendo cómo ponerlo en valor para que sea un mirador o por qué no, un restaurante o parte del Parque Guadaíra o que pase el agua de nuevo por debajo de él y sea puente, está bien preparado para ello”, comentó José María de Cárdenas, socio de Eddea, el estudio de arquitectura que está participando en la oficina técnica para idear y diseñar el distrito portuario durante una ponencia técnica esta semana en el Acuario de Sevilla.
De hecho, todas estas opciones, desde mirador a bar de copas, restaurante o e museo al aire libre en el parque público, se han ido barajando en los últimos años, pero todas han acabado hundidas en el agua. En 2003 también se pensó como pasarela peatonal en San Jerónimo. Y en los años 90, cuando se construía el de Las Delicias, que fue su sustituto, ya se pensó como anfiteatro incluso. Fracasos tras fracasos que convirtieron a este elemento patrimonial en un foco de conflicto entre administraciones, una tensión que se quiso sofocar con el traslado del gigante de hierro al solar de Las Razas, donde permanece desde entonces.
Ya entonces surgieron iniciativas que planteaban dejarlo en ese lugar y convertirlo en balcón del Puerto. De hecho, así se llamaba el colectivo que promovió la idea: la construcción de un lago artificial sobre el que se colocaría el puente a modo de mirador para observar la actividad en la dársena dentro de una especie de museo al aire libre donde recrear la historia de la ciudad y su puerto. La reubicación llegó a presupuestarse incluso en 600.000 euros.
El debate aparece y desaparece sobre la lámina de agua esperando una firme voluntad política, también el presupuesto necesario, para que esta estructura, de 169,42 metros de largo por 11 de ancho recupere alguna función y, sea cual sea su uso, siga siendo testigo de la historia de Sevilla y el pasado de un puerto marítimo de interior singular y único en España.
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