SALUD
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Proyecto Azarías: Reteniendo el talento joven en el Polígono Sur de Sevilla

Educación

La Hermandad de la Soledad de San Lorenzo lleva desde 2016 proporcionando clases de refuerzo para evitar el abandono escolar en los institutos

Prestan ayuda económica a las familias y siguen acompañando a los alumnos en la FP y la universidad

La Loyola prepara ya las matriculaciones para impartir Enfermería este curso

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Reyes Tirado, alumna del Programa Azarías, y Francisco Tirado, su padre.

Reyes Tirado se ha graduado en Educación Primaria por la Universidad de Sevilla (US). Esta joven de Las Letanías se prepara ahora las oposiciones para ser maestra de un colegio público. Hace seis años difícilmente hubiera imaginado tener al alcance dedicarse a la docencia. Muchos de sus compañeros de instituto abandonaron los estudios. Las circunstancias familiares, económicas y sociales les impedían cumplir sus sueños. A ella le pudo ocurrir lo mismo, pero se cruzó en su destino el Proyecto Azarías, un programa de atención socioeducativa que puso en marcha la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo a finales de 2016 y que a lo largo de este tiempo ha conseguido que varios jóvenes del Polígono Sur continúen su formación hasta la universidad y la FP. Tres de estos alumnos acabaron el curso pasado sus estudios superiores.

"Ha supuesto un gran apoyo para mí", refiere esta joven, quien reconoce que sin la ayuda del programa hubiera sido bastante complicado llegar a la universidad y acabar la carrera. "Hacía falta apoyo familiar y ganas e ilusión por mi parte, pero sin ellos lo habría tenido muy difícil", reconoce esta egresada de la Hispalense, a quien acompaña su padre Francisco. Este vecino de Las Letanías lamenta el elevado número de menores del barrio que "con mucho potencial para los estudios no pueden seguir adelante por las circunstancias". "El programa Azarías resulta clave para ellos, hacen una labor esencial", añade Tirado.

La iniciativa se puso en marcha a finales de 2016, como recuerda el hermano mayor de la Soledad, Pepe Rodríguez. Fue a raíz de la petición de una profesora del IES Joaquín Romero Murube, el poeta que tan ligado está a la historia de la corporación de San Lorenzo. "Nos pidió ayuda económica para algunas familias. A esa contribución unimos la necesidad de acompañar a los menores durante su etapa educativa, para que no abandonaran los estudios", explica Rodríguez. Así surgió esta atención social bautizada con el nombre de Azarías, el que toma el arcángel San Rafael al acompañar a Tobías hasta la edad adulta. "Ése es nuestro cometido en el Polígono Sur", abunda.

En las pequeñas cosas

Un proyecto que nació poniendo la mirada en "las pequeñas cosas cotidianas que parecen insignificantes, pero que resultan fundamentales para el desarrollo personal", como una buena alimentación y una sala, aunque sea pequeña, para estudiar. Recursos que aún escasean en muchas familias del Polígono Sur. Luego vino el acompañamiento desde cuarto de la ESO a segundo de Bachillerato -que se amplió a la etapa universitaria y la FP- y después las clases impartidas a través de una academia privada, Didacta, cuyos profesores se trasladan por las tardes a los institutos donde se atiende a los alumnos que forman parte del programa. Los centros donde se desarrolla el proyecto socioeducativo son el IES Joaquín Romero Murube, IES Polígono Sur e IES Antonio Domínguez Ortiz.

Antonio Carmona, director pedagógico del Proyecto Azarías, habla con un grupo de alumnos. / Hermandad de la Soledad

El proceso para elegir a los jóvenes que formarán parte del Proyecto Azarías comienza en cuarto de ESO. Una empresa externa se encarga de examinar a los alumnos sobre conocimientos básicos en Lengua, Matemáticas e Inglés. Los resultados de estas pruebas se completan con los informes de los directores y jefes de estudios de los institutos. Un factor clave para la selección es el interés y el apoyo que reciban los menores por parte de sus familias para seguir en la enseñanza. Con todos estos datos, se decide la participación en el programa de ayudas.

Al frente del Proyecto Azarías se encuentra Antonio Carmona, que hace las veces de director pedagógico de un grupo de voluntarios formado por profesionales de la enseñanza. Es el responsable de la coordinación con otros tres hermanos de la Soledad, Kevin Guzmán y José Ramón Pineda. El equipo lo completan cuatro tutores -Maribel Merina, Concha Ruiz, Macarena Benot y Pepe Rodríguez-, que se encargan del acompañamiento de los menores. A todos ellos se añade la figura de la orientadora educativa, cometido que desempeña Cristina Fernández. Por su parte, Inmaculada Sánchez da a conocer el programa a través de las redes sociales.

Quienes se quedan en el camino

Concha Ruiz es una de las tutoras de Azarías. Lleva cinco años participando en el proyecto. Son dos promociones de jóvenes a las que ya ha acompañado. Mantiene encuentros presenciales con los alumnos una vez al mes. Cada semana no falta una llamada telefónica para saber cómo marchan en los estudios y las necesidades que les hayan podido surgir. "Por lo general, son chicos muy cerrados. Cuesta mucho que se abran a la primera a personas que no conocen, pues no están acostumbrados a salir de su entorno, que han convertido en su zona de confort", explica esta docente. "Es un proyecto que aporta grandes satisfacciones cuando vemos cómo los jóvenes continúan su formación, pero también nos causa dolor ver a tantos otros que se quedan en el camino. De un grupo de seis alumnos, puede que finalmente sólo permanezcan tres", detalla Ruiz, quien añade que ha habido casos en los que algún joven "ha vuelto tras abandonar los estudios".

Concha Ruiz, durante uno de los encuentros con los alumnos del Proyecto Azarías. / Hermandad de la Soledad

Una vez acabado el Bachillerato, el contacto permanece. Así lo hace con algunas alumnas que ahora están en ciclos formativos de grado superior de Higiene Bucodental y de Nutrición, "lo que es ya todo un logro". "La experiencia de quienes han llegado a la FP o la universidad las usamos de testimonio para motivar a los alumnos de instituto a seguir sus pasos", explica Concha Ruiz, que asegura que muchos de estos adolescentes "tienen un potencial muy bueno para los estudios y es una lástima que sus circunstancias muchas veces los condenen a no desarrollarlo".

Experiencias únicas

Sara Morejón, de 19 años, es una de las vecinas de Las Letanías de la que muy pronto se percataron del gran talento que posee para la formación académica. Alumna del IES Polígono Sur, en primero de Bachillerato le informaron de la existencia del Proyecto Azarías, para el que fue seleccionada. Aquel curso recibió clases de la citada academia por las tardes para las asignaturas básicas. En segundo, este refuerzo se hizo intensivo de cara a la Selectividad. No ha faltado en este tiempo su participación en campus inclusivos. "Allí pude conocer a estudiantes de otros puntos de España. Fue una experiencia magnífica que, sin este programa, nunca hubiera vivido", admite esta joven.

Sara Morejón repasa los apuntes junto a su madre. / Juan Carlos Vázquez

Ahora comenzará sus estudios de grado en la Universidad Loyola, gracias a una beca. Lo hará en Enfermería, enseñanza que finalmente podrá impartirse en la institución jesuita este curso. "Cuando empecé el Bachillerato me faltaba ilusión. Ya entonces me gustaba ser enfermera, pero lo descartaba porque mi familia no tenía recursos. Las ayudas que he recibido este tiempo en Azarías han sido fundamentales para llegar a la universidad y, sobre todo, para tener confianza en mí", confiesa Morejón.

También en la universidad

Una ayuda que sigue durante la etapa universitaria, como ha ocurrido en el caso de Reyes Tirado. Los coordinadores del programa se pusieron en contacto con ella, una vez fuera del instituto, para saber si seguía necesitando algún tipo de apoyo. Por tal motivo, acudió a la academia Didacta, que dirige Ana Montes, para reforzar el inglés y una asignatura específica de la especialidad en Educación Primaria. "Han sido fundamentales para conseguir que me titule como maestra", admite.

Reyes Tirados, vecina de Las Letanías que ha acabado la carrera gracias a la ayuda del Proyecto Azarías. / Antonio Pizarro

Actualmente el Proyecto Azarías atiende a ocho alumnos de cuarto de Secundaria, siete de primero de Bachillerato, seis del segundo curso de la etapa preuniversitaria, tres en Formación Profesional y seis en facultades y centros universitarios. En total, 21 jóvenes asistidos por tutores, coordinadores y profesores relacionados con este importante programa. Su financiación se logra gracias a donativos de hermanos soleanos y de aportaciones económicas de empresas que fomentan la educación en zonas necesitadas de transformación social como herramienta para combatir la desigualdad. La comisión de caridad de la hermandad se encarga de sufragar las necesidades domésticas de los hogares donde residen dichos jóvenes.

El apoyo familiar

Como se apuntó antes, las familias constituyen un pilar fundamental de este programa. Sin su compromiso el proyecto nunca habría salido adelante. Apolonia Machío es buen ejemplo de ello. Madre de tres hijos, a los que ha tenido que sacar adelante sola, es conductora de autobuses. Por su oficio, pasa la mayor parte del día fuera de casa, por lo que resulta muy complejo prestarle a los menores el acompañamiento que requieren en la edad académica. Hoy se siente orgullosa de que su hija Amara estudie el segundo curso de Periodismo. Es la primera universitaria de la familia.

"No nos han dejado de la mano en ningún momento", agradece esta sevillana, para quien sin la ayuda del Proyecto Azarías difícilmente su hija hubiera podido estudiar una carrera. "Cuando estaba en el instituto, le hicieron un examen y a raíz de ahí se pusieron en contacto conmigo. En la primera reunión me explicaron el programa. No querían que nuestros hijos abandonaran los estudios por falta de medios", recuerda esta madre, que refiere con orgullo el nueve que logró su hija en Selectividad: "Todo un triunfo en el Polígono Sur".

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